Por: Luis Alfonso García Carmona
Llamo a mis
compatriotas a que tomemos consciencia de que Colombia está atravesando la más
terrible hora de la infamia en toda su historia como nación soberana.
Todo lo que
nuestros mayores construyeron en más de dos siglos, se ha destruido en tan solo
13 meses de desgobierno.
Los valores éticos,
morales y jurídicos que forman parte de nuestras creencias y nuestra identidad
como nación han sido sustituidos por la doctrina materialista del
marxismo-leninismo y por los propósitos revolucionarios que pretenden imponer
el odio de clases, el totalitarismo, y la miseria que caracterizan a todos los
pueblos que han caído bajo el yugo del comunismo.
No nos es
permitido, en estos cruciales momentos, dejarnos distraer con las cortinas de
humo que a diario emanan de las mentes enfermizas que se han incrustado en las
más altas esferas del poder.
Nuestro objetivo
prioritario no debe ser otro distinto al de “defenestrar” a quien ocupa fraudulentamente
la Casa de Nariño. La Constitución y la Ley nos otorga el derecho inalienable
de exigir al Congreso que investigue y juzgue al presidente –o a quien haga sus
veces– por razones de indignidad, entre otras, por haber sido elegido con
violación de las normas sobre gastos de la campaña electoral.
Si los dirigentes
políticos, por temor, complicidad o por otras oscuras razones, se abstienen de
liderar la movilización pública para hacer valer este derecho constitucional,
nos corresponde a nosotros, los ciudadanos, convertirnos en los promotores de
esta batalla para salvar a Colombia de su mayor enemigo.
La infamia que
todos presenciamos se extiende a esa corrupta clase política, responsable por
acción u omisión, de la crisis que nos agobia. Es al pueblo, representado por
nosotros mismos, a quien compete sacar al país de la hecatombe en la que lo ha
hundido el abandono de los principios cristianos y democráticos, el
desconocimiento del bien común como orientador de la acción del Estado, la
falta de protección a la vida y a la seguridad de los colombianos, la
alcahuetería con el crimen, la corrupción y el despilfarro, la persecución a la
familia tradicional y a la propiedad privada, el desmantelamiento de la fuerza
pública, la destrucción del sistema de salud, y la expropiación del ahorro de
los trabajadores para obtener su pensión de vejez.
El paso siguiente
es conformar una gran fuerza cívica, independiente, con una propuesta
contundente para contrarrestar la falacia socialista y unos cuadros directivos comprometidos
con la batalla cultural contra el imperio de la extrema izquierda.
Insto a los
colombianos a que contribuyamos a la conformación de esa indispensable fuerza
en los siguientes aspectos:
1.- Adoptar una
síntesis de los principios comunes que nos permitan recuperar nuestra identidad
nacional y dar una sólida respuesta a la farsa social-comunista.
2.- Buscar un líder
idóneo para comandar la batalla de apoyo al juicio político contra Petro y de
recuperación del poder en 2026.
3.- Constituir los
grupos de apoyo o células de activistas en todo el territorio nacional,
independientes de los desgastados partidos políticos.
4.- Desarrollar
eficaces estrategias para la obtención de recursos económicos que permitan la
difusión de nuestros propósitos y la organización de la militancia.
5. Implementar
actualizadas estrategias para la penetración en las redes sociales y en el
espacio virtual.