Luis Alfonso García Carmona
“La mala fe, la perfidia, la mentira, la crueldad, los
asesinatos y todos los otros
procedimientos de este género que ocasionalmente pueden parecer útiles al
poder de la camarilla que gobierna o para la prosperidad del Estado, son en
sí mismos – en la medida en que constituyen actos políticos, es decir, actos
que afectan en cierto grado la conducta común– perjudiciales al bien común,
y tienden por sí mismos a corromperlo.” (Jacques Maritain)
No hace mucho
señalábamos cómo mantiene el sátrapa los factores de poder con los que
aspira atornillarse a la silla presidencial, en cabeza propia o en la otro de
su absoluta confianza.
Pero no existe nada
más volátil que la política y lo que hoy parece inmutable mañana deja de serlo.
Es lo que le ha pasado a Petro, para infortunio suyo en los últimos días.
Como si el país no
estuviera atravesando una oscura etapa de inseguridad, caos y desorden, se
empeñó en convertirse en líder de la causa palestina, arrojando toda
clase de invectivas en contra de Netanyahu, el Estado israelí, tradicional
aliado y socio comercial nuestro, y el presidente Trump. Se olvidó de los
secuestrados del ELN y de las FARC, de los desplazamientos forzados de
campesinos que estos bandoleros vienen causando y de los múltiples atentados de
la guerrilla en contra de civiles y efectivos de la fuerza pública en el
Catatumbo, Cauca, norte de Antioquia, Nariño, etcétera. Mientras tanto, los
Estados Unidos consiguieron, por primera vez en la historia, la firma de un
acuerdo de paz entre las partes, Como se lee en el Quijote, “Muchos van
por lana y vuelven trasquilados”.
Empecinado en su torpe
gestión internacional, la emprendió contra el presidente Trump cuando este
decidió enfrentar el tráfico de drogas que ejerce el Cartel de los Soles
bajo la dirección de Nicolás Maduro, el usurpador del poder en Venezuela.
Ofreció apoyarlo con 25 000 soldados, suscribió un pacto para convertir el
epicentro de la producción de coca, El Catatumbo, en una zona binacional
manejada por ambos, a su antojo. Ante la Asamblea de ONU había manifestado: “Dicen
que los misiles en el Caribe eran para detener la droga. Mentira, eran
simplemente jóvenes pobres de la América Latina”.
Aprovechó su paso por
New York para intervenir en una manifestación callejera calificando de asesino
a Trump e incitando a los militares americanos a desobedecer las órdenes de
su jefe. Ese monumental “oso” le valió las sanciones del gobierno
americano, que lo privó de la visa, y lo incluyó, junto con su
familia y su cómplice Benedetti en la Lista Clinton. Aunque por el momento
no se han aplicado sanciones arancelarias en contra de Colombia, sí hay una
seria advertencia sobre las severas acciones que adoptará el gobierno de Trump
en el caso de que no se produzcan cambios inmediatos en la política de
protección al cultivo del ilícito y a sus capos.
No ha sido mejor la
suerte del tirano en la política interior. Incumpliendo las normas que
impiden su participación política en favor de candidatos o partidos,
movió todos los hilos para que en la consulta de la izquierda fuera admitido el
movimiento Pacto Histórico, por el cual se había inscrito su candidato
preferido, Daniel Quintero. Cuando la Registraduría, ateniéndose a la
legislación vigente, negó la participación de ese movimiento junto con los
otros partidos inscritos, montó en cólera. Ya ni ese movimiento ni su amigo
Quintero, de ingrata recordación en Antioquia, podrán participar en el debate
presidencial.
Por los lados del
Congreso, ya la mermelada que ha repartido a manos llenas parece que no surte
efectos. Le fue archivado el proyecto de reforma a la salud hasta que el
Gobierno solucione el problema de la financiación. Por otro lado, la
Corte Constitucional devolvió el texto de la reforma pensional pues la
Cámara de Representantes no cumplió con los requisitos exigidos por la Corte.
Y, para rematar. cuando esperaba el tirano que la plata y la amenaza seguirían
surtiendo su devastador efecto, el Tribunal Superior de Bogotá, fallando
conforme al derecho y haciendo caso omiso de toda presión, absuelve en segunda
instancia al expresidente Uribe Vélez, condenado injusta e ilegalmente por una
juez amiga del régimen.
Después de tres años de
Gobierno vino a enterarse, a la fuerza, de que en Colombia existe un sistema
democrático con una separación de poderes para evitar el poder omnímodo
de uno sobre los demás. Reyezuelos como Petro no caben en nuestro sistema. Lo
peor para él, es que la opinión pública, antes desentendida del tema político,
ahora lo sigue paso a paso en las redes, y los noticieros tradicionales y
virtuales, lo que ha permitido entender la falacia y el engaño con los
que la izquierda pretende lavar el cerebro a la población.
El magnetismo que
emanaba de su locuacidad y su desbordado cinismo ha mutado en un sartal de
sandeces que mueven más a la risa que a despertar solidaridad con sus demenciales
sueños. Con bombos y platillos se anunciaron marchas de apoyo a “la
constituyente” cuyo articulado presentó el exministro Montealegre antes de
su intempestivo retiro. Se trasladaron indígenas a la capital, se presionó a
empleados públicos para asistir, se gastaron millones de pesos en su promoción
por las redes sociales, y el resultado no pudo ser más pobre. Ni media plaza de
Bolívar pudo ser copada para la foto.
Fue un lúgubre augurio
de lo que ocurriría en la consulta organizada por los partidos de izquierda para
elegir nada menos a que a su candidato a la Presidencia y a los candidatos al
Congreso. Los registros indica que la votación alcanzó solamente 2 753 738
cuando en las elecciones similares de hace 4 años, según registra el MOE, fue
de 5 573 398. Representa, una caída libre del 50.5 %, fruto de la pésima
gestión de la camarilla gobernante y del desbarajuste interno de la dirigencia
zurda.
Para “acabar de ajustar”,
como dicen las señoras en Antioquia, ya dejamos de depender de los pacatos y
tibios dirigentes de la derecha que no permiten ni siquiera que se hable mal de
Petro. Tampoco estamos a la espera de que llegue la otrora ansiada unión. Los
que manifestaban que no tenían inconveniente en participar en el proceso de
unión cambiaron su discurso por el del “fuego amigo”, tan pronto
apareció en la palestra ´política el fenómeno de Abelardo de la Espriella,
hablando fuerte y con claridad sobre lo que el país requiere, presentando sus
ideas en lenguaje fácil de comprender por gentes de todos los estratos,
utilizando técnicas modernas de marketing y, sobre todo, diciendo con
sinceridad lo que cualquiera de nosotros diría si estuviéramos en su lugar.
Como si algo faltara
para que Petro definitivamente siguiera en caída libre surgió el emotivo y
jubiloso respaldo de las gentes decentes de este país a la candidatura de De
la Espriella, alias “el Tigre”. Ya dejamos de depender de esa dirigencia
buena para nada y de esos aspirantes a la Presidencia que se visten ahora de
oposición, aunque en 3 años no escribieron ni una palabra contra este ominoso
régimen. Vamos con todo por la reconstrucción de Colombia con Abelardo
de la Espriella.
Lo que nos está
sucediendo parece haber sido previsto por Marco Aurelio en sus Meditaciones,
cuando escribió: “No pienses, si algo te resulta difícil y penoso, que sea
imposible para el hombre; antes bien, si algo es posible y connatural al
hombre, piensa que también está a tu alcance”.
Y, ¿qué hay de Petro?
Sigue en caída libre.
