José Leonardo Rincón, S. J.
Bien
puestecitos, bien peinaditos, con su sotana o hábito religioso bien planchado y
con una aureola encima de sus cabezas, así nos quedamos con la imagen de los santos,
hombres y mujeres, virtuosos, elegidos de Dios desde antes de nacer, sacerdotes
y religiosos, realmente excepcionales… es la idea que tenemos y que resulta
incompleta y hasta inexacta.
Las
hagiografías se han encargado de ensalzarlos y potenciar, si no exacerbar, sus
bondades, de modo que ser santo pareciera ser el privilegio de unos pocos y no
la común vocación a la que todos hemos sido llamados: “sed santos como
vuestro Padre Celestial es santo…”. Resulta entonces ser un propósito muy
fregado de alcanzar. Y resulta que no… que todos ellos y ellas han sido como
nosotros, de carne y hueso, con cualidades y defectos, diríamos bastante
normalitos, solo que se propusieron ser mejores seres humanos y estuvieron muy
conectados espiritualmente con Dios.
Por
eso, el anuncio de que Carlo Acutis, va a ser canonizado, me ha erizado, como
diría la Amparito Grisales. Y no puede ser para menos pues se trata de un
pelado italiano, que nació en 1991 y se murió solo con 15 años, estudiante del
colegio jesuita Leon XIII de Milán, guapo, simpático, a quien se lo llevó una
leucemia fulminante. Su cuerpo, incorrupto, se puede ver en una urna de cristal
y lo muestra de informal chaqueta, bluejeans y tenis…como cualquier adolescente
contemporáneo. Si viviera, sólo tendría 33 años, o sea que yo podría haber sido
perfectamente su papá. ¡No friegues! ¿Y ya santo?
Los
santos jóvenes siempre impactan. Como Domingo Savio que también murió
quinceañero y supe de él desde muy niño por la amistad de mi mamá con algunos
sacerdotes salesianos, o Estanislao de Kostka un novicio jesuita polaco a quien
particularmente le profeso especial devoción, o los otros dos de la tríada
jesuita joven: el belga Juan Berchmans o el también italiano Luis Gonzaga a
quien como la joven Maria Goretti los han puesto como modelos de pureza. Bernardita
Soubirous, la francesa de Lourdes o Francisco y Jacinta los portugueses de
Fátima… ¡Qué barbaridad! Y nosotros aquí, faltándonos mucho pelo pal moño.
Sorpréndanse:
Carlo, milenial, goloso de la nutella, deportista futbolista, fanático del
Pokemon, pero sobre todo de los videojuegos en internet, programador
informático, creó su propia web para difundir entre sus amigos las devociones a
María y la eucaristía, evento diario al que no faltaba, “autopista para ir
al cielo” pues “estar siempre unido a Jesús es mi proyecto de vida”
era su lema. Invitando además a ser auténticos decía también: “todos nacen
como originales, pero muchos mueren como fotocopias”, ¿qué tal? Será el
patrono del internet a quien ya llaman el “influencer de Dios”. Su mamá estará
en la ceremonia de canonización.
La
corta pero intensamente vivida vida de Carlo vale la pena conocerla. Un santo
cercano, tan parecido a nuestros jóvenes, vale la pena que lo conozcan y tengan
como asequible referente. Un santo en tenis. Excelente.