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viernes, 1 de mayo de 2020

En el día del trabajo


José Leonardo Rincón, S. J.*

José Leonardo Rincón Contreras
Las delicias del paraíso terrenal, interrumpidas abruptamente por el querer ser como Dios, desembocaron en la famosa maldición (mejor sería decir invitación) a ganarse el pan con el sudor de la frente (Cfr. Gen,3). Las cosas ya no se obtendrían gratuitamente, sino que habría que lucharlas con esfuerzo. Y esto para los vagos y perezosos es ciertamente una maldición, pero para la mayoría una bendición que los dignifica como seres humanos.

Lo que hemos visto en esta cuarentena, un mundo forzosamente detenido por razones sanitarias hasta el colapso económico en muchos de sus productivos renglones, en el fondo ha sido una apología del ejercicio laboral. En realidad, ese mundo del todo jamás estuvo detenido, pues siempre vimos en la calle a miles de hombres y mujeres trabajando:  conduciendo los buses de transporte urbano, atendiendo en tiendas y supermercados, recogiendo la basura, custodiando el orden público, socorriendo a los enfermos, entre otras tareas, todas con alto riesgo de contagiarse de ese tenebroso virus. A la par, desde sus lugares de habitación y con el apoyo de internet observamos una intensa actividad a nivel académico de profesores y estudiantes de todas las edades y condiciones y a nivel administrativo cumpliendo tareas de trabajo remoto o teletrabajo, bien liderando y orientando, bien cumpliendo funciones de apoyo operativo. Todos, unos y otros, nunca cesaron de laborar.

Quienes no pudieron estar en ese activo grupo y obligatoriamente les tocó confinarse sin poder hacer absolutamente nada, han sufrido en carne propia los rigores del receso pasando necesidades y estrecheces, viendo cómo sus pocos pesos se acababan, sin poder salir a la calle a vender sus cachivaches, atender a clientes en almacenes y restaurantes, ofrecer sus servicios independientes como profesionales o sencillamente rebuscarse creativamente sus ingresos en tareas todas aparentemente tan insignificantes como igualmente importantes y relevantes. En verdad, fue en este amplio sector donde realmente la economía se estropeó y donde poco a poco tendrá que reactivarse y apoyarse para seguir adelante como país.

Ganarse el pan con el sudor de la frente es, ciertamente, un loable llamado a sentirse útil, valioso, vital, productivo. Es la justa compensación al esfuerzo realizado. Por eso, cuando ese retorno no se da, bien porque se carece de la oportunidad de realizarlo, bien porque la remuneración en justicia es menor al esfuerzo o es desproporcionada porque se recibe mucho y se hace pico, se genera malestar social. La fiesta de hoy surgió como honroso homenaje a quienes fueron explotados por sus patronos, atropellados en sus derechos, avasallados como personas. La celebración de hoy es un cántico a esa verídica máxima de que el trabajo dignifica al ser humano. Es una acción de gracias a Dios que nos dio su testimonio al laborar seis días antes del merecido descanso. Ese mismo Dios que hoy labora desde el interior nuestro y nos invita a seguir trabajando por un mundo mejor pues, con mayor razón ahora, después de todo lo que ha pasado, hay mucho por hacer. ¡Feliz día trabajadores!

domingo, 19 de abril de 2020

Ciberseguridad


Por Andrés de Bedout Jaramillo*

Andrés de Bedout JaramilloAhora que la cuarentena nos mantiene confinados en nuestras casas, desde donde trabajamos, nos relacionamos y compartimos con los demás utilizando los diferentes sistemas de comunicación, especialmente los relacionados con la virtualidad como celulares, tabletas, computadoras, servidores, ERP, plataformas, nube, wifi, etc., tenemos que ser muy cuidadosos y revisar las seguridades, antivirus, claves, y otros, sin olvidar, los principios generales de no abrir correos de desconocidos, ni sus archivos, de no caer en las trampas de que nos ganamos algo, nos van a regalar algo, vamos a heredar algo, nos invitan a algo, nos citan a algo, nos notifican algo, nos amenazan por algo; siempre es mejor verificar de que se trata, recuerden que la curiosidad mató al gato y que la seguridad es mejor que la policía.

La pasamos entregando nuestros datos personales a plataformas desconocidas, para acceder a servicios novedosos; la pasamos retransmitiendo mensajes de desconocidos y hasta de conocidos, donde engañados creemos estar haciendo el bien y terminamos haciendo el mal y lo peor de todas estas actuaciones es la gran contaminación ambiental que estamos generando, las nubes son servidores donde se está almacenando todo, un 80% es basura que a nadie le va a servir, pero los servidores consumen energía producida a costa de la afectación a la tan golpeada y mal tratada naturaleza, que hoy nos está pasando la factura de cobro, en diversas modalidades.

El 90% de los daños, de los delitos, de los perjuicios que nos pueden causar a través de la virtualidad, llamados ciberataques, son utilizando el engaño, tirar el anzuelo para ver quién pica, inclusive las falsas amenazas de juzgados, policía, impuestos, DIAN, secuestros, extorsiones, vacunas, etc. son bastante frecuentes y caemos muy fácil.

Tanto la felicidad, como el miedo, son sentimientos a los que los humanos somos bien susceptibles.

Para las llamadas telefónicas, debemos desempolvar los teléfonos de mesa, para disminuir el riesgo de salud y de exposición con los celulares, además utilizamos un servicio que de todas maneras estamos pagando; inclusive la comunicación física, escrita por carta, por correo, puede regresar, frente a la gran cantidad de ataques cibernéticos por segundo que se están dando en el mundo, causándole grandes perjuicios a cantidades de seres humanos; lo escrito, escrito está y si no, miren la importancia de conservar los documentos originales para defenderse de los virtuales falseados por los delincuentes o miren como los registros que prueban el cumplimiento de los protocolos de limpieza y desinfección, contra el coronavirus, tienen que ser escritos para que valgan.

Las empresas deben ahora más que nunca, con lo del teletrabajo o trabajo en casa, revisar las seguridades de los equipos, los wifi que utilizan sus empleados, los servidores y ERP a las que acceden en sus empresas, para desempeñar sus labores.

Los narcotraficantes, en la etapa de lavado, están utilizando información legal de las empresas, capturada de la virtualidad, para blanquear sus dineros y dejar embalados a los empresarios grandes, medianos y pequeños, que solo pueden defenderse con los documentos físicos originales.

Las bases de datos son atacadas hasta en momentos de dolor como el de esta pandemia, para quitarle los recursos a los más necesitados. Para muestra, las depuraciones que le está tocando hacer al gobierno, en la entrega de los auxilios monetarios.

Todos estamos expuestos, nadie está libre, que nuestro Señor Jesucristo nos ilumine haciendo ciberseguridad permanentemente.