lunes, 26 de junio de 2023

Honestidad, confianza, lealtad



Por Antonio Montoya H.

Antonio Montoya H.
Estas tres palabras enmarcan las conductas humanas y de ellas se derivan las acciones que a diario realizamos tanto en el campo familiar, el trabajo y la vida social. Son pues los pilares en los que nos vamos desenvolviendo en nuestro diario trasegar por esta vida.

Se Inicia en el entorno familiar que es la que realmente nos da los valores a seguir, nos abre el camino para desempeñarnos en la vida y nos da garantías de afecto, amor, solidaridad y apoyo. Así pueden observar ustedes, amables lectores, otras cuatro palabras claves, que tienen incidencia en nuestro desarrollo y con seguridad podrán analizar de ellas cuántas se han dado en su vida tanto en la niñes como en la vida adulta donde ya somos los que damos el ejemplo y brindamos a quienes están a nuestro alrededor la luz, el camino y la vida.

No obstante, para mí son primero las enunciadas inicialmente porque cuando se actúa con honestidad esta no se percibe, no se premia, es parte de la persona que la desarrolla y por ello no es objeto de reconocimiento. Es sin duda alguna una premisa que la honestidad debe estar presente en toda actividad porque es el deber ser, así nos lo enseñaron, se tiene o no. No es una decisión arbitraria, cuando no se tiene ya no hay marcha atrás, es el principio del fin, llega el caos, la corrupción y el desastre; la ausencia de ella es la que en el mundo ha conllevado a la pérdida de credibilidad en el hombre público, porque se deja llevar del egoísmo, la ambición y el deseo de enriquecimiento personal en contravía del trabajo en beneficio general. Esta conducta afecta aun hasta los más honestos porque sobre ellos cae el estigma de la corrupción, se manifiesta en sentido general y no en uno específico. Vale el adagio que pagan los justos y no los pecadores.

La confianza, obviamente está ligada con la honestidad, porque quien genera confianza en sus actuaciones, en sus decisiones, está creando una sensación de bienestar a su lado, no hay ambigüedades en lo que realiza, se hace bien y con seguridad.

La lealtad se da no solamente en quien lidera grupos, empresas, asociaciones o cualquier tipo de agremiación, sino que debe ser observada por todos, es una comunión de intereses y la falla de uno genera el desastre. No es la lealtad mal entendida es la que surge de compartir ilusiones, proyectos y vida.

Con el trascurrir de los años, todos vamos recordando momentos de la vida y casi todos ellos están relacionados con historias de familia o de estudio, sobre todo escolar, donde se comparte sin competencia. A ninguno nos interesaba ser el mejor, solo queríamos aprender, acompañarnos y reír. Es una lástima que el paso del tiempo nos haga perder lo esencial, la comunicación, el respeto y la alegría de la cotidianidad. No es posible entender que se metió en la mente del ser humano que de esa limpieza de mente y espíritu inicial poco queda, pero mantengo la ilusión de que podamos recuperarla cuando todos entendamos que el camino por el que vamos no conduce sino a la postración moral, la miseria económica y la desesperación. Por ello invito en este caso a los colombianos a que nos miremos, reflexionemos y pensemos en qué y por qué no actuamos conforme al deber ser, es decir de forma elemental honesta, con confianza en los demás y generando lealtades a nuestros lados por ser generadores de ideas positivas y motivantes para quienes nos rodean. Por ende, oremos, pidamos a Dios nos ilumine y abra la mente para ser mejores ciudadanos, amigos, excelentes padres de familia y soñadores.