Pedro Juan González Carvajal
Uno de los propósitos del actual Gobierno es que el país entre en un
verdadero “boom férreo”, para lo cual nos falta mucho pelo para el moño.
La red férrea colombiana se extendió rápidamente a
finales del siglo XIX, llegando a una longitud de 2.700 kilómetros en 1930,
mientras que las carreteras para ese entonces sumaban 5.734 kilómetros.
La red de carreteras colombiana al
año 2022 es de 205.109 km, de los
cuales 17.993 km corresponde a la Red Primaria Nacional, 44.833 km corresponde
a la Red Secundaria Nacional y 142.284 km corresponden a la Red Terciaria
Nacional.
La red ferroviaria de Colombia tiene una longitud total de 3.553
km, pero solo se utilizan unos
pocos kilómetros.
En la actualidad existen 3 corredores férreos activos en Colombia: La
Dorada - Chiriguaná, Chiriguaná - Santa Marta, y Bogotá-Belencito, pero se
espera que antes de terminar el 2025 se sume otro en la zona del Valle del
Cauca entre Palmira y Buga, inicialmente con fines turísticos.
Hace unos días la ANI (Agencia Nacional de Infraestructura) suspendió
temporalmente el proceso de licitación pública de la APP férrea La Dorada - Chiriguaná,
lo cual demuestra una vez más que el tema férreo en Colombia se maneja es a
punta de titulares y anuncios y no de obras.
Diferentes gobiernos han invertido cerca de 65 billones de pesos en los
últimos años en las Vías 4G, mientras que la reactivación férrea requiere al
menos 42 billones de pesos, de los cuales 2.1 billones se necesitan para
continuar con la recuperación del tramo Bogotá - Belencito y desde Yumbo hasta
Caimalito, en Risaralda.
Los otros 40 billones se espera que sean a través de alianzas público-privadas
(APP): una para cruzar la Cordillera Occidental entre Buenaventura hacia
Palmira y la otra para conectar a Bogotá con la red férrea central, proyectos
que se encuentran en etapas finales de prefactibilidad.
Otros proyectos que por ahora son solo ideas son la conexión férrea
interoceánica entre Chocó y Antioquia y la otra entre Villavicencio y Puerto
Gaitán, en el departamento del Meta.
Mientras nosotros seguimos soñando con reconstruir nuestra red férrea
que en los años 60 era más extensa y funcional de lo que es hoy, recordemos que
un país como Argentina, apuntaló como músculo para su desarrollo la
construcción de una gran red férrea nacional.
Es más, uno podría hablar de que uno de los indicadores básicos de
desarrollo es kilómetros férreos por habitante.
Entre 1870 y 1914 se construyó la mayor parte de la red
ferroviaria argentina con capital inglés, francés y argentino. Esta red llegó a
ocupar el décimo
puesto en el
mundo, con cerca de 47.000 kilómetros hacia fines de la Segunda Guerra
Mundial. Luego, entre 1991
y 1993, en el marco de la Reforma del Estado del presidente Carlos Menem, se
decidió la privatización ferroviaria en Argentina. Como resultado, los servicios de Ferrocarriles
Argentinos fueron segmentados y concesionados a empresas privadas o cancelados
definitivamente.
Este dato nos evidencia que perdimos un siglo de competitividad y de
bienestar para los ciudadanos por culpa de gobiernos torpes, corruptos e
incompetentes.
Un país mediocre como el nuestro, que no ha logrado siquiera construir y
mantener una vía doble calzada entre las dos principales ciudades como lo son
Bogotá y Medellín, no se atreve siquiera a soñar con un tren rápido entre ambas
ciudades, proyectos que por ejemplo los chinos han propuesto construir vía
concesión.
La mente enana no nos deja ver más allá del ombligo y la miopía
gerencial en lo público y lo privado nos están sentenciando a que de una vez
por todas, nos deje el tren.
Nota: es imperdonable que después de las trágicas experiencias del año 2024
con respecto a incendios forestales, a la fecha, más de 300 municipios no
tienen actualizados los convenios necesarios con los cuerpos de bomberos (El
Tiempo, enero 18 de 2025), lo cual es una muestra de la des administración que presidente,
ministros, gerentes de entidades oficiales, gobernadores y alcaldes evidencian
ante este tema.
Luego vendrán los incendios, las muertes, los costos ambientales y
volveremos a escuchar las mismas entrevistas estúpidas con los mismos estúpidos
personajillos y eso sí, jamás habrá responsables.
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