viernes, 27 de diciembre de 2024

No reincidamos en los errores del pasado

Luis Alfonso García Carmona
Luis Alfonso García Carmona

En muchas actividades se destaca el colombiano por su inteligencia, su capacidad, su talento, pero no ocurre así en los temas políticos. Arrastramos una larga historia de malas decisiones, de la cual parece que nada aprendemos.

Se han aprovechado de nuestras falencias los vividores de la política para mantenerse en el poder, usufructuando para su beneficio el manejo de los enormes presupuestos del Estado y repartiendo entre sus familiares y amigos, con impudicia y desvergüenza, toda suerte de privilegios y prebendas. ¿Cómo hemos reaccionado? Volviendo a votar por los mismos o por sus candidatos de bolsillo.

Las elecciones se han convertido en un sucio negocio donde lo que menos importa es el futuro del país. Y los partidos políticos en oscuras asociaciones para defraudar al Estado o para proyectar indeseables sujetos a las más altas posiciones. No obstante lo anterior, no deja de sorprender que cuando alguien menciona el tema político, lo primero que le preguntan es por cuál de esos caducos caciques debemos votar. Y parecida tendencia asoma en las encuestas de opinión en las que, con pocas excepciones, se repiten los nombres de quienes han engañado por generaciones a los colombianos y los de quienes siguen sus orientaciones.

Partimos de una desacertada práctica cuando se trata de tomar una decisión sobre la persona que debe desempeñar la Presidencia de la República. Nos dejamos dominar por el apasionamiento que por largo tiempo han sembrado en nuestras mentes a favor o en contra de un partido o de un determinado cacique. Para nada tenemos en cuenta el carácter y las cualidades o defectos del candidato, o su preparación para el ejercicio del cargo, o su propuesta en relación con las necesidades de la Patria y de sus habitantes. No. Preferimos actuar en forma primaria o irracional como si de un partido de fútbol se tratara.

Mientras más se calienta el debate, más nos aferramos al candidato elegido y con mayor aspereza nos referimos a sus oponentes. Abandonamos cualquier rastro de sindéresis o de racionalidad, pues solo nos interesa imponer a los demás nuestros gustos y odios en esta materia.

No es la hora de seguir con esa errada práctica que nos ha conducido a la más catastrófica crisis de nuestra historia. Cada uno, en esta época de reflexión, debería hacer una crítica introspectiva de su actitud frente a la solución que el país requiere. Soy de los que creen que soluciones para el tremendo conflicto que vivimos sí existen, pero se encuentran en cada uno de los colombianos. No podemos esperar que venga alguien de fuera a salvarnos o pedir que milagrosamente desparezcan todas las causas de nuestros males. Empecemos por escoger a los mejores para que nos gobiernen y eso ya es un buen comienzo.

Y, ¿cómo lograrlo?

A.-Hagamos un perfil de cómo debe ser nuestro próximo presidente

1.- Debe ser una persona que respete y practique los valores fundamentales, tales como el respeto a la verdad y a la justicia; que crea en la dignidad de la persona humana creada por Dios a su imagen y semejanza; que considere el servicio público como una oportunidad para servir al prójimo, especialmente a los más vulnerables; que respete el Estado de derecho y la democracia; que practique la ética y la moral en sus actuaciones; que considere al bien común como el objetivo de la acción del Estado.

2.- Que no crea en el odio de clases sino en la creación de riqueza para poder generar empleo y atender a las necesidades de la población; que se comprometa con respetar la propiedad privada y la libre empresa; que se proponga atraer la inversión nacional y extranjera para conseguir el crecimiento económico; que impulse la explotación de nuestra situación geográfica y nuestros recursos naturales; que esté dispuesto a reducir la carga tributaria de las empresas y ayudar al emprendimiento.

3.-Que reduzca el tamaño y costo del Estado e imponga la austeridad en el manejo de los recursos públicos, que declare la guerra total a la corrupción y al despilfarro; que ordene la construcción de obras de infraestructura para apoyar el crecimiento económico y no para repartir cupos entre los parlamentarios; que gobierne con los mejores hombres y mujeres del país, mediante su elección y designación por méritos.

4.- Que brinde a los colombianos la seguridad en sus personas y bienes; que combata a fondo el narcotráfico y la criminalidad en general y procure la desaparición de la impunidad, mediante un programa de seguridad, una reforma a las normas penales, al sistema judicial y al régimen carcelario, con la asesoría de potencias extranjeras.

5.- Que solucione los gravísimos problemas que dejará el actual régimen de la extrema izquierda, tales como la destrucción de la salud, las amenazas contra el sistema pensional, el problema energético y de los hidrocarburos, la recesión económica, la falta de ética y moral en el manejo del Estado, la mala educación de nuestros hijos, entre otros.

6.- Que proponga a los colombianos las reformas necesarias para corregir nuestro sistema democrático y la devolución del imperio de la moral y la ética mediante una reforma educativa que siembre buenos principios en nuestros jóvenes y los aparte de las teorías marxistas y la ideología de género.

7.- Que su elección no dependa ni política ni económicamente de los caciques políticos que nos han conducido a la crisis monumental que padecemos.

7.- Que sea transparente con sus electores dando a conocer sus programas, la forma como logrará implementarlos y las personas que serán sus inmediatos colaboradores.

B.- No nos apresuremos a comprometernos con ningún candidato sin antes estudiar diferentes alternativas.

C.- Una vez escogido, apoyémoslo con decisión, con argumentos, sin ofensas a terceros ni guerra sucia. Desde la campaña debemos demostrar que cada uno de nosotros es la verdadera solución para Colombia.