Parece mentira pero estamos a
pocos días de terminar este primer semestre del 2024, plagado en el ámbito
internacional de noticias terribles alrededor de la Franja de Gaza, del
conflicto Ruso-Ucraniano, de los desastres provenientes del cambio climático,
de las masacres y atentados que se generalizan en el planeta, del juicio a
Trump, de la salud del Papa Francisco, entre otros varios titulares que por lo
recurrentes se vuelven sosos y pierden fuerza al disminuir su atención entre
los humanos de todas las latitudes, físicamente por cansancio.
Ni que hablar de lo que sucede
en la parroquia: Petro trina y trina Petro. Que apagón sí, que apagón no, los
escándalos por corrupción se multiplican como verdolaga en playa y no pasa
nada, a no ser el amarillismo mediático temporal, las malditas “disidencias”
siguen haciendo de las suyas, los pretendidos diálogos con el ELN siguen “viento
en popa hacia la deriva”, las masacres siguen en aumento, así como los
asesinatos siempre impunes de líderes sociales, padecen de atentados cada vez
más frecuentes nuestros soldados y policías que parecen abandonados a su suerte
en pueblos no tan lejanos, el desprestigio de la clase política parece no tener
límites y la manera como se discuten, se aprueban o se desaprueban los proyectos
de reforma del Gobierno, dejan para todos, muchas dudas sobre la claridad de
sus procedimientos de aprobación. El triste saldo es que, en el imaginario
colectivo, el Estado está perdiendo presencia y peso, cada vez, en una mayor
extensión de nuestro territorio. No se nos puede olvidar la aparición del
peligroso embeleco presidencial, de la posible convocatoria a una Asamblea
Nacional Constituyente, que como mínimo, será un gran distractor y consumidor
de energías. Llegan a ser protagonistas por sus desafueros y delitos, apellidos
de personajes desconocidos y nefastos para el país.
Llegados a este punto del
calendario, aparecen el circo local y el circo planetario: ya en Colombia se
adelantan los cuadrangulares finales del Torneo Profesional de Fútbol
Colombiano, con la ausencia de mi muy amado Atlético Nacional, que ha realizado
uno de los osos más peludos de toda su historia. Los gobiernos locales tramitan
ante Asambleas y Concejos sus mal llamados Planes de Desarrollo, en su mayoría
desfinanciados y disfrutamos de varios “puentes festivos” en el país del
Sagrado Corazón.
Estamos recién pasadas la Europa
Ligue y la Champions Ligue que son torneos internacionales que para un país
subdesarrollado como el nuestro son aproximaciones ciertas a la denominada globalización.
Arranca en forma el calendario
ciclístico internacional de ruta y ya obtuvimos el subcampeonato del Giro de
Italia, quedando a la espera del Tour de Francia y la Vuelta a España.
Ahora comienzan los Olímpicos de
París, la Copa América y la Europa Ligue y los avivatos de siempre, a lo largo
y ancho del planeta, aprovecharán la distracción y la entretención colectiva
para hacer sus fechorías y tomar decisiones de las cuales nos daremos cuenta
cuando comencemos a padecer sus efectos nocivos.
Pareciera que nuestro destino en
este momento histórico fuera signado como esclavizados a una noria. Terminamos
un año, empatamos con otro, el tropel del día a día nos absorbe y cuando menos
pensemos estamos ad-portas de despedir un año que nos pasó como un huracán, nos
dejó cosas buenas, regulares y malas y finalmente nos consumió un año más de
vida.
Para el segundo semestre, las
noticias estarán girando alrededor de las elecciones presidenciales en los Estados
Unidos de Norteamérica, los juicios a Trump, las guerras entre Israel y Hamás,
Rusia y Ucrania y cualquier otro zaperoco que reviente, las catástrofes
ocasionadas por la temporada de huracanes en el Atlántico occidental, la mitad
del período de Petro, el juicio al expresidente Uribe, los trinos de Petro, el
desgaste con lo de la pretendida Asamblea Nacional Constituyente y una serie de
sucesos y acontecimientos que lamentablemente seguirán apareciendo como la
realización de nuevas masacres, nuevos asesinatos de líderes sociales,
atentados contra la fuerza pública, escándalos y más escándalos por corrupción
y eso sí, una verdadera avalancha de entrevistas y declaraciones a
funcionarios, dirigentes e implicados, que finalmente no sirven para nada.
Somos Macondo, el país de la
verborrea.
¡Qué cansancio! Uno no necesita
tener las bolas de cristal para más o menos saber con certeza cuál es el camino
que tendremos que seguir recorriendo, desafortunadamente.
Lo que es cierto es que este
país y nosotros sus habitantes tenemos una capacidad de aguante que raya en lo
macondiano.
Recordemos a García Márquez con
su sentencia en Cien años de soledad: “Era como si Dios hubiera resuelto
poner a prueba toda capacidad de asombro, y mantuviera a los habitantes de
Macondo en un permanente vaivén entre el alborozo y el desencanto, la duda y la
revelación, hasta el extremo de que ya nadie podía saber a ciencia cierta dónde
estaban los límites de la realidad. Era un intrincado frangollo de verdades y
espejismos…”.
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