Fredy Angarita
Cada generación inventa sus propios gritos,
pero los jóvenes del siglo XXI ya no gritan, viralizan, ya no alzan pancartas
de tela, sino imágenes que viajan en un segundo por pantallas anónimas, memes,
íconos, banderas nacidas del manga. Lo que antes era ideología, hoy es símbolo;
lo que antes era consigna, ahora es #hashtag.
En Asia y África, la bandera de One Piece
–una calavera con sombrero de paja–, ondea en manifestaciones que exigen
democracia, electricidad y libertad digital[1]. Según The Guardian,
esa imagen “se convirtió en un símbolo de liberación” para la juventud
asiática que desafía regímenes autoritarios.[2]
La ficción se filtró en la realidad, el dibujo
dejó de ser entretenimiento y se volvió estandarte. No es la primera vez.
En los setenta fueron las flores del flower
power: resistencia pacífica, el amor como protesta. En los ochenta, el
grafiti pasó de ser un acto clandestino a un símbolo cultural global de
rebeldía, creatividad y resistencia. En los dos mil, la máscara de Anonymous
se transformó en protesta contra el poder financiero y político. Cada tiempo
reescribe sus símbolos de resistencia.
Le Monde reportó que, en Antananarivo, capital de
Madagascar, “los manifestantes usaban iconografía de la cultura pop para
exigir dignidad”[3] The Statesman
confirmó que, en Katmandú, capital de Nepal, “una figura del manga japonés
se convirtió en emblema contra la censura digital”.[4]
Quizás los jóvenes –la llamada generación Z o
centennials– comprendieron algo que los adultos olvidamos: un símbolo no
necesita permiso, ni discurso, ni partido, solo necesita ser sentido. Un
dibujo, un color, una máscara… pueden convertirse en refugio cuando las
palabras ya no bastan.
Los símbolos juveniles ya no pertenecen a un
país, sino a una emoción colectiva, la de no querer callar más. Ahí está su
poder.
Hasta el momento no está claro, de forma
documentada, que en Colombia se use esta insignia en protestas, pero ya está en
el radar.[5]
Este año, la protesta que más marcó el entorno
nacional no fue una marcha, sino un grafiti, el mural “Las cuchas tienen
razón” generó debate y resistencia.
*En Medellín, fue eliminado del deprimido de la
Terminal del Norte por orden de la Alcaldía, desatando una fuerte discusión
pública sobre memoria histórica y desapariciones forzadas.[6]
*En Bogotá, el mural fue pintado el 17 de enero
de 2025 y cubierto la noche siguiente con pintura negra por personas vestidas
de negro, provocando su viralización y nuevas intervenciones artísticas. [7]
*En Cali, el mural fue borrado parcialmente
entre el 19 y 20 de febrero por cuadrillas de la Alcaldía durante labores de
infraestructura; la administración argumentó que la obra “no estaba
priorizada”.[8]
*En Bucaramanga y Manizales, el mensaje también
apareció y desapareció, multiplicando la polémica sobre el borrado y la
memoria.[9]
En un país quizás el desafío no sea borrar los
símbolos, sino aprender a leerlos. Ni la derecha ni la izquierda tienen el
monopolio del dolor, ni del sueño. Que los muros, las máscaras y las banderas
no nos dividan más, sino que nos recuerden que seguimos buscando lo mismo, un
país que escuche.
[2] https://www.theguardian.com/world/2025/sep/24/how-one-piece-manga-flag-became-symbol-asia-gen-z-protest-movement-liberation
[3] https://www.lemonde.fr/en/le-monde-africa/article/2025/09/26/madagascar-at-least-five-killed-after-unprecedented-protests_6745772_124.htm
[4] https://www.thestatesman.com/entertainment/japanese-manga-icon-becomes-emblem-of-youth-protest-against-social-media-ban-in-nepal-1503482968.html
[6] https://elpais.com/america-colombia/2025-01-15/la-eliminacion-de-un-grafiti-reaviva-el-debate-por-la-memoria-de-la-violencia-paramilitar-en-medellin.html
[7] https://www.infobae.com/colombia/2025/01/19/en-bogota-amanecio-pintado-de-negro-el-mural-de-las-cuchas-tienen-razon-colectivos-artisticos-aseguraron-que-si-tapan-uno-haremos-miles
