martes, 2 de septiembre de 2025

Es posible alcanzar lo imposible

Luis Alfonso García Carmona
Luis Alfonso García Carmona

Durante los tres últimos años hemos padecido los colombianos la etapa más tenebrosa de nuestra historia. Sin una solución a la vista, hemos presenciado cómo la criminalidad, el terrorismo, la corrupción y el narcotráfico han dejado su horrorosa huella en el territorio de la Patria y colmado de angustia a nuestros compatriotas.

Condenados a soportar un régimen obsesionado con la implantación del fracasado “socialismo del siglo XXI”, y dedicado exclusivamente a aferrarse perpetuamente al poder y a destruir lo construido en el pasado, nos hemos debatido en una estéril búsqueda de propósitos, liderazgos y acciones colectivas para superar la hecatombe.

Aturdidos por el cúmulo de desgracias que a diario derrama el régimen sobre nuestra atribulada sociedad, perdimos de vista la máxima de oro que nos dejó Marco Aurelio: Todas estas cosas que estás viendo, pronto se transformarán y ya no existirán” (Meditaciones, pag. 82).

Tampoco hemos gozado de la serenidad, en medio de los infaustos acontecimientos de los últimos días, para comprender que el grado de ignominia al que ha sido sometida nuestra patria con los viles asesinatos de Miguel Uribe, de los policías derribados con un dron y de la población caleña atacada con una tractomula cargada de explosivos frente a la base aérea, ha generado la más profunda reacción ciudadana contra los enemigos de Colombia incrustados fraudulentamente en el poder y sus aliados narcoterroristas.

Cambió la política como reacción a la violencia, a la grotesca impunidad con la que se quiere cubrir a sus responsables, a la sesgada justicia que condena a los inocentes y libera a los bandoleros, a la execrable gestión de un Gobierno ejercido por mediocres, sin escrúpulos éticos, y fanatizados por la ponzoña del marxismo.

La discusión sobre la copiosa lista de autonombrados presidenciables quedó en un segundo plano. Pasaron la mayoría de ellos, sin pena ni gloria, como pequeñas almas que sustentan un cadáver”, al decir de Epicteto, sin aportar nada a las esperanzas de un país carente de liderazgo.

Por fortuna un aire nuevo se respira por doquier. Un solo objetivo reúne a los colombianos de bien, es decir al 99 % de la población que no estamos involucrados en la criminalidad, en la corrupción, en el narcotráfico ni en la guerrilla: defender el país.

Líderes de la talla de Abelardo de la Espriella, Enrique Gómez Martínez y el general Eduardo Zapateiro comandan esta legión de buenos ciudadanos que salvarán a Colombia.

No será a través de la condescendencia con el delito, de las buenas maneras con los corruptos, del blindaje al sucio negocio de la coca, de la impunidad para los salvajes terroristas de las guerrillas, aunque ahora se hagan llamar “disidencias”. Será con la sencilla fórmula de ejercer la autoridad para que la ley proteja a los buenos y castigue a los malos. Sólo hacen falta dos cosas: Voluntad política y coraje.

Dos acciones se requieren de manera inmediata:

1. Respaldemos sin egoísmos la denuncia contra Petro que cursa en la Comisión de Acusaciones por indignidad, pues está probada la extralimitación de lo que gastó su campaña por encima de los límites fijados por la ley. La sanción, de acuerdo con el art. 108 de la Constitución, es la separación del cargo de presidente.

2. Unámonos con quienes mejor interpretan los deseos de seguridad, justicia y salvación del país, para que todos los colombianos de bien, en la consulta interpartidista del próximo marzo, escojamos el candidato que lidere este proceso de derrotar a la criminalidad y salvar a Colombia.

Nos recomienda Marco Aurelio”: “Conseguirás tus propósitos, si ejecutas cada acción como si se tratara de la última de tu vida, desprovista de toda irreflexión, de toda aversión apasionada que te alejará del dominio de la razón, de toda hipocresía, egoísmo y despecho de lo relacionado con el destino” (Meditaciones, pgs. 60 – 81)