viernes, 14 de noviembre de 2025

Alternativa de supervivencia

Luis Alfonso García Carmona
Luis Alfonso García Carmona

La lectura de las últimas encuestas de favorabilidad de los candidatos a la Presidencia arroja una primera realidad incontrovertible: la lucha se contraerá al candidato de la libertad y democracia, Abelardo de la Espriella y el candidato de las FARC y el Petro comunismo, Iván Cepeda.

El primero acaba de lanzar su aspiración y ya ocupa el primer lugar en el favoritismo de los colombianos. Por supuesto, su sorprendente resultado levantó de inmediato toda clase de críticas entre sus rivales, ninguno de los cuales cuenta con un caudal suficiente para detener la continuidad de la izquierda radical en el poder.

Estos contrincantes olvidaron su papel como posibles alternativas a la solución de la catástrofe en la que estamos sumidos desde hace 3 años. Su única obsesión es detener a toda costa la promisoria campaña de quien ha asumido en solitario la defensa de nuestros valores fundacionales y la reconstrucción de un país dañado seriamente por la inmoralidad, el crimen, y la absoluta incompetencia para el manejo de los asuntos públicos.

Se torna peligrosa la alternativa del candidato Cepeda, quien cuenta con el respaldo de los facinerosos de los distintos grupos en armas, los capos de la droga que proporcionan el combustible para la aventura revolucionaria, el malvado régimen petrista y el mamertismo internacional.

Ha correspondido a nuestra generación enfrentar el más demoníaco enemigo de la patria y parece que no lo hemos comprendido. Cuando debiéramos actuar en modo “supervivencia” parta evitar la caída del país en las tenebrosas garras del comunismo, seguimos jugando a las candidaturas sin un programa serio, sin respaldo popular, sin los recursos necesarios para soñar con la derrota del enemigo.

En lugar de unirnos con fervor a las multitudes que muestran su respaldo al candidato de los “defensores de la patria”, seguimos alimentando el ego suicida de un tropel de aspirantes que solo exhiben su mezquino canibalismo en lugar de conformar una unión real, desinteresada y patriótica.

No nos cansaremos de advertir sobre este suicidio que nos impedirá derrotar de una vez y para siempre la amenaza marxistaleninista. Nos recuerda cuando en la década de los 30 esa gran figura de la política mundial, Sir Winston Churchill, denunciaba los peligros de negociar con el maníaco genocida Adolfo Hitler, mientras los jerarcas de su partido seguían jugando a la política del statu quo y de la conciliación con ese engendro del mal.

Llamo, pues, la atención sobre este crucial dilema: en las elecciones tendremos la última oportunidad para abortar la toma definitiva del poder por parte de la extrema izquierda para convertir a Colombia en otro “paraíso socialista”, en el que se vulnerarán nuestros derechos, se implementará un sistema totalitario que no reconocerá otro derecho distinto a los que sean permitidos por la revolución, se expropiarán propiedades y empresas, vendrá la crisis económica y la quiebra del Estado, se dispararán las cargas tributarias, el Estado se convertirá en el dueño de las vidas y de las familias, y estaremos condenados a soportar la hambruna o a emigrar por extraños países en busca de nuestro sustento.

Para sortear esta dura pero incontestable posibilidad sólo nos queda aprender a distinguir lo fundamental –nuestra supervivencia y nuestros valores– de lo efímero de las vanidades humanas. Y prepararnos para la lucha a fondo para conseguir en el Congreso y la Presidencia la victoria sobre los agentes del mal. Es nuestra única opción. No la dilapidemos permaneciendo indiferentes a la lucha cultural que hay que librar. No sirvamos de inútiles comparsas de quienes toman a la ligera este proceso electoral.

Seamos capaces de reconocer con madurez cuál es la alternativa en esta coyuntura que llamo “de supervivencia”. Ignoremos los llamados a socavar la reputación de nuestro líder natural con malintencionados rumores, hipotéticos señalamientos o pesimistas predicciones. Si no aprovechamos esta oportunidad, no podremos reintentarlo después. No seamos inferiores nuestro destino.