José Alvear Sanín
Esa
pregunta se la deben estar haciendo, cada día con mayor intensidad, los
miembros del Politburó, el organismo supremo e inapelable que dirige desde hace
muchos años la marcha de la revolución colombiana.
Para
ellos lo cierto es que Petro tiene el gobierno y que ha alcanzado buena parte
del poder político, de manera que para culminar con éxito la revolución, solo falta
dar el autogolpe con el fin de asegurar su reelección en 2026.
Para
ello, hasta hace pocas semanas apenas faltaba convenir los ajustes finales
necesarios para iniciar el proceso constituyente popular, cuya “legitimación”
estaría encomendada a una Corte Constitucional incondicional y prevaricadora,
una vez consolidada en ella una sólida mayoría petrista.
En
esas condiciones, con el pan en la boca del horno, es imperativo impedir que este
se queme en el último minuto...
Petro,
hasta ahora ha sido muy exitoso en lo que dice al avance de la revolución. Así
las cosas, para la implantación de un régimen estalinista tropical, apenas habría
que esperar 14 meses, salvo que se presente un accidente en el trayecto final.
Pero
como cada día es más alarmante el comportamiento de Petro, dentro de la
estrategia continental del comunismo habanero sería explicable la preocupación
de sus superiores. El Gobierno se debilita de hora en hora por la logorrea,
desorientación, delirios, desesperación, alejamiento de la realidad y
descontrol personal de quien lo ejerce. Esto se manifiesta en sus diarias
apariciones, cada vez más grotescas, vulgares e indecentes.
Por
esas y otras mil extrañas actuaciones, las gentes consideran que estamos en
poder de un enfermo mental, un irresponsable, adicto al alcohol y a otros
estimulantes mucho más potentes.
Por
otra parte, a pesar de los raudales de mermelada, la inconmensurable corrupción
del gobierno ya no se puede disimular.
Si
bien es cierto que, hasta ahora, la bien fletada Comisión de Acusaciones ha
hecho todo lo posible para que prescriba la investigación por la violación de
los topes electorales, en cambio las de la Corte Suprema de Justicia, en
relación con el soborno de congresistas por parte de los integrantes del primer
e íntimo círculo del poder, los llevará a la cárcel y los obligará a indicar
quién fue el verdadero ordenador de esos delitos.
Es
bien posible, entonces, que los invisibles y todopoderosos jefes supremos de la
revolución en Colombia piensen que, a un gobernante desquiciado y
desprestigiado, cada día le será más difícil llevar a buen término la
revolución.
Poniéndonos
en los zapatos de los integrantes del Politburó: ¿No habrá llegado el momento
de salir de Petro a como dé lugar, antes de que se estrelle dando al traste con
tantos años de lucha? ¿Qué tal un “gobierno” de Francia con alguien cuerdo,
lúcido, inteligente, frío y calculador, como Iván Cepeda o similar, en el
Ministerio del Interior, para asegurar el éxito de la revolución?
***
De
François-René de Chateaubriand, para Laura Sarabia:
Para
llegar a ministro basta con ser mediocre; pero para conservarse en el gabinete
es necesario ser un genio.