Andrés de Bedout Jaramillo
Ayer se cumplieron 35 años de
horrible asesinato de nuestro querido gobernador Roldán y de todo su esquema de seguridad.
En Antioquia han asesinado a
cuatro gobernadores: José María Córdoba, Antonio Roldán,
Gilberto Echeverri y Guillermo Gaviria; el precio del
verdadero servicio.
Durante la celebración
eucarística en la capilla del segundo piso de la Gobernación, luego de la homilía
y las intervenciones de la hermana de Roldán, de un diputado y del gobernador,
vino a mi memoria la visita a Briceño, el municipio natal Antonio Roldán.
Hace 35 años llegamos en dos
helicópteros, en misión oficial, con todo el gabinete departamental a ese
hermoso municipio, plagado de guerrilla. Los helicópteros nos descargaron
en un potrero cercano y no apagaron los motores porque inmediatamente volvieron a
despegar. El pueblo, emocionado, se volcó a recibir al gobernador Roldán y a su gabinete, caminando nos
dirigimos al parque principal, donde estaban las carpas dispuestas para los
actos protocolarios, teniendo como marco las obras de reconstrucción de
la iglesia, que eran los más importantes. La había semidestruido un fuerte
temblor de tierra. Otras inauguraciones fueron la muestra de cariño y agradecimiento
del gobernante con su pueblo natal. Las gentes del pueblo se sentían
felices y orgullosas y Antonio Roldán emocionado, con ese don de gentes, esa
sencillez, esa humildad, esa bondad, que solo despertaba admiración y respeto,
todos lo queríamos, él se hacía querer.
Estar en Briceño hace 35 años,
era como haber retrocedido en el tiempo más de 100 años. En la noche la comunidad le
tenía gran celebración en la plaza donde todos estaban invitados, hasta
permitió que llegaran los guerrilleros siempre y cuando estuvieran desarmados.
Toda la comitiva, incluido el
gobernador Roldán, dormimos en la escuela, en colchonetas sobre el piso,
hicimos cola para bañarnos en la ducha de la escuela; con Roldán todo era de igual a
igual.
Siguieron las reuniones con la
comunidad, hasta que volvieron los helicópteros a recogernos sin apagar los
motores, para emprender el regreso a Medellín.
Roldán era un personaje muy
especial y murió muy joven, 43 años. Era un líder de una calidad
humana, que lo habría hecho muy propicio para manejar nuestro país, sumido hoy
en profunda crisis por la inoperancia, prepotencia e irresponsabilidad de quien
nos gobierna.
Yo me siento muy agradecido con
Dios, por haberme dado la oportunidad de conocer, compartir y trabajar con el gobernador Antonio Roldán
Betancur, ejemplo para las generaciones actuales y futuras.
Que nuestro Señor Jesucristo lo
tenga en su gloria.