martes, 28 de mayo de 2024

De cara al porvenir: la avalancha

Pedro Juan González Carvajal
Pedro Juan González Carvajal

Se sienta uno a ver los noticieros de televisión, y partiendo del principio de la buena fe, uno cree en la responsabilidad periodística, a sabiendas de que cada noticiero por más objetivo e imparcial que se presente, como mínimo debe preocuparse por su supervivencia y entonces depende de la pauta publicitaria y ahí comienzan los conflictos de interés.

Es absolutamente alarmante el contenido típico de estos espacios de divulgación noticiosa.

No entiendo como todavía este país no ha colapsado ante esta hecatombe moral y este cataclismo ético que cada día observamos y del cual somos casi todos observadores pasivos y casi todos cómplices por inacción.

Cuando no son los desastres naturales previsibles y advertidos, pasamos a la masacre de turno –un poco más de dos docenas en lo que va corrido del año–, al asesinato de líderes sociales, ambientales, reinsertados, y miembros de la fuerza pública, cuando no es de la delincuencia organizada que doblega las posibilidades de las autoridades en las ciudades.

Ni hablar de los feminicidios, de los abusos a niños, del mercado sexual, del secuestro, de la extorsión, del gota a gota, de los ingenuos intentos por lograr una muy deseada “Paz Total” pero teniendo como interlocutores a grupos que ya patentaron la fórmula para continuar con este proyecto de vida, que no defiende  ideología alguna, sino a los intereses de los miembros de estos grupos, cual es la creación de “disidencias” que pareciera ser están planeadas desde antes de firmar un acuerdo de paz entre el Estado y un porcentaje importante de los miembros y dirigentes de estos grupos.

No podemos olvidar el impacto del narcotráfico y la estéril estrategia global empleada hasta ahora, basada en la prohibición, pero cuyos recursos han servido para corromper a una gran cantidad de personas e instituciones de nuestra pretendida sociedad, abriéndole paso y financiando a la maldita corrupción.

No olvidemos que estamos ante una situación donde los colombianos nos estamos matando entre nosotros mismos desde hace un poco más de 200 años. Independientemente de donde provengan las balas, el humano caído es un ciudadano colombiano.

Para enfrentar la corrupción no me voy a poner a desarrollar ideas melifluas, ni a proponer acciones políticamente correctas para dejar constancia ni a proponer mecanismos inocuos… ¡no!

Como el asunto se nos salió de madre, como los delincuentes se encuentran en todas las escalas sociales y perdieron hasta los modales y el recato para robar a plena luz del día, mi propuesta es sencilla: implementar una reforma bajo la figura jurídica pertinente para incorporar como mecanismo de combate contra la corrupción, la pena de muerte y el decomiso de todos los bienes de los parientes en primer y segundo grado de consanguinidad y de aquellos que sirvan como testaferros.

Como se está avanzando en la construcción de un proyecto de ley para la siempre cacareada y nunca implementada Reforma a la Justicia, podría ser el momento de tener en cuenta este “articulito”.

Estamos dizque librando una batalla frontal contra la corrupción, teniendo como actores a personajes castigados por corrupción, lo cual es un magistral ejemplo de nuestra Colombia macondiana.

O seguimos insistiendo en luchas simbólicas para dejar constancia, o nos ponemos serios y nos proponemos acabar con este flagelo, caiga quien caiga y pase lo que pase.

Lo que sí parece una línea sacada de una obra del “teatro del absurdo” es el eslogan del actual Gobierno que dice “Colombia, potencia de la vida”, lo cual dista mucho de ser verdad y de lo que la realidad nos está mostrando y enrostrando a diario.

Ojalá esta frase fuera cierta y tuviera un sentido real.

Ahí les dejo “Este trompo en la uña”.

Nota. Torpe, siendo generosos con el calificativo, es el manejo que el actual Gobierno le ha venido dando al proceso de elección del Rector de la Universidad Nacional. Está alborotando sin necesidad uno de los avisperos más complejos que existe, cual es el segmento de los estudiantes, al cual pueden adherirse fácilmente los maestros y otros grupos de interés. Este Gobierno que reclama permanentemente la participación y el respaldo de las bases, puede ver como acaba de lanzar un bumerán con recorridos y consecuencias impredecibles.

Recordemos a Daniel “el Rojo” y las marchas estudiantiles en la Francia del 68 que pusieron a tambalear al general De Gaulle, gran héroe nacional quien ocupaba la Presidencia de la República en ese momento histórico.

Para no darle muchas vueltas, “con los estudiantes no se juega”.