Tristemente, en medio de un
marco generalizado de impunidad, intolerancia y violencia genética, Colombia
despide una vez más a otra de sus promesas.
Y no es que hayamos retrocedido
35 años. Es que hemos perdido miserablemente 3 decenios y medio, y nada que
aprendemos a vivir, o al menos a coexistir de una manera civilizada. Cada vez
más nos empeñamos en tratar de demostrar que somos un proyecto de sociedad
fallido. Y a fe que lo estamos logrando.
De una manera respetuosa pero
cruda, expongo una lista de chequeo que evidencia entre la realidad y la
imaginación como en Colombia se cometen magnicidios, se anuncian magnicidios,
se irrespeta la vida humana y no pasa absolutamente nada.
* Diferentes tipos de
criminalidades y distintos tipos de violencia ponen en jaque y en ridículo al
Estado que impotente ve como pierde presencia en el territorio y lo que es más
grave, credibilidad ante los ciudadanos.
* Aparece de cuando en vez un personaje
ingenuo y honesto que trata de hacer frente y se atreve a denunciar el
orden de cosas.
* Los núcleos criminales y los
enemigos políticos comienzan a incomodarse y a preparar su andanada de
descrédito y de eliminación.
* Se solicita por parte del personaje
ingenuo y honesto que se le asigne o se le refuerce el esquema de seguridad
asignado ante el incremento de amenazas en su contra.
* Se comienza a comentar en
diferentes círculos que es muy probable que el personaje ingenuo y honesto
sea víctima de un atentado contra su integridad.
* Hay cambios inesperados en el
esquema de seguridad del personaje ingenuo y honesto.
* En el ambiente se siente que
el personaje ingenuo y honesto corre peligro.
* El personaje ingenuo y
honesto y su círculo inmediato denuncian el aumento de amenazas en su
contra y piden que se refuerce su esquema de seguridad.
* De manera injustificada y silenciosa
se realizan cambios en el esquema de seguridad del personaje ingenuo y
honesto, el cual es reducido de manera inexplicable.
* En medio de las giras y las
actividades políticas, se vive un ambiente de intranquilidad y de zozobra.
* Finalmente, y como si fuera
una crónica de una muerte anunciada, ocurre el fatal atentado contra el personaje
ingenuo y honesto.
* Como buitres, los medios de
comunicación, sin excepción, siempre morbosos, siempre amarillistas, convierten
el suceso en una noticia vendedora de rating.
* Comienzan a darse los
enérgicos pronunciamientos por parte de todo tipo de autoridades
gubernamentales.
* Se declaran 3 días de duelo
nacional y la velación y el sepelio se convierten en todo un espectáculo
luctuoso.
* Se pide que se baje el tono a
las autoridades competentes.
* Se enardece la sensiblería
nacional.
* Se reclama por lo frágil del
esquema de seguridad al momento del atentado y otros políticos advierten del
peligro que están corriendo y reclaman mejores condiciones para continuar con
sus actividades proselitistas.
* La inefable Fiscalía General
de la Nación y el director de la Policía Nacional anuncian que hay pistas y que
se harán todos los esfuerzos posibles para encontrar a los responsables.
* Se anuncia el incremento de
operativos y cuantiosas recompensas para quienes den información que permita
dar con los responsables.
* Se anuncia con bombos y
platillos la captura de un posible participante (usualmente menor de edad), el
eslabón número 10 000 dentro de la cadena delictiva que planeó, organizó y
perpetró el atentado.
* Se anuncian nuevas pistas y capturas,
mientras la indignación crece.
* De manera insólita se reconoce
que se han extraviado objetos decomisados a los detenidos, que permitirían
algún avance en las investigaciones.
* Misteriosamente se informa de
la fuga de uno de los capturados.
* Se pide un gran acuerdo
nacional para frenar el odio y la polarización.
* Pasan los días y las
investigaciones exhaustivas no avanzan.
* Se anuncia el asesinato de uno
de los testigos o colaboradores del atentado recluido en una cárcel de máxima
seguridad.
* Mientras tanto se realizan
velatones, se organizan eventos donde la gente suelta bombas blancas y aumentan
los discursos que promueven aquello de que “los buenos somos más” y que “los
malos no pasarán”, teniendo como pancartas de fondo anuncios con el mensaje de
“nunca más”.
* Todas las “fuerzas vivas del
país” periódicamente se pronuncian repudiando el hecho e invitando a la
concordia y aseverando que un hecho tan horrible no puede volver a suceder.
* Se realizan plantones de
rechazo.
* Los directores gremiales
llaman a la reconciliación.
* Se organizan marchas (que
entre otras curiosidades se han convertido en un elemento más del folclore
nacional) y los asistentes se visten de blanco y entonan arengas de reclamo y
de repudio.
* Se solicita que el crimen
cometido sea elevado a la categoría de lesa humanidad.
* Sigue pasando el tiempo y no
hay avances significativos en la investigación y las rutinas de siempre van
dejando atrás el suceso que si acaso va apareciendo en el horizonte como un
recuerdo.
* Pasan presidentes, pasan
fiscales, pasan ministros, pasan directores de la Policía y el crimen no se
esclarece.
* De nuevo, se consolida la impunidad.
En Colombia un crimen y un
escándalo es reemplazado por otro, y así la noria de nuestra historia cuenta y
recuenta nuestro fracaso institucional, la ineptitud de nuestras autoridades,
la inexistencia de un verdadero sistema de justicia y el espíritu violento que
acompaña a los colombianos, agravado por el hecho de una inexistente conciencia
geográfica e histórica.
A la fecha, los grandes
magnicidios han quedado en la impunidad y nos hemos acostumbrado a eso,
quedando solo un creciente inventario de víctimas, de viudas y de huérfanos.
La resignación se convierte en
complicidad mientras el miedo y el odio se apoderan de la población y el
Gobierno de turno como cabeza conductora temporal del Estado, hace maromas y
trata de mantener un forzado equilibrio tratando de aparentar y de simular que
manda, que tiene el control de la fuerza y de las armas, que controla el
territorio y que, sobre todo, tiene la confianza y el respaldo de los
ciudadanos, confianza y respaldo que ya se están desvaneciendo llegando a
límites insostenibles.
Paz en la tumba de Miguel
Uribe Turbay.