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domingo, 7 de agosto de 2022

Nuevo sistema

Antonio Montoya H.
Por Antonio Montoya H.*

No es un cambio de gobierno el que se dará en Colombia a partir de 7 de agosto, será un cambio de sistema de gobierno y lo aclaro, para que sepan y conozcan que la forma tradicional de gobernar puede modificarse totalmente por las siguientes razones:

Primero: la Izquierda, nunca en la historia de Colombia, había logrado obtener el poder mediante el sistema de votación y lo logró con una importante presencia de sus votantes en las urnas. Y por otro sector, también no menos representativo, de los que asistieron a las urnas por oposición al gobierno, no a este del presidente Duque, sino contra todo lo que ello representa.

Segundo: desde el acuerdo del Frente Nacional, firmado en Benidorm, España, entre los lideres del partido liberal y conservador, si bien fue importante para apaciguar la violencia partidista, se fueron creando otros focos de oposición por no ser tenidos en cuenta en el pacto. Allí se fueron polarizando las diferencias con diversas opciones políticas y en los sufragios del año 1970 con la elección entre el general Rojas Pinilla y Misael Pastrana, hubo inconformismo y ello dio origen al M19.

Tercero: no podemos olvidar que la Violencia desde el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, se acrecentó y llegó a niveles impensables de odio, que aun tenemos por causa del surgimiento sistemático y permanente de grupos guerrilleros (FARC, ELN, gaitanistas, EPL, disidencias, etc.), que no hemos logrado derrotar ni por las buenas, ni por las malas y que resurgen de las cenizas porque la presencia del Estado no logra llegar a los sitios más recónditos de nuestro territorio. Allí, esos insurgentes se aprovechan y reclutan inocentes para deleite de sus jefes, quienes los mandan al combate y ellos impávidos guardados en otros países. Qué guerrilleros, qué líderes… para enmarcar.

Cuarto: el narcotráfico, es la fuente de financiación para los bandidos, llamesen como se quieran llamar. De ahí surgen las armas, el poder territorial, cantidades de dinero, muertes, secuestros, venganzas, extorsiones, abusos de toda índole con sitios de torturas, y total irrespeto por la civilidad y la legalidad.

El origen del narcotráfico, desde finales de los años 70 y recrudecido de los 80 hasta nuestros días, ha sido causa directa del deterioro moral de nuestra clase dirigente. Políticos financiados para sus campañas, presidentes atornillados en el poder habiéndoseles demostrado corrupción; congresistas, magistrados y funcionarios públicos y privados haciendo negociaciones no para bien del pueblo sino para que ellos incrementen su patrimonio a costo de los ciudadanos. Eso no puede ser.

Quinto: Gobierno. Como el de Santos, que dividieron al país, con un acuerdo de paz, al que en sus inicios una gran mayoría creímos, pero perdimos la fe cuando no aceptó la votación en la que no ganó el acuerdo. Desde ese día hasta hoy Colombia radicalmente se polarizó y de ahí en adelante la izquierda sacó ventaja, aprovechó nuestras falencias y fortaleció su propuesta, hasta culminar con el triunfo, que tanta preocupación genera en todos los sectores de nuestro país.

Sexto: elecciones del año 2018. Desde el mismo momento en que el presidente Iván Duque se posesionó, la oposición encabezada por Gustavo Petro, inició un proceso de desestabilización de la democracia, por el mismo avisada, al decir que estarían en las calles durante su mandato. Y a fe que lo hicieron, paros nacionales, primera línea (asesinos y bandidos en las calles) profesores (Fecode) estudiantes, comunidades indígenas amedrentando las ciudades, fuga de guerrilleros, es decir una política general de caos y pánico para llegar como el salvador y lograr la Presidencia de la República.

Séptimo. Posesión. Hoy 7 de agosto, asume la presidencia de Colombia, esperamos que sea para gobernar para todos, y que no inicie una purga contra todo lo que sea contrario a sus expectativas.

Soy consciente y lo he expresado que se debe gobernar para mejorar las condiciones de los ciudadanos, sin exclusión alguna. Que se respete la propiedad privada, se incentive la creación de empresa y de empleo, se construya país con respeto por los derechos y con una visión de futuro.

Para la Izquierda que nunca ha gobernado el país, pero si ha gobernado en las capitales y algunos municipios, donde los resultados han sido nefastos, esperamos que las experiencias de esos mandatos le permitan reflexionar, no entrar en pugnas y ser proactivo para desarrollar el campo y las ciudades en un escenario de respeto y tolerancia.

