martes, 23 de abril de 2024

Categóricas lecciones de una épica marcha

Luis Alfonso García Carmona
Luis Alfonso García Carmona

Todavía frescas en la retina las impresionantes imágenes de la asombrosa marcha protagonizada por millones de colombianos el pasado domingo 21 de abril para exigir la salida del guerrillero de la Presidencia de la República, nos aventuramos a reseñar brevemente algunas lecciones que esta histórica manifestación de protesta nos ha dejado.

Primera.- Es a todas luces evidente que jamás en la historia política del país se había reunido número igual de manifestantes contra un gobierno para exigir su caída. Y no es un hecho aislado, puesto que responde a las constantes protestas que con el grito “¡Fuera, Petro”! se repiten en los conciertos, espectáculos deportivos y reuniones a lo largo y ancho del territorio nacional. Para constancia quedan las impactantes imágenes que circulan por las redes sociales y que no dejan lugar a duda alguna.

Aunque una marcha, por multitudinaria que sea, no tiene el poder para derrocar al presidente, sí constituye para cualquiera que tenga uso de razón la expresión de lo que la mayoría de los colombianos quiere, y debe guiar la acción y las palabras de gobernantes, dirigentes empresariales, congresistas y comunicadores.

Segunda.- Fue muy claro y contundente el mensaje de los marchantes: No más Petro en el poder. Su elección fue espuria por la indebida entrada de dineros por encima de los topes fijados por la ley a la campaña. Y su proyecto de convertir a Colombia en otro esclavo del comunismo, totalitario y ateo, no es compartido por el pueblo colombiano.

Por eso no se entiende la acomodaticia posición de los politiqueros de siempre, que pretenden hacerse pasar por opositores a Petro ahora que esa posesión puede dejar réditos, torpedeando el objetivo prioritario de la protesta: el derrocamiento de la tiranía. Y, ¿cómo lo hacen? Proponiendo llamar al presidente para que “enmiende el curso”; pidiendo sentarse a negociar puntos clave de sus reformas como si hubiera la más remota posibilidad de que Petro cumpla alguna de sus promesas; evitando la frase tabú de “¡Fuera, Petro!” para esconder su oculta estrategia de asegurar que Petro termine su mandato, y callando cualquier alusión que ofenda la “inmaculada imagen presidencial”, pues así se lo han exigido los “jefes naturales” de sus colectividades.

Tercera.- Mientras los colombianos comprometidos con la salvación del país sigamos marchando, seguiremos siendo los dueños de la calle, espacio público que en el pasado los camaradas de Petro utilizaron para incendiar el país y crear el caos en la economía con el pretexto de que era un “estallido social”. Preocupa tanto al camarada presidente, que sólo atinó a publicar una grotesca burla, mentir como es su costumbre afirmando que solamente salieron 250.000 manifestantes en todo el país (menos de los que marcharon en una sola ciudad), y a tratar a todos los que marcharon como unos retrógrados representantes de la clase dominante, todo lo contrario de lo que vimos en la calles.

Cuarta.- Mientras recordamos las millonarias pérdidas humanas y materiales que dejaron las protestas de Petro con sus amigos del ELN, FARC, Fecode, Primera Línea y demás vándalos y sicarios, debemos poner como ejemplo que esta millonaria movilización transcurrió en completa calma y diciplina ciudadana sin causar lesiones a nadie ni daños a la infraestructura urbana. Un ejemplo de cómo se debe participar en política y un presagio de lo que puede ser un Gobierno con el bien común como propósito nacional, independiente de la sucia politiquería y de la amenaza comunista.

Quinta.- La historia nos trae múltiples ejemplos de movilizaciones pacíficas que han logrado cumplir sus metas, cuando han estado acompañadas de perseverancia, compromiso con el objetivo general, ausencia de protagonismos, y trabajo eficiente para atraer a más activistas cada día. El movimiento antirracista en los Estados Unidos fue una muestra de un pueblo desarmado que conquistó el reconocimiento de sus derechos mediante la denuncia masiva de las injusticias sufridas por largos años. Al final, recibió el apoyo de toda una nación que entendió su lucha.

Pero ello empezó cuando cada uno de los afectados por la persecución comprendió que la solución no vendría de los políticos o de otras fuerzas sino de lo que cada uno podría hacer por sí mismo. En Colombia ocurre similar coyuntura. Algunos todavía esperan que llegue alguien a salvarlos, que los políticos se unan y nos salven; que los militares den un golpe de Estado; que aparezca un líder carismático; que otros salgan a marchar por nosotros; que la financiación caiga del cielo; que broten de la nada miles de activistas para mantener las marchas e incrementar sus participantes.

Sexta.- Principal lección que nos regala esta marcha. En nuestras manos está el futuro del país y el bienestar de nuestros hijos y nietos. No seamos inferiores al trascendental momento que nos ha correspondido vivir. Este movimiento de “¡Fuera, Petro!” no es de nadie, es nuestro. No dejemos que otros se lo roben para defender sus egoístas intereses. Pregúntate ¿cómo puedo ayudar para que crezca este movimiento y se convierta en una fuerza capaz de derrotar a la desueta clase política y a la venenosa doctrina de la izquierda marxista-leninista?