martes, 1 de octubre de 2024

De cara al porvenir: posturas poco serias

Pedro Juan González Carvajal
Pedro Juan González Carvajal

La Comisión Asesora de Relaciones Exteriores es el cuerpo consultivo del Gobierno Nacional y en ese carácter estudiará los asuntos del ramo de Relaciones Exteriores que el Gobierno someta a su consideración y emitirá concepto sobre ellos. El dictamen de la Comisión no será obligatorio para el Gobierno.

En una actitud irresponsable se ha convertido la actuación de casi todos los expresidentes cuando se les cita a reuniones de dicha Comisión Asesora, pues se han colocado por encima de los altos intereses de la nación las parroquiales desavenencias que tienen entre ellos y que ha llevado que primero averigüen quién va a asistir o no para tomar la decisión de su asistencia.

Flacos servicios le prestan al país en este tema y qué mal ejemplo nos dan a todos los ciudadanos que todavía respetamos su categoría de expresidentes, aun cuando su comportamiento deje mucho que desear.

Se están quedando sin la poca autoridad moral que tienen todavía ante su falta de interés, compromiso y solidaridad con los asuntos internacionales que debe enfrentar el país, más hoy, en medio de un mundo globalizado.

Se sigue evidenciando que, en este tema crucial, no se tiene o no se respeta una política de Estado, sino que cada mandatario elige cuál camino seguir de acuerdo con su cosmovisión política y sus intereses particulares de gobierno.

La postura ambigua y tibia de Colombia ante lo que sucede en Nicaragua y Venezuela, por ejemplo, y las decisiones que se toman con respecto a cuál contrincante apoyar en medio de los conflictos en otras partes del planeta, hace que la postura de Colombia en el ámbito internacional sea cada vez más pobre.

Por tratar de quedar bien con todo el mundo, los presidentes de Brasil, México y Colombia van a terminar chamuscados ante las flojas posturas y pobres propuestas con respecto a lo que acontece en Venezuela. No se le puede servir a Dios y al Diablo al mismo tiempo.

Otro asunto no menos importante es que nos estamos acostumbrando a hablar mal del Gobierno, lo cual es válido y legítimo en una democracia, pero no hacemos lo mismo con el pésimo ejercicio de oposición que hacen los partidos y movimientos políticos por fuera de la coalición de este.

Aquí no se hace oposición política, sino que nos contentamos con criticar. Hacer oposición no es que unas señoras muy respetables griten y vociferen en las sesiones, ni que los congresistas todos se acomoden a las negociaciones con el Gobierno, con las normales excepciones como en cualquier actividad humana.

Hacer oposición es salirse completamente del Gobierno, renunciar a la tajada burocrática y no defender con las uñas la mucha o poca participación en la teta presupuestal.

Mientras no se implemente un verdadero esquema de Gobierno - oposición, ingenuos como yo seguiremos observando simulacros de una mal llamada oposición, donde la creatividad, la iniciativa, la proactividad y el liderazgo por parte de los congresistas seguirá siendo muy, pero muy, escasa, casi inexistente.

Para criticar, pues todos criticamos y con mucha solvencia.