La clase política y los
dirigentes gremiales, que forman el establishment, constituyen el único
sector informado de la sociedad colombiana que no grita “¡Fuera Petro, fuera
Petro!” ...
Los grandes dirigentes
políticos, con excepción de los doctores Andrés Pastrana y Enrique Gómez,
guardan “prudente silencio” frente a los avances incesantes del proceso
narco-revolucionario, y ante los desatinos, amenazas, locuras y vulgaridades de
quien ocupa la jefatura de un Estado proyectado al caos institucional y
económico.
Nadie conoce mejor que
ellos lo que significa, en términos de opresión y hambruna, una revolución
comunista. Por eso mismo no es excusable la tolerancia con la que nuestro establishment
responde a los disparates, dislates, amenazas, insensateces, barbaridades y
despropósitos legislativos de Petro. También es intolerable la omisión de toda
protesta, a medida que avanzan el control territorial por parte de los
movimientos subversivos armados, y el caos económico propiciado por el Gobierno.
Contrariando la
situación real, business as usual parece ser la consigna de quienes,
resignados ante la pérdida del poder, no tienen preocupación distinta a
conservar algunos jirones de influencia o de proficuos negocios. Por tanto, no
se hace la unión indispensable, patriótica, generosa y, sobre todo, urgente,
para que se unifiquen todas las fuerzas democráticas bajo un único líder capaz
de conducirlas al triunfo, si hay elecciones libres y respetadas en 2026...
En cambio, con cada
jefe por su lado y con docenas de candidotes, el país va a repetir muy
probablemente la tragedia de 2022.
La única y remota
esperanza de que Petro caiga reside en el Consejo Nacional Electoral (CNE),
porque si algún día se aprueba la acusación por la astronómica violación de los
topes, se abre la posibilidad de que opere el Artículo 109 de la Carta. Pero el
CNE está solo: la dirigencia política no se manifiesta en su apoyo, y los
grandes medios callan sobre el asunto. ¿Será que el CNE está amedrentado? ¿O
teme provocar una repotenciada primera línea que, formada por terroristas,
incendiarios y mingas, salga de la Universidad Nacional para propinarle al país
el autogolpe petrista?
Pensar que se derrotará
al comunismo con el ejercicio político de corte tradicional es propio de
bobalicones ingenuos, o de quienes se resignan a salvar lo que se pueda en los
dos años venideros, para vivir luego en el exterior o en componenda con el
subsiguiente régimen castro-petrista.
Quizá por esa actitud,
no existe oposición real al Gobierno, ni política ni gremial.
En vez de organizar
congresos de defensa empresarial, se sigue invitando a Petro a las asambleas
gremiales, a las que acude para proponer locuras y agredir a los medrosos
ejecutivos, ¡que siempre manifiestan su disposición de “colaborar” y “dialogar”
con el Gobierno...!
Y en el Congreso se da
curso a los proyectos más disparatados, en la esperanza de corregirlos “un
poquito” ...
¡Los parlamentos,
contrariamente a lo que se cree, no son para expedir muchos estatutos, sino
para impedir que las iniciativas absurdas se conviertan en leyes!
Proyectos horrorosos,
como la reforma a la salud y la laboral, la jurisdicción agraria, la segunda “Ley
de financiamiento” de este Gobierno, y la de seguridad digital para censurar la
información y aislarnos del mundo, siguen su trámite como si se tratase de
iniciativas normales y razonables. Entre manipulación y mermelada, terminarán
como leyes de la república para acabar con el modelo de libertad individual y
empresarial.
Los proyectos
aberrantes no merecen deliberación alguna, pero un Congreso mediocre (por decir
lo menos), es incapaz de abortarlos antes de que sean expedidos para dañar
irremisiblemente al país.
Enrique Gómez Hurtado
(estadista menos conocido que Álvaro, pero más antipático) decía que en el
Derecho Público no existe borrador, porque cuando un absurdo se convierte en
ley sigue perjudicando siempre...
Los jefes políticos
democráticos están en mora de exigir a sus bancadas el cese de toda actividad
legislativa diferente al control político y las mociones de censura a los
integrantes de la inepta y cleptocrática recua que nos desgobierna.
***
Con la complicidad de
la gran mayoría de los senadores, Petro se hará a su procurador de bolsillo,
mientras le llega el turno a la junta del Emisor.