miércoles, 29 de octubre de 2025

De las mesas vacías a las urnas repletas

José Alvear Sanín
José Alvear Sanín

Después de los ínfimos resultados del Pacto Histórico en las elecciones de Consejos de la Juventud, y de la bien merecida inclusión de Petro en la Lista Clinton, en medio de la inseguridad total, el caos económico y social, y el inocultable desequilibrio mental del gobernante, el fracaso en la consulta popular del partido de Gobierno, el 26 de octubre, era inevitable..., pero ¡oh sorpresa!, a medida que pasaban las horas, los boletines de la Registraduría inflaban las cifras, hasta el punto en que las urnas vacías terminaron repletas de votos.

A medida que escuchaba “los resultados”, recordaba la famosa, absurda e innecesaria “consulta anticorrupción” de Claudia López, donde pasó lo mismo...

Pero esta vez, la consulta ofrece un nuevo elemento, poque un gran jurista me hace caer en cuenta de que, si el Pacto no alcanzaba el umbral, unos dos millones de votos, perdía una abultada “reposición” de $ 5.000 millones, varias veces superior a los gastos efectuados por todos los que figuraron en estas elecciones, verdadero simulacro, o ejercicio, de lo que preparan para los comicios de marzo 2026, en ruta hacia las presidenciales, si es que las hay.

Al lado de la discusión sobre la posible magnitud del fraude, hay un hecho indiscutible, “la ratificación electoral” de la orden del Politburó, en el sentido de que el Gobierno tiene que llevar a Cepeda a la presidencia, mediante la combinación de todas las formas de lucha (guerrilla, propaganda, mermelada, violencia, bodegas, algoritmos, etc.), de manera que el previsible autogolpe ya no sea para la reelección del pintoresco orate, sino para la elección del Lenin colombiano, frío, cerebral, inflexible, calculador y doctrinario, que permita pasar de la preparación a la ejecución de la revolución comunista, con la eliminación de las libertades individuales y la implementación del modelo colectivista, improductivo, despótico y totalitario.

Ante esta aterradora perspectiva, la única respuesta parcialmente correcta es la del autoprecandidato Mauricio Cárdenas, cuando dice: “Nos unimos o nos hundimos, porque a continuación invita a la unión de un dizque ‘centro’: Fajardo, un tal Oviedo, Galán, etcétera, es decir otros autoprecandidatos, pero más ineptos y con menos votos, porque para estos insípidos señores es preferible un gobierno de extrema izquierda a uno de derecha constitucional, como sería, por ejemplo, el de Abelardo de la Espriella.

Desde luego, nadie puede decir que Petro sea mejor que Cepeda, aunque el camino por el que nos llevan hacia la revolución sea menos horrible que la cosa misma.

Sin embargo, dada la megalomanía de Petro y su delirante vocación imperial, no es de descartar que su previsible autogolpe, en lugar de conducir rápidamente a Cepeda al poder, postergue largamente la aspiración de este último, porque si se aplazan las elecciones, Petro se quedaría indefinidamente hasta lograr su “paz total”, haciendo así la felicidad de todos los congresistas, gobernadores, diputados, alcaldes y concejales, hasta cuando sea posible hacer elecciones bajo la Carta dictada por el poder constituyente popular.

¡Como los gobiernos comunistas no sueltan el poder, muchos piensan que, si no cae Maduro, Petro se queda...!