Por Juan Manuel Jaramillo
Esta
semana vimos cómo chiflaron a Francia Márquez en el Cauca, a Gustavo Petro en
una ceremonia oficial, y al exalcalde Daniel Quintero en la Plaza Minorista de
Medellín, ahora que decidió salir a hacerle campaña al primo de su esposa,
luego de haber
dejado tirada la Alcaldía.
Los
malos políticos suelen ser objeto de repudio por parte del pueblo sobre todo
cuando se dedican a aumentar la burocracia (nuevos ministerios y/o secretarías), regular
todo excesivamente y a intervenir en la economía. Cuando digo intervenir en la economía, siempre
es de una manera negativa, porque la mejor forma de intervenir positivamente en
la economía es no interviniendo, o interviniendo lo menos posible.
La
burocracia, la regulación excesiva y la intervención en la economía conducen
a menor eficiencia, disminución de la productividad y, en última instancia,
a un empobrecimiento de la sociedad, y cuando el pueblo percibe que sus
condiciones de vida empeoran debido a estas políticas, es natural que los
políticos sean repudiados.
Cómo
dato curioso, Hayek, economista austríaco, argumentaba que el conocimiento disperso
es uno de los pilares
de la economía de mercado. Estos 3 políticos, que mencioné al inicio del artículo, tienen
en común que creen que pueden centralizar y
planificar todos los aspectos de la sociedad e ignoran este principio
fundamental.
Los
malos políticos a menudo intentan imponer su visión centralizada, ignorando las
preferencias y necesidades individuales de las personas, esto puede llevar a
decisiones que van en contra de los intereses de la mayoría y, como resultado,
al repudio por parte de la sociedad, como bien lo
vimos esta semana y, con seguridad, lo seguiremos viendo.
Otro
factor importante, que comparten los “chiflados”, es la falta de
responsabilidad y transparencia en el Gobierno; a menudo están involucrados en
la corrupción, el nepotismo y el abuso de poder. Estos comportamientos socavan la confianza
en el sistema político y refuerzan
la percepción de que los políticos no están actuando en beneficio del
pueblo, sino en beneficio propio.
La
historia nos enseña que la falta de conexión entre los gobernantes y los
gobernados puede llevar a disturbios y cambios políticos drásticos.
En
el caso de Colombia, ojalá se den cambios políticos drásticos, realmente creo
que el país los necesita.
En
resumen, los malos políticos suelen ser repudiados por el pueblo debido a su
ineficiencia en la gestión económica, su ignorancia del conocimiento disperso,
su falta de responsabilidad y transparencia, y su desconexión con las
necesidades y deseos de la sociedad.
Pero
gracias a Dios existe la sanción social que los persigue durante y después de
sus malas gestiones.
Nuestra mayor responsabilidad será votar bien el próximo
29 de octubre.