Rafael Uribe Uribe
En Colombia,
el humor popular no es solo una forma de reírse de la vida: es una herramienta
de análisis social. Las frases que usamos para describir lo absurdo, lo
exagerado o lo frustrante tienen una capacidad única para capturar el sentir
colectivo. Y si hay un personaje hecho a la medida de estas expresiones, ese es
Gustavo Petro.
Desde que
llegó a la Presidencia se ha convertido en el protagonista de una narrativa que
mezcla política, redes sociales y calle. Su estilo de gobierno, sus discursos y
hasta sus silencios han sido interpretados por el colombiano común con una
creatividad lingüística que no tiene nada que envidiarles a los analistas
políticos.
Cuando el
presidente afirmó que los pobres no usan gasolina, la congresista Lina María
Garrido respondió con una frase que ya es parte del folclor: “las motos
se tanquean con babas”. Una forma directa de señalar la desconexión
entre el discurso oficial y la realidad de millones.
La imagen de
Petro como hombre humilde ha sido parte central de su narrativa. Pero en el
imaginario popular, esa historia se transforma en frases como “tan pobre
que cuando pasa el camión de la basura le deja una factura”. El humor,
aquí, no solo entretiene, cuestiona. Y surge una pregunta: ¿con hijos viviendo en
París y la esposa en Italia no es oligarca?
Su gestión en
temas como la reforma a la salud o el manejo económico ha dejado a muchos
confundidos. Y nada lo resume mejor que “más perdido que piojo en peluca”. Sus discursos, cargados de
referencias históricas y giros inesperados, hacen que más de uno se pregunte
dónde está el GPS ideológico del Gobierno.
Petro es
incansable en redes sociales, pero su ritmo de ejecución ha sido blanco de
críticas. Soy experto fingiendo que la opinión de los demás me importa,
revela una percepción de supuesto esfuerzo sin resultados concretos y cómo
desoír sugerencias de todo tipo.
En su
gabinete, los cambios constantes y las contradicciones son el pan de cada día. “Está
más embolatado que aguacate en ceviche”, es la forma en que el
colombiano resume esa sensación de caos administrativo.
Los escándalos
que han salpicado su entorno político también tienen su frase: “tan
salado que se le ahoga el pez en la pecera”.
Sus
alocuciones interminables, muchas veces sin acciones que las respalden, se
describen con precisión callejera: “echa más carreta que vendedor de
Herbalife”.
Incluso sus
momentos más desconcertantes, como los trinos incoherentes tras atender una
agenda privada reciben su dosis de sarcasmo: “más ordinario que submarino
con gotera”.
Este refranero
popular no es solo una colección de frases graciosas. Es una radiografía del
sentir nacional. Petro, como figura que polariza se convierte en el espejo que proyecta
las frustraciones, esperanzas y sarcasmos. Acá, hasta la política tiene sabor a
chiste callejero.
El Rincón de Dios
"Por
favor, Job, explícame esto, tú que eres tan viejo y sabio".
