Luis Alfonso García Carmona
Créanme, queridos
compatriotas y amigos, que comprendo que a alguno le falte la debida motivación
para salir a marchar nuevamente a protestar contra el ignominioso régimen que
nos gobierna.
No olvidemos que
nos ha correspondido librar una dura y larga lucha para enfrentar esta
hecatombe jamás vivida en nuestra historia como nación independiente.
Por supuesto, esta
epopeya hay que pelearla día a día, sin pausa y sin desmayo, pues el enemigo
tiene todas las armas a su alcance y carece de frenos morales o éticos que lo
inhiban para emplear hasta los instrumentos ilícitos si estos le permiten
atornillarse en el poder.
Comparto con
algunos el razonamiento de que Petro no se caerá por una marcha, aunque los que
protestaran fueran la totalidad de sus gobernados. Pero debo advertir que
cualquier otro mecanismo que la democracia otorga a los pueblos para librarse
de los tiranos, debe estar acompañado de la voz mayoritaria del pueblo
manifestada públicamente, con coraje y contundencia, como lo sintetiza nuestro
grito de batalla: ¡fuera Petro!
El juicio político
ante la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes, las denuncias
ante las cortes internacionales, la apelación a las Fuerzas Armadas para que
restablezcan el orden constitucional y salvaguarden la soberanía del pueblo, la
conformación de una gran fuerza independiente de los anquilosados partidos
políticos que busque el poder en las urnas, son otras tantas formas de alcanzar
el anhelado propósito nacional de derrocar a Petro y emprender la
reconstrucción del país mediante un Gobierno inspirado en el bien común y no en
el amparo de la criminalidad.
Cualquiera de estas
estrategias es viable siempre y cuando cuente con un masivo apoyo popular
registrado en las calles y plazas. Allí está tu papel como colombiano
comprometido con la salvación de la patria y el futuro de tus hijos. Cumplamos
esta cita con la historia. Ya recuperamos el dominio del espacio público, hasta
hace poco en poder de los vándalos y sicarios de la extrema izquierda. No
podemos perder esa supremacía por pereza, negligencia o desmotivación. Los
buenos somos más y lo estamos demostrando en cada marcha.
Tu participación en
la salvación del país no solamente representa un invaluable aporte para cambiar
el destino de nuestra Patria y beneficiar a millones de colombianos. También
dejará en ti una imborrable huella de alegría, felicidad y satisfacción por el
deber cumplido.
Y conseguirás ese
propósito “…si ejecutas cada acción como si se tratara de la última de tu
vida, desprovista de toda irreflexión, de toda aversión apasionada que te
alejara del dominio de la razón, de toda hipocresía, egoísmo y despecho en lo
relacionado con el destino” (Marco Aurelio, Meditaciones).
Es lo que te
proponemos: marchar con la convicción de que estamos llevando a cabo la
mejor acción por nuestra nación; marchar desprovistos del odio y la sed de
venganza de los camaradas que asaltaron fraudulentamente el poder para destruir
a Colombia; marchar sin el hipócrita cálculo de quienes buscan el poder para
beneficiar sus propios intereses o los de su grupo; marchar sin egoísmo y a
sabiendas de que todos, aún nuestros adversarios, nos agradecerán cuando les
devolvamos un país en orden, que respete el Estado de Derecho, las normas
democráticas, la justicia, la verdad y la transparencia en el ejercicio del
poder.
El secreto de la
felicidad está en hacer las cosas bien, con decisión basada en la convicción de
que somos depositarios de la razón, con benevolencia pues no buscamos ninguna
retaliación sino el Bien Común de todos los colombianos, y con heroísmo ya que no
está en nuestra naturaleza callar o escondernos ante la demolición de las
instituciones emprendida por el tiránico régimen que pretende convertir a
Colombia en un satélite más de la esclavitud comunista.
“Si
ejecutas la tarea presente siguiendo la recta razón, diligentemente, con
firmeza, con benevolencia (….) y te conformas con la actividad presente conforme
a la naturaleza y con la verdad heroica en todo lo que digas y comentes,
vivirás feliz.” (Marco Aurelio, Meditaciones).
Marcha, pues, por
Colombia, el próximo 21 de abril, con alegría, con decisión, con la
satisfacción de estar haciendo lo correcto, con la contagiosa alegría que se
convierta en un imparable alud que envuelva a este sufrido terruño y a ti mismo
en un torbellino de felicidad.
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