jueves, 4 de enero de 2024

¡Jamás le perdonarán!

José Alvear Sanín
Por José Alvear Sanín

Los episodios de la vendetta contra el doctor Álvaro Uribe Vélez se han convertido en infundios a los que nadie pone atención, porque se suceden cotidianamente desde el propio día de su posesión como presidente, el 7 de agosto de 2002.

Desde hace 21 años, rutinariamente, sin faltar un solo día, el doctor Uribe Vélez es objeto de ataques virulentos para castigarlo por haberse opuesto a la toma del país por parte de todas las fuerzas revolucionarias combinadas, en su propósito de alcanzar el poder, del que ya se veían dueñas.

Al finalizar su segundo mandato la vindicta se agudizó, para perseguirlo hasta el último día de su vida por el crimen imperdonable de haber aplazado ocho años la toma comunista del Estado.

Como el odio es la mayor motivación anímica del comunismo, lo anterior no es de extrañar.

Su primer sucesor traicionó al país suscribiendo el infame “acuerdo final” con las FARC, que se puso en vigencia contra la expresa voluntad del pueblo colombiano; y el segundo se vio maniatado por un ordenamiento constitucional deslegitimado y prostituido por su origen fraudulento.

Con semejantes premisas, la caída del país era inevitable y Colombia se encamina ahora hacia un destino comparable al de Venezuela, bajo la actual narco-dictadura...

Álvaro Uribe Vélez fue un gran presidente en todas las áreas: recuperó el orden público; derrotó militarmente a la subversión; saneó las finanzas; propició el crecimiento económico, y con la reforma del raquítico servicio de salud pública puso las bases que permitieron convertir el sistema asistencial colombiano en uno de los mejores del mundo.

Colombia, en vez de agradecer esa gestión incansable, eficaz y benéfica, de uno de los mejores gobernantes de toda su historia, presta oídos a la diaria catarata de desinformación y calumnias, que lo pinta como un cruel asesino con las manos manchadas de sangre, culpable de incontables masacres y violador de todos los derechos humanos, para que de tal manera las nuevas generaciones lo vean incluso como émulo de Hitler.

Reconozco que el expresidente sí persiguió a los narcotraficantes, los secuestradores, los paramilitares y los guerrilleros que reclutaban y violaban niños, traficaban narcóticos, volaban oleoductos contaminando ríos y vegas, y a los demás benévolos terroristas que mataban para crear un país justo.

Como los individuos anteriormente citados gobiernan ahora el país, no es de extrañar la persecución judicial emprendida contra Uribe con denuncias falsas, como en el caso Monsalve. Como esa acusación no puede ser más endeble —aunque ha dado lugar a una saga judicial interminable— ahora se preparan dos nuevos “frentes judiciales” contra el expresidente:

 1-Extralimitando sus facultades, en la “justicia especial para la paz” se prepara su incriminación por la siempre creciente cifra de “falsos positivos”, y 2. Se le acusa de crímenes imprescriptibles de lesa humanidad, en Argentina.

En algunos países, dizque los jueces disponen de jurisdicción universal que les permite investigar y castigar los delitos contra la humanidad cometidos en cualquier lugar del mundo.

Parece que en Argentina existen leyes que permiten esa grotesca intervención en otros países, y por tanto, un colectivo comunista colombiano de la peor índole está intentando una acción contra Uribe, como la que llevó a la detención del general Pinochet en Londres.

Preocupante actuación, porque allí también puede aparecer el juez prevaricador que se preste a una maquinación como la que se prepara contra Uribe Vélez, quien se ha dirigido al pueblo argentino en un excelente comunicado en el que desbarata las principales calumnias en su contra.

Mejor haría la justicia argentina en juzgar a los delincuentes políticos de su repugnante pasado peronista, que en perseguir a un ciudadano extranjero por el crimen de haber defendido a su país.