Por John Marulanda*
¿Qué
hay que espiarle Colombia? En asuntos de defensa nacional, no mucho. Luego de que
Santos desmantelara el DAS y redujera al mínimo los recursos de la inteligencia
militar, el máximo nivel de confidencialidad que se maneja es: la discreción
personal. Hoy, casi todo secreto se puede comprar. La poca tecnología que se
emplea, es prestada a EUA, a Inglaterra o comprada a proveedores que venden los
mismos equipos, y mejorados, a nuestros potenciales rivales. En la inteligencia
criminal, los principales casos de corrupción nos los revelan el FBI, la DEA,
la CIA o el MI5, las pruebas se filtran a la prensa y los acusados se ponen a
disposición de una justicia nada confiable, o lo que es peor, en manos de la
espuria JEP.
Aunque
la contrainteligencia está en manos de funcionarios voluntariosos pero inopes,
en menos de tres meses, se han descubierto un iraquí vinculado al extremismo
islámico en cercanías a la Brigada de Fuerzas Especiales en Melgar, un cubano
merodeando la base aérea de Palanquero, venezolanos espiando el Comando Aéreo
de Transporte Militar en Bogotá y la base Naval de Puerto Carreño, además de
diplomáticos maduristas manteniendo contacto con las FARC y el ELN. Cuba, de
probada y nefasta experiencia en espionaje, posee el dosier de todos quienes
desfilaron por sus instalaciones durante los entreguistas diálogos con los
narcoterroristas farianos. Grabaciones secretas, fotos, videos, documentos,
reposan en los archivos del G2, que, de acuerdo a la conveniencia, serán
compartidos con el Sebin y la DGCIM venezolanos y con el DID nicaragüense,
organismos descendientes de la Stasi alemana comunista.
Los
agentes e informantes del G2 campean por el país, analizando las dinámicas
sociales del momento, planeando escándalos desestabilizadores, hilando
contactos, filtrando noticias, ayudando a caotizar al país mientras las células
de Hezbola lavan dinero y acumulan información sobre potenciales blancos. Los
rusos se benefician de este escenario y USA participa protegiendo sus intereses
geoestratégicos regionales. Así las cosas, USA, Cuba, Venezuela, Nicaragua,
Rusia, Irán, Inglaterra, Hezbola, China y Turquía por los laditos, convierten a
Bogotá, por su excepcional ubicación frente al problema venezolano, en la
Estambul de Latinoamérica, recordando la importancia de esta capital turca
durante la Guerra Fría.
Ojalá
la frontera colombo-venezolana no se degrade a la Siria de la región.