Luis Guillermo Echeverri Vélez
Bertrand Russel preguntado sobre cómo comienza el fascismo,
contestó: “Primero, fascinan a los tontos. Luego, amordazan a los
inteligentes”.
Los valores en una sociedad y el valor de quienes conducen
las instituciones no lo destruye el miedo, sino la cobardía. Es inexplicable
que el capote de los cobardes sea taparse en los burladeros, eludiendo la
responsabilidad de lidiar y manejar sus encargos.
Al debido orden en la sociedad actual, lo anuló el
reemplazo de la libertad por el libertinaje que genera caos. A la justicia, la
mató el reemplazo de la legalidad por la ilegalidad premiada con la
legitimación de la impunidad.
A la formación educativa y cultural de nuestras naciones,
la aniquiló el reemplazo de la convivencia cívica por el uso engañoso de la
narrativa pacifista que sólo engendra más violencia cuando se debilita la
coercibilidad del derecho y se desvirtúa la esencia del Estado gendarme.
A la economía la destruyó el reemplazo de la libertad de
mercados por el control central Estatal. Y a la narrativa de la verdad y la
transformación positiva la mataron la falacia y el engaño del discurso
populista.
Empoderar criminales de lesa humanidad y darles estatus de
parlamentarios desconociendo la voluntad del constituyente primario, fue lo que
hizo el perverso Santos en flagrante cohecho con algunos cabecillas de las
FARC, amparados en las ideas retorcidas de asesores españoles, criollos y de
sus “jevos”, en el laboratorio de la impunidad de La Habana.
Allí se experimentó con Colombia en materia de cómo
desvirtuar la legitimidad del Estado y convertir todo lo ilegal en legal y el
resultado lo estamos sufriendo. Gracias al mal llamado proceso de paz
Santos-FARC se produjo en 2017 una corrupta inversión de valores
constitucionales. Y atención, que ahora viene la extrusión institucional de la
revolución mediante el pacto con el ELN; y los gremios y la sociedad civil
otorgando testigos de excepción.
Produce vergüenza ajena que personajes como Enrique
Santiago y el juez Baltazar, que en España trabajan tras bambalinas, importarán
a la península ese sistema de impunidad acompañado de garantías políticas a las
minorías criminales y a todo tipo de delincuentes.
Sin duda hay una correlación directa entre el flaqueo de
las democracias, la legalización de la impunidad y la polarización extrema en
los países que ya entraron en un atrincheramiento ideológico totalmente
irreconciliable.
“La desconfianza genera polarización”. Lo
reporta el “Edelman Trust Barometer – 2023”: Argentina, Colombia, España,
Estados Unidos, Sudáfrica y Suecia, fueron considerados por sus propios líderes
económicos como naciones que no cuentan con los mecanismos para hallar una
unidad de propósito país homogénea y generalizada que permita solucionar de
manera civilizada sus diferencias y garantizar la seguridad, el bienestar y el
progreso ciudadano.
Y ojo que la polarización extrema se está ampliando a otros
países, se está dando entre naciones o grupos étnicos y religiosos como en el Oriente
Medio, mientras la cobardía mamerta infesta las organizaciones de justicia y
los parlamentos internacionales como la ONU, la UE y la OEA.
Hoy la tendencia es el dominio mediático y digital de la
narrativa populista, llena de negatividad y amparada por la imposición a las
mayorías de las agendas minoritarias, con lo cual se desvirtúa el tener que
cumplir obligaciones para adquirir derechos y se da al traste con el interés
general y el bien común en las enfermas democracias occidentales que demandan
una revisión profunda a la luz de la batalla por la defensa de la cultura de la
libertad.
Inexplicablemente el Gobierno norteamericano ya no
considera a Cuba como patrocinadora del terrorismo cuando allí es donde se
engendró el veneno ideológico del socialismo del siglo XXI mediante el cual se
deja de lado la formación de políticas públicas dentro del marco de la legalidad
que es reemplazada por la insensibilidad social ante el crecimiento exponencial
de los escándalos y delitos gubernamentales.
El examen y la cura de las debilidades institucionales
públicas, privadas y sociales, debe empezar por enmendar el problema de los
corruptos y cobardes que elegimos para manejarlas, encontrando la forma de que
toda nación tenga a sus mejores profesionales y no delincuentes, al comando las
instituciones.
No hace lógica que mientras el mundo tecnológico avanza y
el ámbito digital aprende a pensar, el mundo real sólo demuestre la
incompetencia y capacidad destructiva de las personas elegidas para administrar
la sociedad y las instituciones. La democracia en Occidente está siendo víctima
de la legalización de la impunidad que destruye la independencia de poderes,
cuando se someten los principios fundacionales de las naciones a las directrices
de quienes se valen del terror y el soborno para imponer sus demandas al resto
de la sociedad.
Si queremos innovar para mejorar la democracia y volver al
camino del desarrollo, hay que hacer limpieza y reorganización ética y
normativa en las estructuras partidistas y la representación gremial.