José Alvear Sanín
No recuerdo que alguien, después de 1945, haya
sido tantas veces, tan frecuente como injustamente, comparado con el infame
Führer, como Mr. Donald J. Trump.
Su crimen imperdonable es haberse opuesto a
este nuevo orden mundial de la ideología de género, al aborto como medio masivo
de control natal; a la mutilación de niños dentro del cambio de sexo
como derecho fundamental; a la eliminación de la familia; a la
persecución de la raza blanca; al movimiento woke —con la expurgación de
la literatura y la música, denigradas en el altar del mal gusto, la fealdad y
el odio—; al feminismo delirante y al pseudoecologismo fanático, que conduce al
decrecimiento económico y el empobrecimiento colectivo...
Por eso, durante la larga campaña, Mr. Trump
fue demonizado; condenado varias veces como delincuente; multadas sus empresas
con millones y millones; difamado por los grandes medios; minimizado por encuestas
sesgadas, víctima de tres intentos de asesinato, y un larguísimo etcétera de
acusaciones, desde acoso sexual hasta traición a la patria.
Los antecedentes de fraude masivo hace 4 años;
votación anticipada y por correo; cómputo y máquinas de sufragio electrónico en
varios estados, indican que la acción de prevención del fraude por los
republicanos —con multitud de testigos bien entrenados y abogados vigilantes—
fue eficaz hasta cierto punto, aunque la enorme votación por Kamala deja
profundos interrogantes.
Los 50 sistemas electorales en USA van desde
los confiables hasta los más viciados, y, por la estructura federal del país,
una reforma electoral que recupere la limpidez para los resultados no parece
posible.
Los Estados Unidos de Clinton, Obama y Biden
dan la impresión de un imperio moral, político militar y económicamente en
acentuada decadencia. ¿Hasta dónde podrá Trump reversar esa lamentable
tendencia?
El odio de los perdedores, aferrados al
globalismo marxista-cultural y woke, no cederá, y como afirma Eric Sammons (Crisis,
noviembre 6). después de las elecciones no desaparecerá, y, por lo contrario,
crecerá más y más, a medida que el nuevo presidente trate de hacer realidad su
MAGA.