viernes, 28 de noviembre de 2025

Cuestión de egos

José Leonardo Rincón, S. J.
José Leonardo Rincón, S. J.

A propósito de la actual campaña política se está hablando del asunto. Lo que se dice, en síntesis, es que, si no se dejan de lado tan protagónicos deseos y no se piensa en el bien común, el irrenunciable afán de ganar de algunos nos hará perder a todos. En realidad, es un tema de temporada, pero también lo es de todas las personas todos los días.

Nadie duda de la importancia del auto concepto. La conciencia o percepción que tengo de mí mismo se va construyendo desde el comienzo de nuestra existencia. El imperativo socrático de conocerse a sí mismo, sumado a la importancia del saber aceptarse y quererse, eso que llamamos también la autoestima, es clave como carácter identitario para ubicarse en el mundo y también para saber interactuar y relacionarse con los otros, con el entorno, con sí mismo, inclusive con Dios. También para ser resiliente ante las dificultades y reveses.

Obtener en la vida un ego saludable, esto es, equilibrado, que no sea ni bajo depresivo, ni alto soberbio, arrogante y presumido, sería una conquista monumental. Ese justo medio virtuoso al decir de los filósofos griegos sería basal para ser felices. Con su sabiduría existencial mi madre me lo dijo muchas veces: "No eres más porque te alaben, ni menos porque te vituperen". Eso me ayudó a entender que el reconocimiento externo que nos den es importante, si se quiere indicativo, pero que no se puede depender de lo que los otros te digan, pues te pueden decir mentiras para halagarte y que te sientas bien inflando una realidad que no corresponde o te pueden agredir con falsedades para humillarte y que te sientas mal con el afán de hundirte.¿A quién creerle?, ¿quién tiene la verdad? Descartes diría que la verdad es la realidad de las cosas y la doctora de Ávila que la humildad es la verdad. O sea, ni más, ni menos.

Piero, el cantautor argentino, tiene una bella composición: “Yo soy”, donde dice: “soy un montón de cosas santas, mezclado con cosas mundanas... ¿cómo te explico? ¡Cosas humanas!" Eso es, una amalgama compleja de realidades ciertas que nos posiciona y nos ubica, con los pues bien puestos sobre la tierra. De ahí la importancia de saberlo gestionar de modo que sin lesionar mi existencia, sin afectar mi dignidad, uno tenga la inteligencia, la razonabilidad necesaria para discernir y saber decidir, cuándo ceder y dejar de lado "mi propio amor, querer e interés" (San Ignacio), en aras del bien común. Por su parte, Víktor Frankl, en su obra "El hombre doliente" afirma que uno no podrá decir como Yahvé "Yo soy el que soy", pues no somos una obra terminada, sino que lo correcto sería afirmar algo así como "yo soy el que voy siendo", es decir, el que está en construcción permanente.

En el mundo actual a muchos les encanta derribar estatuas de bronce de otros e inflar sus propios monumentos de plástico desechable.  Son bulldozers para atropellar a otros, pero cristalitos intocables que se desbaratan con solo mirarlos. Luchan encarnizadamente por lo suyo, pero les importa un bledo los otros. Cuestión de egos. Una tarea siempre pendiente, un reto ineludible.