jueves, 2 de octubre de 2025

Loco furioso... ¿y qué?

José Alvear Sanín
José Alvear Sanín

Los alucinantes episodios de locura frenética en la sede de la ONU y en las calles de Nueva York, superan todo lo que podría esperarse de Petro.

Desde aquel horrible 7 de agosto, no ha dejado de protagonizar diariamente un escándalo. En 1206 ocasiones ha llamado la atención con groserías, vulgaridades y procacidades, cuando no ha incurrido en actos públicos de depravación o en conductas más o menos fronterizas con el Código Penal, empezando por el desconocimiento de providencias judiciales, o proponiendo actuaciones contrarias a la Constitución, actos indignos todos ellos, e impropios, aun en adictos reconocidos.

¿Como es posible que un individuo en tan deplorable estado de salud mental haga y deshaga desde la Presidencia de Colombia?, pero como todo se le ha tolerado, cada día opaca su anterior escándalo con otro peor, hasta el extremo de que nadie es capaz de seleccionar, digamos, los cinco momentos más escabrosos y desquiciados, hasta ahora, de su actuación... porque todo en ella ha sido delirante.

Sin embargo, lo de Nueva York es asombroso, incluso viniendo de él. El discurso ante un auditorio vacío es bochornoso para Colombia por la exaltación estridente, la gesticulación extravagante, la indumentaria inapropiada y la supina estupidez del discurso, todo ello propio de un orate.

No le bastó con evocar nostálgicamente a Stalin e insultar a Trump, sino que decretó, con todo y banderita, la guerra a muerte a Israel y los Estados Unidos, para lo cual empezó a recoger nombres “de colombianos y colombianas” para formar un ejército superior al de la mayor potencia militar de la historia, con el fin de liberar a Gaza, en el que él, personalmente, se va a enrolar, aunque todavía no nos ha dicho si lo hará como simple soldado o como generalísimo...

Y luego, en la calle, apareció gritando, megáfono en mano, un chorro de desatinos, dislates y despropósitos, incluido el llamado a la U.S. Army para que desobedezca a su presidente, lo que sin duda alguna es un delito federal.

Ahora bien, ya no hay duda de que estamos en poder de un loco furioso, que al regresar a Colombia no será llevado con camisa de fuerza a donde corresponde, sino que seguirá acabando con el país.

Entonces, como no hay quién recluya a este peligroso lunático, tendremos que esperar algo parecido a lo que sucedió en 1921, cuando el emperador Yoshi-Hito, que no enfatizaba sus discursos con un lapicito, sino que formaba un telescopio con los documentos para mirar la audiencia, tuvo que ser depuesto el día que se empelotó en público.

Al paso que vamos, es de esperar que Petro no se demore mucho en emular en cueros con el japonés. Al fin y al cabo, estamos entre emperadores, pero el nuestro es galáctico, en tanto que el otro apenas era terráqueo.