viernes, 16 de febrero de 2024

Colombia: una, justa, grande y democrática

Luis Alfonso García Carmona
Por: Luis Alfonso García Carmona

No obstante, la azarosa e inédita coyuntura que nuestra sociedad atraviesa desde hace aproximadamente un año y medio, abrigamos los colombianos la esperanza de tener una patria grande, justa y democrática.

Es el destino al que estamos llamados si nos atenemos a la laboriosidad y reciedumbre de nuestras gentes y a los sólidos valores espirituales y democráticos que han enmarcado el perfil de nuestra nacionalidad.

El adoctrinamiento marxista y la perversión materialista impartida desde las escuelas y los medios de comunicación no ha logrado aún sustituir el legado que recibimos con las primeras letras en el hogar.

Una sola Colombia

Hoy más que nunca este bagaje civilizador debe acompañarnos para devolver la unidad a Colombia como nación ajena a la influencia de foráneas y peligrosas doctrinas. Aprendamos de nuestros errores para buscar, con el concurso de nuestras gentes honestas y trabajadoras, el bien común integral de la población.

Abandonemos el fraccionamiento de nuestra patria con estériles pretextos que solo consiguen crear inútiles divisiones entre los colombianos (indigenismo, abortistas, LGTBI, feministas, regionalismo, grupos étnicos en un país con un generalizado mestizaje que ha impedido cualquier tipo de racismo). Todos los colombianos somos iguales ante la ley y gozamos, por lo tanto, de iguales derechos y obligaciones; no somos acreedores a beneficios especiales por razón del grupo de nuestras preferencias.

Colombia, grande

Fuimos premiados por la Divina Providencia con una excepcional ubicación geográfica, variedad y riqueza en nuestro suelo, subsuelo, mares y fuentes hídricas. Estamos en condiciones de abastecer a otros países con nuestros alimentos, productos agropecuarios, industriales, minerales, hidrocarburos y con variados servicios, lo cual incrementaría notablemente nuestros ingresos por exportaciones.

Nos queda la tarea de administrar con transparencia, idoneidad y visión futurista nuestros recursos para beneficio de toda la sociedad y no para el de unos pocos enchufados en el poder. Implica ello que mayoritariamente se adopten reformas al sistema político, que se establezcan controles efectivos a la corrupción política, que se garantice la llegada de los más capaces al poder público, que las inversiones y gastos se sometan a una priorización, según su contribución al bienestar de la población y al desarrollo del país.

Modificaciones importantes deben apuntar hacia la reducción del tamaño del Estado y del déficit fiscal, estímulos económicos a las inversiones en la creación de empleos y mejoras en las condiciones laborales, financiación de grandes obras de infraestructura para dar el salto hacia el desarrollo económico, sistemas de riego, almacenamiento y transporte de productos agropecuarios, programas de desarrollo tecnológico en los campos de las comunicaciones, las finanzas, la publicidad, el entretenimiento y la informática para la generación de empleos no industriales, etc.

Colombia, justa

Debe ir acompañado el crecimiento económico con una mejora sustancial en la calidad de vida de las personas. La solidaridad con los coterráneos de menores recursos debe ser reconocida en la ley y en el presupuesto. Los salarios deben ser justos, y acompañados del pago de todas las prestaciones sociales y de la posibilidad para alcanzar la pensión de vejez. Para ello, los fondos de pensiones públicos y privados deben estar totalmente financiados y sus ahorros no podrán ser destinados a pagar gastos públicos. Hay que impedir el proyecto en curso para desmoronar el sistema de salud en forma absurda.

La seguridad y la tranquila convivencia dependen en grado sumo de una oportuna idónea e imparcial administración de justicia. Se impone una reforma a fondo para garantizar esos requisitos, eliminando el origen político de las altas Cortes, el juzgamiento de los magistrados por organismos no políticos y la limitación de los poderes judiciales en el ámbito legislativo.

Se ha constatado que la seguridad es un presupuesto para el desarrollo económico. Para alcanzarla es necesario adelantar una eficiente labor contra el crimen, una adecuada rehabilitación de los delincuentes y la eliminación de la impunidad por negligencia o tolerancia de los jueces y fiscales.

En Colombia no podemos desconocer que gran parte de la criminalidad está generada por el narcotráfico, los grupos guerrilleros y los colectivos de vándalos y sicarios financiados por el propio Gobierno.

No es una aspiración de poca monta contar con una administración de justicia que mejore la seguridad y la tranquilidad en la población colombiana.

Colombia, democrática

Aunque nos regimos por el sistema democrático, es lo cierto que nuestras instituciones políticas adolecen de imperfecciones que es indispensable corregir , a saber: a) Es un mal endémico la compra de votos, lo cual distorsiona la voluntad popular al momento de elegir a sus gobernantes y representantes en los cuerpos colegiados; b) El origen y composición de las autoridades electorales permite de manera expedita la comisión de fraudes; c) Se requiere una revisión normativa del régimen sobre los partidos políticos, ya que estos se han convertido en “empresas electorales”, no en organizaciones programáticas o ideológicas; d) No existen correctivos que eviten que un mandatario actúe en contra de los principios o programas para los cuales fue elegido; d) El 2 de octubre de 2016 se enterró el Estado de Derecho pues el pueblo soberano votó mayoritariamente NO al proyecto de acuerdo de paz entre el gobierno Santos y las FARC. No obstante, a través del Congreso, mediante una simple proposición, se “aprobó” el acuerdo, con el acto prevaricador de la Corte Constitucional que avaló semejante usurpación de funciones. Con esta monumental irregularidad se incorporaron a la Constitución numerosas normas, mediante un procedimiento no aprobado por la Constitución al que se denominó “fast track”. En resumen, no habrá democracia en Colombia mientras tales reformas hagan parte de nuestra Carta Magna.

Tomemos conciencia de una vez por todas que la solución a la crisis del país no se contrae sólo al derrocamiento del actual régimen. Acarrea también un aspecto positivo que a todos los colombianos de bien nos concierne: Restaurar el país como una Colombia grande, justa y democrática, para todos.