En el país del Sagrado Corazón,
en el epicentro macondiano del mundo, todo es posible.
Luego de denunciar, explicar,
reconocer, ocultar, aseverar, mentir, decir la verdad, entre todas las
declaraciones y contradicciones posibles
alrededor de la crítica situación que vive el país por el agotamiento de las
reservas de gas y de petróleo y ante la postura loable pero apresurada y
equivocada de hacer énfasis en las energías limpias sin tener en cuenta el
corto y el mediano plazo –con sus consecuencias para el consumo interno, la
posibilidad de dejar de exportar y la necesidad de tener que importar–, de un
día para otro aparecen anuncios sobre los espectaculares hallazgos de
yacimientos de gas natural en el Caribe colombiano.
¡Se nos apareció la Virgen
Santísima!
Las noticias preliminares sobre
el hallazgo del yacimiento de la Uchuva -hoy Sirius- hacen pensar de manera
optimista que tendremos reservas abundantes pero que se requieren inversiones
totales cercanas a los cinco mil millones de dólares para que esté disponible
en los hogares colombianos. Licencias, gasoductos submarinos que permitan la
conexión con la infraestructura existente en Chuchupa-Ballena para garantizar
el transporte eficiente del gas descubierto, ajuste de la red continental de
distribución, entre otros, nos demuestran que la entrada en operación y
posterior distribución para el consumo se logrará en el mediano y largo plazo.
Dar papaya es un término
coloquial que empleamos cuando se da oportunidad u ocasión, por descuido,
credulidad o vulnerabilidad, para que alguien saque ventaja, se aproveche o
abuse de uno. En este caso, al Gobierno se le apareció la virgen al menos para
poder hacer el anuncio y le corresponde hacer efectivamente las inversiones necesarias
para contribuir a la soberanía energética del país. Lo demás sería “dar
Papayuela”.
Aparecen más yacimientos
como el de Komodo-1, afectado por la suspensión de trámite de la licencia
ambiental.
Otra crisis que tenemos que
sobrellevar y solucionar en el corto, mediano y largo plazo, es el de la
escasez de agua debido al cambio climático y al crecimiento demográfico
No podemos seguir
dependiendo solamente de las épocas de lluvias para poder almacenarla en los
embalses. Ya es el momento de pensar en otras alternativas, y una que parece
estar sobre el tintero, con abundancia de recurso hídrico y costos razonables,
es el aprovechamiento de las aguas subterráneas.
Los acuíferos son
formaciones geológicas que almacenan y transmiten agua bajo la superficie
terrestre. Son como embalses subterráneos que se pueden aprovechar por medio de
pozos o de aljibes.
El doctor César Navarrete, un
reconocido hidrogeólogo vinculado con la Universidad Nacional de Colombia
indicó que se necesitaría una inversión cercana los doscientos cincuenta mil
millones de pesos –que no es nada si la comparamos con los recursos necesarios
para la extracción del gas natural de Sirius como lo acabamos de ver– para la
extracción del líquido en quince pozos para evitar emergencias hídricas y
garantizar la capacidad de bastecimiento de toda la Sabana de Bogotá, por un
período estimado de casi 100 años.
Esta estrategia es empleada con
éxito desde hace muchos años en Ciudad de México.
Sería ridículo que Colombia, uno
de los países con más recursos hídricos en el planeta, se viera abocado a un
racionamiento de agua por falta de planeación, de previsión, de voluntad y de
gerencia.
Por eso son importantes los planes
de desarrollo o los planes estratégicos a más de 50 años. Estudios juiciosos
sobre las líneas base para el inicio de los pre-proyectos y una proyección
seria del crecimiento demográfico y de la demanda productiva tanto para
energías, como para agua, como para todo tipo de infraestructura que impacte el
aspecto logístico y obviamente el competitivo, se hacen imprescindibles e inaplazables
si tuviéramos gobiernos serios y estadistas en vez de presidentes.
Hay que planear, planear y
planear.
Recordemos el siguiente
pensamiento: “La mejor forma de predecir el futuro es construyéndolo”.
Igualmente rescatemos a Woody
Allen: “Las cosas no se dicen, se hacen: porque al hacerlas, se dicen solas”.
César Octavio Rodríguez Navarrete propone perforar 15 pozos de hasta 1.500 metros para garantizar el agua en Bogotá –crédito Edmundo Vere.