sábado, 22 de junio de 2019

Vigía: perspectivas complejas


Por John Marulanda*

John Marulanda
Muchas veces los acontecimientos toman rumbos impredecibles o no deseados por quienes planean futuros. Querer marcar el paso de la historia a voluntad, puede terminar en estruendosos o silenciosos fracasos. Eterna lucha entre el voluntarismo y el destino.

Washington y Teherán han repetido que no quieren guerra entre ellos, pero los hechos parecen mostrar una trayectoria de colisión que puede salirse de cauce. Los recientes atentados contra barcos cisternas en cercanías al estrecho de Hormuz, válvula vital del petróleo mundial, han subido la temperatura. USA, que acusa a Irán de los atentados, acaba de aprobar 8.100 millones de dólares en transferencias de armas a sus aliados saudíes, jordanos y emiratíes, al tiempo que envía armamentos y tropas a la región. Irán, por su lado, ha decidido reiniciar su programa nuclear, aunque dice que no planea retirarse del acuerdo de 2015.

El riesgo confrontacional es de carácter global, pues Rusia por geopolítica y China por petróleo apoyan al régimen de los ayatolás, mientras Israel, por defensa propia y Arabia Saudita, por odio ancestral, lo atacan.

De estallar un conflicto, en Latinoamérica sufriremos atentados contra objetivos norteamericanos y judíos por parte de Hezbola. La organización terrorista proiraní, ha desplegado sus células a lo largo de la región con el apoyo del chavismo y ha adelantado, durante 20 años, una cuidadosa labor de ubicación, identificación y análisis de blancos potenciales. Colombia sería blanco preferencial pues los carteles de las FARC y del ELN, que continúan enarbolando el antiimperialismo yanqui como bandera de guerra, unirían en solidaridad revolucionaria a las izquierdas extremas del continente, aupadas por el Foro de Sao Paulo. Maduro y su banda podrían lanzarse a cualquier loca aventura apoyados por Irán y por Rusia, que jugaría, como en Siria, de actor de reparto y de oportunista mediador al mismo tiempo.

Pero la perspectiva que más nos debe preocupar, es la de la guerra comercial USA-China, que podría traer a la región desempleo, pobreza y mayor conflictividad. Peligrosos panoramas que nos obligan a estar atentos a lo que sucede en el Oriente Medio y en el escenario Washington-Pekín, mientras día a día vemos que la paz habanera firmada con un cartel comunista del narcotráfico solo ha traído desorientación moral, desazón y creciente violencia.

La izquierda depredadora está atenta a cuál de estos conflictos se desarrolla para, como siempre, ofrecerse como salvadora y entonces someternos a sus designios estalinianos. Como en Venezuela.