José Leonardo Rincón, S. J.
La fuerza de la oración
es poderosa y para muestra un botón: con la gracia de Dios Francisco está, poco
a poco, saliendo adelante por la sumatoria de esa avalancha universal de
plegarias que piden su recuperación para que no deje su obra inconclusa; por
supuesto su propia tenacidad y ganas de vivir y, digámoslo directa y también
respetuosamente, para dejar con los crespos hechos a sus detractores que ya se
estaban postulando para sucederlo y hasta para aquellas perversas lenguas
viperinas que decían, no sé si con sarcástico humor, o que lo pensaban de
verdad, que el Papa se moría en pleno lanzamiento de la película Cónclave para
hacerla un éxito taquillero porque tenía intereses económicos que lo beneficiaban.
¿Habrase visto?
Al margen de esa
mediática morbosidad, el hecho es que Francisco mejora con la ayuda de Dios,
por un lado y, por el otro, que la película dirigida por Edward Berger, basada
en una novela publicada en 2016 por Robert Harris, que se viene estrenando en
el mundo desde diciembre pasado y que a Macondo llegó por fin la semana pasada,
efectivamente promete ser una de las mejores películas del año. No
gratuitamente tiene ocho nominaciones a premios Óscar y ya ha ganado otros
cuantos en festivales internacionales de cine.
No quiero
"espoilear" Cónclave (excusas a los académicos de la lengua por
conjugar verbalmente el anglicismo ya aceptado por ustedes), pero sí decirles
que tuve la fortuna de verla a comienzos de enero en privada premier y el
martes pasado en una de nuestras salas de cine, muy bien acompañado, por
cierto, jejeje.
Hay que verla. Vale la
pena. Está bien hecha, está bien actuada. El guion está bien logrado y bien
documentado. Es verdad que tiene elementos de ficción, al fin y al cabo, novela
y película que no tienen carácter histórico, pero que sí recogen realidades
evidentes e indiscutibles, candentes temas éticos y morales de actualidad.
Personalmente le puse especial cuidado a unos cuantos speech, bien
dateados, bien escritos, que no pueden pasar desapercibidos para un buen
cineasta, para un buen cristiano, que no se quedan en la representación, sino
que van al trasfondo de lo expresado simbólicamente, analizan y sacan
provechosas conclusiones.
Puede ser que no estemos
lejos de un cónclave de verdad, no es nuestro interés ni nuestra decisión, pero
lo que sí es interesante es ser consciente de que, como todo acto humano,
conjuga realidades humanas que no se nos escapan, más aún, realidades
espirituales que también hacen parte de la trama y vale la pena reflexionar,
más allá del éxito cinematográfico. Buen provecho y que Francisco siga mejorando.
Amén.