Pedro Juan González Carvajal
Las reglas de juego son un conjunto
de normas y acuerdos que definen cómo se juega un juego, estableciendo límites,
objetivos y mecanismos para la interacción entre los participantes. Sirven para
organizar y estructurar la actividad lúdica, asegurando un desarrollo justo y
comprensible para todos, así como para promover la sana competencia y el
disfrute.
Las reglas son esenciales
por varias razones:
* Orden y estructura: las
reglas evitan el caos y la confusión, estableciendo un marco de acción claro.
* Equidad y justicia: al
definir lo que es permitido y lo que no, las reglas aseguran que todos los
jugadores tengan las mismas oportunidades y sean tratados de manera justa.
* Aprendizaje y desarrollo: las
reglas ayudan a los jugadores a comprender el juego, a desarrollar habilidades
cognitivas y a aprender a seguir instrucciones.
* Interacción social: al
seguir reglas, los jugadores aprenden a colaborar, competir y resolver
conflictos de manera constructiva.
* Diversión y disfrute: aunque
puedan parecer limitantes, las reglas bien definidas pueden hacer que el juego
sea más interesante y emocionante, al crear desafíos y metas que alcanzar.
En resumen, las reglas de juego
son la base de una experiencia lúdica organizada, justa y divertida. Sin
reglas, los juegos perderían su estructura y propósito, convirtiéndose en una
actividad desorganizada e incluso frustrante.
Ahora que vivimos un momento
histórico particular en nuestro país, donde el poder ejecutivo quiere por
cualquier medio monopolizar la toma de decisiones, es necesario tener claro que
para que una partida de cualquier juego sea seria, justa y armoniosa, las
partes deben comprometerse a cumplir las reglas previamente establecidas para
desarrollar el juego en cuestión.
A la luz de este principio,
las propuestas de unos y las respuestas de otros, están enmarcadas bajo unas
reglas de juego que ambas partes conocen y se han comprometido a cumplir.
Ahora bien, ¿qué pasa si una
de las partes decide no continuar el juego respetando las reglas predefinidas?
Pues obviamente el sentido
del juego cambia y no es posible que quien las quiere seguir cumpliendo pueda
continuarlo ingenuamente, sabiendo que la contraparte no respetará sus
actuaciones ni los procedimientos preestablecidos.
En el mundo empresarial se
puede llegar a la conclusión de que un protocolo de buen gobierno o un código
de buen gobierno no se le niega a nadie, y que tendrá vigencia y existencia
mientras todas las partes cumplan con su compromiso de cumplir lo allí
expresado. No es si no que una de las partes no tenga la voluntad de cumplirlo
y todo se irá al traste.
Para que este marco de
actuación civilizado funcione, las dos partes deben tener un mismo punto de
partida: respeto por las reglas de juego, seriedad ante lo estipulado, voluntad
de respeto por lo acordado, comportamiento honorable, respeto por los
compromisos adquiridos y cumplimiento riguroso de la palabra empeñada.
El término «palabra de gallero»
o de que «las deudas de juego son sagradas», deberían ser recordadas por
quienes hoy tienen las riendas del país, pues de no respetarse un mínimo de
reglas de juego, caeremos en la anarquía, el desorden, el caos y obviamente en
la violencia.
Cuando una de las partes
incumple, se rompe el diálogo inteligente y la estrategia de aquel que sí las
quiere cumplir, por supuesto que debe cambiar.
Esperemos con prudente
optimismo que quienes hoy tratan de violentar el ejercicio de las reglas de
juego, entren en razón y se den cuenta de que este incumplimiento ético,
político y legal a lo establecido como marco de actuación, no nos llevará a
ningún puerto tranquilo.
Los actores de hoy, aquí y
en cualquier parte, serán juzgados por la historia.
Nota:
en una semana en Colombia se atenta contra un precandidato, se presenta un
temblor de tierra, se firma un “decretazo”, se viola la regla fiscal, se
presentan atentados terroristas, adquirimos el quinto puesto a nivel mundial en
desplazamiento forzado, fuimos reconocidos como el tercer país más desigual del
mundo y obtuvimos el quinto puesto como país más complicado del mundo para
hacer negocios… Lo cual simplemente sirve para demostrar que vamos de
tafanarios.