domingo, 4 de junio de 2023

Preocupaciones

Antonio Montoya H.
Por Antonio Montoya H.

Son muchas y verdaderas las angustias que se viven en Colombia en estos días, pero, debo ser claro, no todos los colombianos las sufrimos: existe un gran porcentaje de la población que no ve mal lo que está sucediendo, por el contrario, aplauden, imploran que se hagan efectivos los cambios que se prometen, no comprenden la magnitud del daño que van a recibir, pero, para ellos es igual, hoy no tienen nada y lo que venga puede ser mejor. Esa simple expectativa los sitúa a todos ellos en un escenario diferente que indudablemente polariza el país y es un hecho que cada día que pasa tenemos división, confrontación y obviamente surge la posibilidad de enfrentamientos y muertes.

Es lento e imperceptible aun el objetivo de la izquierda para controlar el país, pero es constante y se percibe en el ambiente del parlamento donde tratan de aprobar a pupitrazo limpio las reformas propuestas, dentro de un marco aparente de democracia, en el que todo vale, la compra de conciencias, la desobediencia a los partidos y por consiguiente el desorden y la confusión.

Parece un espectáculo de película borrosa de los años treinta, bochornoso, sin respeto por los electores, en contravía de la democracia, ofensas, golpes bajos, redes multiplicando noticias falsas, surgimiento de falsos mesías, no hay ideologías, ni principios, todo al garete.

Observo en cada ciudad de Colombia, sin excepción, proliferación de aspirantes a las alcaldías, gobernaciones, concejos y asambleas y ni hablar de las JAL.

La pregunta que nos hacemos muchos ciudadanos es el porqué de esa cantidad de personas aspirando a cargos públicos, cuál es su formación moral y académica, su experiencia profesional y conocimiento del manejo de la ciudad, de la manera en que operan cada uno de los entes públicos mencionados, y sobre todo, el tratar de acertar en el porqué de su aspiración. Respuesta que es muy difícil de responder satisfactoriamente, e implica predecir el futuro con una varita o bola mágica, lo cual intentaré dilucidar en pocas palabras: interés personal, de lucro y beneficio para quienes los apoya en la elección en por lo menos un 80% de los candidatos y solo un 20% máximo están interesados en lograr el mejoramiento de las condiciones de vida en sus poblaciones grandes medianas o pequeñas.

¿Cuántos de los alcaldes, gobernadores o corporados están inmersos en procesos judiciales en los últimos 20 años?, ¿cuántos, con condenas a cuestas?, ¿cuántos han persistido en ayudar a sus comunidades y cuáles de ellos son verdaderos lideres en sus regiones? Podríamos pedir estadísticas judiciales en cada región y obtendremos una respuesta terrible sobre el número de procesos que obran y están en curso contra ellos.

Por ello, invito a que no repitamos historias funestas como las de las grandes capitales: Medellín, Cali, Cúcuta, Cartagena, Bogotá y otras más que han caído en manos de personajes inescrupulosos que además consideran que han tenido administraciones brillantes y sobresalientes y han sido siniestros para proteger los intereses ciudadanos y su calidad de vida.

No todos tienen el perfil adecuado para administrar una ciudad, o municipio, o departamento, debemos ser meticulosos en exigir hojas de vida limpias, sin prontuarios, sin investigaciones penales sobre todo por actuaciones previas, y que los electores tengan fe en que su gestión se realizara en un marco de austeridad, respeto por el ciudadano y orden y disciplina.

Les pido e imploro a todos los colombianos sin distinción de edad, raza o condición que no cedamos a las malas propuestas, pensemos en las familias, los hijos y nietos para votar por ideas, y sobre todo por la democracia. Ni un paso atrás, siempre adelante.