lunes, 11 de agosto de 2025

Estamos de acuerdo con el "fuera Petro", pero tendría que ser ya

Luis Alfonso García Carmona
Luis Alfonso García Carmona

A medida que se le acaba el tiempo al camarada guerrillero que ejerce fraudulentamente la presidencia, va acelerando el paso en su perverso cometido de allanar todos los obstáculos que puedan impedir la indefinida continuidad del maquiavélico Pacto Histórico en el poder.

Intentaron a través de uno de sus brazos armados, las FARC, asesinar al precandidato presidencial Miguel Turbay, quien aún se debate entre la vida y la muerte. En un simulacro de juicio, plagado de sesgadas decisiones, intentan acallar al máximo exponente de la oposición, el expresidente Álvaro Uribe, condenándolo a 12 años de prisión domiciliaria, efectiva estando vigente la presunción de inocencia, por considerar como altamente peligroso para la sociedad a quien ha sido reconocido como el mejor presidente del último siglo.

No paran allí los presurosos pasos con los que el guerrillero presidente nos conduce como borregos hacia la dictadura anarco comunista. Mediante gestión del Alto Comisionado para la Paz un delincuente condenado a 40 años por secuestro y terrorismo es designado “gestor de paz” y dejado en libertad.

No fue suficiente con subir a la tarima de honor en acto presidido por el camarada Aureliano en La Alpujarra, Medellín, a los capos de diferentes bandas criminales, sino que ahora el propio ministro de Justicia prepara un proyecto de ley para crear nuevos beneficios para semejantes facinerosos.

A espaldas del Congreso y de la opinión pública firma ahora el Gobierno nacional con el usurpador del poder en Venezuela, Nicolás Maduro, un inconstitucional acuerdo para constituir una zona binacional en el Catatumbo colombo-venezolano, epicentro del cultivo y la exportación de coca, cuya gobernanza estará encomendada a un “grupo de trabajo” sin definir, lo que equivale a una entrega de una parte significativa de nuestra soberanía territorial al ELN y a la dictadura madurista.

Mientras, a pasos agigantados, se cierne sobre los colombianos la sombra de la dictadura narco comunista del Socialismo del Siglo XXI, siguen agravándose temas que agobian a los colombianos, como el desmoronamiento del sistema de salud que ahora se reorganizará por decreto, con violación de nuestro sistema legal. El déficit fiscal, originado en un oceánico derroche de la camarilla gobernante, tiene al fisco nacional al borde del colapso, que aspira este irresponsable régimen conjurar con una nueva reforma tributaria que terminará por ahogar cualquier intento de recuperación de nuestra economía.

De la seguridad, principal preocupación de mis compatriotas, para qué hablar. El pie de fuerza del Ejército pasó de 239 618 a 167 992, es decir, una rebaja del 29.8 %. Por su parte, los grupos ilegales en 2025 alcanzaron 21 958 efectivos con un 45 % de aumento. Esto fue acompañado de todo un programa de desmantelamiento de la fuerza pública como lo detallé en pasado trabajo[1].

Y así podríamos continuar indefinidamente: por todos los medios se intenta ocultar la gravedad del escándalo de la UNGRD, en el que están vinculados hasta los tuétanos altos dignatarios designados por el camarada reinante y sus aliados en el Congreso. Se adoptan absurdas decisiones en contra de la explotación de hidrocarburos y exportación de carbón a Israel. Se aleja cada vez más la inversión nacional y extranjera. Aumenta la emigración de capitales y empresarios. Se consolida el negocio del narcotráfico y se protege a sus cabecillas.

Toda la razón asiste al columnista Carlos E. Chacón, cuando afirma: “Según la encuesta Sabemos, el 89 % de los encuestados dice estar dispuesto a defender la democracia liberal activamente. Esa voluntad debe empezar a traducirse en acción, con sentido de urgencia y propósito. No basta con estar dispuesto. Es necesario participar en el debate público, alzar la voz frente a los abusos, exigir el respeto a la Constitución, respaldar iniciativas serias y hacer pedagogía sobre lo que está en juego.

Movilizarse no significa marchar detrás de un caudillo, sino organizarse, deliberar, actuar desde la familia, la empresa, la ciudadanía, los gremios, las organizaciones sociales y la academia. Porque si los signos de alarma son evidentes y no reaccionamos, la omisión nos hace responsables de perder la democracia. Que no se nos haga demasiado tarde para defender lo que, si se pierde, costará generaciones recuperar: la libertad y una democracia, con límites al poder y reglas claras.[2]

A quienes sienten compromiso moral y patriótico con nuestro país en manos de la más denigrante representación en el poder público, los invitamos a participar en el Frente Patriótico que unirá a todos los colombianos de bien sobre un sencillo plan para la reconstrucción del país. Formaremos una coalición triunfadora que, escoja mediante una consulta popular abierta el mejor candidato que pueda representar nuestros intereses, que son los de Colombia.