Fredy Angarita
Nacemos y morimos haciendo fila. Esa frase me
la expresó un amigo una vez, y desde entonces no se me borra. Hoy en día
estamos rodeados de influencers y sus cuentas en TikTok, Instagram,
YouTube, etcétera.
A principios de año, El Espectador
publicó un artículo sobre los más virales del momento: los que más seguidores
tienen, los más vistos, los más consumidos por nosotros.
Porque, seamos honestos, los que no somos influencers
somos quienes hacemos que ellos lo sean. El listado estaba dividido por
categorías de contenido: humor, estilo de vida, moda, recomendaciones, retos,
bromas. Y, aunque me pese admitirlo, muchas veces he criticado sin filtro, a
esos personajes.
Los he tildado de famosos sin sustancia,
millonarios por decir bobadas, por hacer bromas de mal gusto o por recomendar
cosas que ni ellos mismos creen. He juzgado a quienes los siguen, sobre todo
cuando los veo en buses, en filas eternas, completamente absorbidos por sus
pantallas. Pero hoy, después de revisar algunas noticias, siento que tengo que
retractarme.
En El Colombiano leí que el promedio de
los trayectos en bus en Medellín aumentó en 50 minutos. Lo que antes
tomaba una hora, ahora puede tardar casi dos. Los mismos conductores lo
confirman: más tráfico, más demoras, más tiempo muerto.
Y luego, El Espectador citó un estudio
del Banco Interamericano de Desarrollo (BID): “En Colombia, dedicamos en
promedio 7 horas y media a hacer trámites. Sí, siete horas y media, muy por
encima del promedio latinoamericano de 5 horas. Y eso incluye desde lo
administrativo hasta lo cotidiano: salud, supermercados, transporte,
restaurantes. Entonces me puse a pensar, con tanto tiempo perdido en filas, en
trancones, en salas de espera, ¿quién soy yo para juzgar a quien decide
entretenerse en redes sociales durante esos lapsos?
No me gusta ese contenido, no lo comparto, no
me representa, pero entiendo. Y eso cambia todo. Por eso, hoy no vengo a
criticar. Vengo a invitar. Si vas a pasar una, dos, tres horas esperando, busca
una forma de hacer de ese tiempo algo que valga la pena. Lee. Escucha un
podcast. Mira un buen documental. Habla con alguien.
Y si no encuentras otra forma, si el día está
muy pesado y lo único que te sostiene es un video tonto, entonces dale. Que el
celular también puede ser compañía. Lo importante no es juzgar el
entretenimiento de los otros, lo importante es entender por qué lo
necesitamos tanto.