Por Pedro Juan González Carvajal
De nuevo seremos
testigos de uno de los sainetes más tradicionales de nuestra democracia: la
elección de representantes del poder ejecutivo y del poder legislativo a nivel
subnacional.
Para el caso de la
Alcaldía de Medellín se han inscrito 16 candidatos, casi todos desconocidos y
con poca experiencia, y para la Gobernación de Antioquia 11 candidatos
innegablemente con más recorrido y experiencia. Ni que hablar del nivel de reconocimiento
y experiencia de la mayoría de los aspirantes a Concejos Municipales y a la Asamblea
Departamental. Falta ver cuántos quedarán finalmente después de los consabidos
acuerdos internos entre quienes no ven posibilidades reales a sus pretensiones.
Los diagnósticos y
el estado del arte de la Alcaldía de Medellín y de la Gobernación de Antioquia
son claros. No debería haber sorpresas con respecto a la radiografía general
del estado de cosas y lo único que se espera son respuestas, propuestas y
estrategias concretas para enfrentar con alguna posibilidad de éxito los retos
que les esperan.
Aun cuando la
estrategia de las firmas se ha vuelto común, así mismo las campañas a través de
las redes sociales movilizan personas con información de todo tipo: veraz,
inexacta o falsa.
Las tradicionales
vallas publicitarias colocadas en lugares estratégicos, permitidos y no permitidos
muestran a un montón de señores y de señoras casi todos ellos sonrientes
acompañados de una frase o un eslogan, o una frase de cajón con la cual quieren
resumir sus propuestas, generalmente inexistentes.
Volveremos oír
hablar de la necesidad de recuperar la seguridad, de la importancia de la
educación, de la salud y de la vivienda y de los demás derechos fundamentales,
casi siempre sin propuestas y estrategias concretas. También se hablará de los
problemas de coyuntura como la movilidad, el espacio público, el tema ambiental
y la generación de empleo, entre otros temas y se propondrán obras como más Metrocables,
sobre alguna intervención en el Río Medellín, se hablará del Metro de la 80,
del Tren de Cercanías y de la necesidad de ayuda del Gobierno central. Se
argumentará sobre la necesidad de establecer mesas de diálogo que vinculen
mineros informales, campesinos, indígenas y población vulnerable. Hablaremos de
las obras en curso como túneles, vías y puertos, y poco se hablará de las
estrategias para aprovechar o mitigar el impacto de estas.
También se hablará
de la terminación de las vías 4G, de EPM, de Hidroituango y eventualmente de
obras compartidas en el Valle de Aburrá con los municipios vinculados al Área
Metropolitana.
El que se presenten
tantos candidatos podría ser visto como el reflejo de una democracia
participativa y vigorosa, lo cual se desploma al evidenciar el mercado persa
que existe detrás del otorgamiento de los respectivos avales, donde se pone de
manifiesto la escasez y la importancia de fortalecer verdaderos partidos
políticos y la existencia de un numeroso grupo de movimientos políticos que son
legales, pero que con la poca estructura y recorrido que tienen, les es difícil
hacerle verdaderos aportes a la región y al país.
La relación con el Gobierno
nacional es de capital importancia. Se vuelve a hablar de descentralización, de
federalismo y de autonomía, sin que necesariamente se tengan claros los
conceptos y sus implicaciones prácticas.
Las rentas departamentales
propias siguen asociadas a figuras heredadas de la Colonia y los municipios
siguen sin emplear a fondo algunas figuras modernas como la plusvalía. Se hace
necesaria una reforma tributaria estructural que contemple el orden nacional,
departamental y municipal.
Es necesario hacer
esfuerzos para que la confianza, el respeto y la voluntad de servir hagan parte
de la actuación y la interrelación entre los funcionarios y la ciudadanía.
Así las cosas,
amanecerá y veremos.