miércoles, 20 de noviembre de 2024

¡Mi abuelito / abuelita fue candidato presidencial!

José Alvear Sanín
José Alvear Sanín

En varias ocasiones un distinguido empresario, amigo de esta casa, advierte al país que la proliferación de candidatos de derecha conduce al triunfo del único de la izquierda. Esa advertencia no carece de fundamento. Por el contrario, es indiscutiblemente sólida. No se trata de una profecía, sino de un postulado irrebatible.

Ya van 21 candidatos de los partidos tradicionales (insiders), y dos outsiders, Santiago Botero y Viki Dávila, ¡y faltan todavía quién sabe cuántos espontáneos...!

Con el mayor desparpajo, los jefes políticos estimulan e inflan egos, porque dizque a mayor número de candidatos, el pueblo tendrá la oportunidad de preferir los mejores, de tal manera que, entre marzo y junio de 2026, los dos que resulten más votados dentro de la turbamulta, se presenten como los aspirantes de la democracia a la Presidencia y la Vicepresidencia. 

Entre tanto, no importa que Petro destruya la economía nacional y degrade totalmente las instituciones, porque dizque el elector, cansado y asqueado de la corrupción, el despilfarro, la ineficiencia y la vagamundería, derrotará estruendosamente al Pacto Histórico.

Frente a ese escenario rosado y optimista, no vale advertir que, para 2026, la mayor parte del territorio estará controlado por las guerrillas y demás organizaciones paramilitares petristas, con sus narco-carteles afines, y que un gobierno comunista jamás entrega voluntariamente el poder.

Como en Venezuela, aquí los partidos siguen con sus juegos clientelares y su sainete electoral, y como en el hermano país, la dictadura armada y mafiosa seguirá gobernando hasta después de que llegue una Corina Machado...

Lo menos grave de Petro es su logorrea, de la que diariamente nos burlamos en un país que persiste en la negación del horripilante avance en la toma del poder. Como en la Piel de Zapa, el ámbito jurídico y territorial donde rigen la Constitución y las leyes, amanece cada día más encogido en Colombia.

Si Petro sigue, en 2026 ya no habrá nada de la democracia ni de la economía. ¿Habrá elecciones libres y respetadas ese año?

En esas condiciones, la proliferación de candidaturas condenadas al fracaso solo conduce a la satisfacción vanidosa de personajes intachables pero carentes de votos. Dentro de 20 años, los nietos de las docenas de candidotes podrán exclamar con orgullo familiar: “¡Mi abuelito / abuelita fue candidato presidencial!” ¡Valiente gracia!

En cambio, lo que necesitamos desde ahora es un líder indiscutible, con un programa eficaz y con vocación de poder, que implica también preparar la elección de una mayoría de congresistas idóneos, y sobre todo honestos, antes de la elección presidencial. Escogerlo y seguirlo es obligación de los seis líderes democráticos que, en cambio, han preferido, hasta ahora, seguir cultivando sus decrecientes clientelas, indiferentes a la suerte de una patria expuesta a todos los horrores de la revolución y el hambre.

Como en Venezuela, la irresponsabilidad impune de la clase política explica la predecible extinción de la democracia.