Para la democracia, para quienes han ocupados cargos públicos, los que aspiran a ello, esta oportunidad de no gobernar es una oportunidad magnifica de replantear los partidos y sus dirigentes, para estructurarlos con ideologías, con identidad y en el que se infunda el respeto por los dineros ajenos, no se acepte la corrupción y se aislé a esos tipos que tanto daño le hicieron a la democracia.

Debemos, y así lo consideramos en la Corporación Primero Antioquia, que gobernar implica compromiso, formación y sentido de nación, es decir actuar proactivamente con una conciencia divina, en la que reconozcamos como propósito las tradiciones, la familia, valores, y sobre todo que nos preparemos y eduquemos para construir un mejor país a partir del momento en que recuperemos el poder.

miércoles, 15 de enero de 2020

"... no lo vamos a entregar..."


Por José Alvear Sanín*

José Alvear Sanín
Acaba de reiterar el doctor Álvaro Uribe Vélez: “el país no se lo vamos a entregar a la izquierda extrema”. La anterior es una declaración de la mayor importancia en un país que ya se acostumbró a la entrega del Estado. Falta, entonces, entregar el país…

Por eso, la determinación del expresidente de seguir luchando no constituye una declaración banal ni rutinaria. Toda su vida política ha respondido al deber de preservar la democracia y el estado de derecho. Estamos en presencia de un líder, el único que tenemos, dispuesto a proseguir en la línea de su destino. Esta es una llamada imperiosa dentro de un combate a la vez ideológico y fáctico, que viene suspendido por parte del gobierno y la clase política, mientras los enemigos de la democracia y de la sociedad no descansan: unos organizan paros, manifestaciones y mingas; otros inhiben la acción legislativa; otros se hacen recibir para presentar centenares de peticiones imposibles, otros dictan fallos prevaricadores; otros escriben infundios que resuenan por redes y emisoras; otros indoctrinan desde el kínder hasta los postgrados; otros desinforman a los extranjeros; y así, ad náuseam.

En la política, la transacción y la componenda predominan. En sí, eso no era alarmante cuando los actores —liberales y conservadores— discrepaban en los detalles, pero estaban unidos por los principios inalterables de la civilización política, plasmados más en el sentimiento colectivo que en la propia Carta; pero ahora, transigir y componer es imposible, porque entre las ideas democráticas y el marxismo-leninismo no existen, ni pueden existir, consensos.

Mientras una primera y comodona parte cree posible coexistir civilizadamente con la otra, la segunda, en cambio, solo se conformará con el aplastamiento de la primera.

Pues bien, la tragedia colombiana es que, aun a corto plazo, no es posible preservar la democracia si el gobierno tiene que permanecer sometido por una supraconstitución, adoptada contra la voluntad popular para asegurar el predominio de un grupúsculo que apenas consigue, si mucho, 50.000 votos en un país de 48 millones…

Si no se desgarra esa camisa de fuerza, la única gobernabilidad posible será la del gobierno de transición, es decir, caer en la tentación que ronda la administración Duque desde su comienzo.

Por tanto, hay que celebrar con máxima cautela la posible llegada del gabinete de Cambio Radical y el Partido de la U. Si esa nueva alineación entra para fortalecer las fuerzas democráticas, ninguna noticia sería mejor; pero como ninguna de esas clientelas ha desmentido su compromiso visceral con el tal Acuerdo Final, existe el riesgo de que, en vez de fortalecer, vayan a minar la administración, conduciéndola por la senda fatal de “la transición”, la entrega total.

Nunca una “buena administración” ha sido inconveniente, pero ahora lo que Colombia reclama es gobierno. ¿Será posible pasar de gestor a líder?

La administración actual es buena, pero ¿qué sentido tendría mejorar el país, si a la vuelta de 30 meses se le acabase de entregar a la extrema izquierda?

***

¿Cómo encaja dentro de la economía naranja una “bebida funcional con ganoderma y otros extractos de frutas del Pacífico”, de uso ancestral, para el tratamiento de cáncer de seno, cérvix y cerebro, producida por el Laboratorio Selvacéutica, de Quibdó, de propiedad de la doctora Mabel Torres, ministra de Ciencia, Tecnología e Innovación de la República de Colombia?