lunes, 8 de septiembre de 2025

Trimestre esperanzador en medio del dolor

Luis Alfonso García Carmona
Luis Alfonso García Carmona

Diría en primer lugar que solamente la fe en el Divino Creador y la reciedumbre de nuestro pueblo nos han permitido sobrellevar el inmenso dolor que las fuerzas del mal han causado a Colombia en el último trimestre. Comenzó este itinerario del crimen el 7 de junio con el asesinato del precandidato a la Presidencia de la República y senador, Miguel Uribe Turbay. Sin reponernos aún de tan penosa pérdida, nos enfrentamos al asesinato de una docena de integrantes de la Policía Nacional atacados por un dron cuando viajaban en una aeronave en cumplimiento de sus labores en las cercanías de Amalfi (Antioquia). Al día siguiente, (22 de agosto) una tractomula cargada de explosivos causa una tremenda masacre a las puertas de la base aérea de Cali. Pocos días después (25 de agosto) 34 soldados son secuestrados por una turba para impedir su labor de control en el Guaviare ¿En cuál país del mundo se ordena a los militares dejarse secuestrar, desarmar y humillar como se hace en Colombia con frecuencia con la aquiescencia del propio Gobierno? Todavía recordamos las palabras de un ministro del Interior de cuyo nombre no queremos acordarnos, quien dijo que un secuestro como este era “un cerco humanitario” y de la orden del presidente a los militares de regresar a su base sin prestar ayuda a los policías secuestrados. Como resultado, uno de los agentes fue degollado por la chusma ante la impotencia de sus compañeros.

Indica a las claras esta serie de funestos eventos el evidente propósito de la izquierda radical de arrinconar a la sociedad, atemorizarla y, con ayuda del terror, perpetuarse en el poder.

Craso error. Olvidaron los enemigos de Colombia que nuestro pueblo se crece ante la adversidad y convierte estos agravios en incentivos para la unión de voluntades, y el propósito de recuperar el orden y la tranquilidad reina por doquier.

Buen ejemplo de ello es el impacto que en la opinión pública ha causado el anuncio del lanzamiento de la candidatura del abogado Abelardo de la Espriella el pasado 14 de agosto. El 18 del mismo mes el general Eduardo Zapateiro declinó su candidatura y se unió a la del doctor De la Espriella. Igualmente, el doctor Enrique Gómez Martínez, presidente del Partido Salvación Nacional se unió al candidato De la Espriella el 26 de agosto y aceptó asumir las funciones de Jefe del Debate en su organización. A pesar de los pocos días transcurridos, ya las estadísticas lo colocan en primer lugar y la tendencia continúa aumentando.

No se trata de un movimiento personalista o de grupo. Ante la arremetida violenta del extremismo de izquierda, no dejaron otra alternativa a las mayorías distinta a escoger la propuesta más contundente. Si se plantea la aniquilación de la libertad y de la seguridad de las personas y sus bienes, no hay otra opción que enfrentar la amenaza con todo el peso de la ley y con la fuerza de unas mayorías aplastantes. A la vera del camino quedarán los pusilánimes que no quieren arriesgar nada, los “centristas” que busca quedar bien con Dios y con el diablo, los que se acostumbraron a usufructuar las migajas del presupuesto.

Para muestra un botón. En la reciente elección de un magistrado de la Corte Constitucional fracasó el régimen con su cornucopia repleta de mermelada. El Senado, con absoluta independencia se apartó de las presiones indebidas y votó por quien consideró más apto. Comienza, pues, a desmoronarse la manipulación del régimen a la rama legislativa.

Esa esperanza que nos ilumina en medio del más profundo de los dolores, nos la detalla Jacques Maritain en esta reflexión:

“Un único principio de liberación, un único principio de esperanza, un único principio de paz puede levantar la masa de la iniquidad y de la maldad y triunfar sobre ella, porque ese principio desciende a nosotros desde la fuente creadora del mundo y es más fuerte que el mundo: el amor fraternal, del que el Evangelio ha promulgado la ley, para escándalo de los poderosos y que es, como bien sabe el cristiano, la caridad misma de Dios difundida en los corazones”.