Por Andrés de Bedout Jaramillo*
Hace
unos días escuche una exposición de un profesor de Eafit, columnista e
investigador geopolítico, sobre las posibilidades que existen para arreglar el
problema del hermano país. Mi conclusión es que ni por las buenas ni por las
malas se arregla, y de arreglarse, es prácticamente imposible regresar al
sendero del progreso y el bienestar. Venezuela ya es otra Cuba, donde sus
habitantes se acostumbraron a vivir, aislados, en el pasado y de cuenta del
estado.
El
arreglo por las malas, sería con la intervención militar de los Estados Unidos
al estilo Panamá. Inclusive la operación está totalmente planeada, las fuerzas
de aire, mar y tierra, dispuestas y ubicadas, pero nadie se atreve a poner a
andar el plan para sacar a Maduro del poder. Es que resulta que el problema no
se arregla sacando a Maduro (vivo o muerto), por que Maduro no es el que manda en
al Chavismo, que es al que hay que derrotar, ni siquiera Diosdao, el que manda
es Padrino, ministro, jefe militar y contacto directo con las milicias.
El
Chavismo esta conformado por la red de partidos afiliados al socialismo, por
las fuerzas militares y unas milicias muy bien armadas, por si las fuerzas
militares fallan, que serán apoyadas por las FARC, el ELN, y las bandas de los
narcotraficantes.
Para
una intervención militar, parece que primero tienen que negociar con Rusia,
China, Cuba, Irán y Turquía. De todos estos países el más fácil es China, los
otros como están pescando en río revuelto, son muy difíciles de cuadrar.
En
conclusión, por las malas no va a ser el arreglo.
Miremos
ahora como sería por las buenas, dialogado. A China y a Rusia hay que
garantizarles el pago de lo que se les debe, pero a Rusia para que se quede
tranquilo, toca darle algo más, al igual que a Cuba, Irán y Turquía. Inclusive
ya como que trasladaron un avión grande con oro de las reservas venezolanas, para
Turquía.
A
Maduro, Diosdao, Padrino y todos los demás altos del gobierno, de la cúpula
militar, del Partido Socialista, del Cartel de los Soles, etcétera, les tienen
que garantizar su seguridad y la de sus familias, conservarles su dinero
(sacado de las arcas del estado) y darles participación en el nuevo gobierno de
transición. Sin estas mínimas exigencias, ellos no se van a tranzar y dejar el
poder.
A
los militares leales al régimen, también hay que sacarlos negociados, al igual
que a las milicias y bandas que apoyan el régimen Chavista en Venezuela, asegurándoles
que no irán a la cárcel y que por lo menos tendrán una remuneración decente
para vivir.
No
olvidemos que la ciudadanía Chavista esta acostumbrada a recibir religiosamente
su mercadito gratis, sin trabajar como les gusta, tocaría recuperar la
infraestructura productiva privada y pública, enseñarles y acostumbrarlos a
trabajar.
Se
podrán imaginar el dineral que podrá costar esta salida por las buenas,
dialogado, ¿quién va a poner el dinero?, ¿quién se arriesgaría a prestarle a
Venezuela dinero en estos momentos?, ¿qué empresarios estarían dispuestos a
invertir en Venezuela?, un país con todos los indicadores en rojo, una economía
destruida, una inflación inmanejable, que ha hecho migrar a sus ciudadanos a
otros países, especialmente al nuestro.
El
país con más reservas petroleras en el mundo, pero de petróleo de mala calidad,
que ya nadie quiere y de quererlo, tocaría recuperar la infraestructura de
extracción inoperante y deteriorada, a riesgo de llegar tarde, cuando se
impongan las energías limpias. O sea, el petróleo que les permitió ser ricos y
poner erróneamente a un país a depender únicamente de este renglón, ya no es la
alternativa.
Mejor
dicho, por las buenas y dialogado, tampoco va a ser el arreglo.
Ni
me voy, ni me quedo, ni me devuelvo, a Venezuela no se le ve futuro por ningún
lado.
Si
en Colombia el Estado no deja de estar al servicio de la política, en un plazo
no muy lejano, estaremos como Venezuela. Es que el sistema productivo, privado,
mixto y público, ya no dan para producir el dinero que requiere el estado para
su funcionamiento; un Estado gigante, asfixiando al sistema productivo formal,
donde la palabra austeridad, no la conocen para no practicarla, donde el
deporte favorito es crecer las nóminas vinculando y si no hay puestos creados,
utilizando la figura de la contratación de prestación de servicios.