jueves, 27 de abril de 2023

Régimen incompatible con el bien común

Luis Alfonso García Carmona
Por: Luis Alfonso García Carmona

Cada día que pasa nos sentimos los colombianos más indignados con el rumbo que ha tomado el país y no entendemos ni aceptamos las políticas gubernamentales, ni mucho menos los desastrosos resultados de estos primeros ocho meses de desgobierno.

Por encima de la lucha de clases y la creciente estatización de la sociedad en que se ha empeñado el régimen radical de izquierda, prima la soberanía de la persona humana y el bien común como máxima exigencia de la naturaleza humana.

No se sirve al bien común desconociendo la voluntad del pueblo en las urnas como ocurrió en la turbia elección presidencial.

No se sirve al bien común cuando los nombramientos para altos cargos no están determinados por las calidades morales o intelectuales de los designados sino por su fanatismo marxista, su odio de clases y su deseo de venganza contra quienes han defendido la democracia.

No se sirve al bien común destruyendo los sistemas de salud y de pensiones, y estableciendo obstáculos a la generación de empleo mediante la reforma laboral.

No se sirve al bien común aumentando la inseguridad de la población, destruyendo la fuerza pública, dejando en libertad a los delincuentes, y pagando con la impunidad los apoyos de la mafia y de la corrupción a la campaña presidencial.

No se sirve al bien común acabando con la estabilidad económica, aumentando la inflación, desvalorizando al peso colombiano, aumentando el costo de vida y disparando el déficit fiscal con el despilfarro gubernamental.

¿Hasta cuándo vamos a permitir que esta política castro-chavista siga engañando a nuestro pueblo con mentiras, que continúe el derrumbamiento moral con la promoción del tráfico de estupefacientes y que se siga escarneciendo la dignidad de la persona humana?

No perdamos de vista que el bien de los hombres es incompatible con cualquier medio intrínsecamente malo. Y estamos en presencia del más perverso de los sistemas.

Nuestra tarea no es otra que organizarnos para oponernos inteligentemente a esta avalancha depredadora que ya empieza a destruir hasta las bases morales y democráticas que de nuestros mayores heredamos.

¿Cómo organizarnos? En una gran confederación de colombianos honestos, que crean en la justicia, en la libertad, en un humanismo centrado en Dios, en el premio al trabajo honrado, en la solidaridad con las personas más vulnerables. En este ejército para el rescate de Colombia tenemos que convocar a los hombres y mujeres que salen a marchar en señal de protesta contra el régimen, los jubilados, los militares y policías en retiro, los desempleados, los laicos de todos los cultos cristianos, los defensores de la familia y de la vida, las madres (casadas o solteras), y todos los que sufren y no encuentran solución en un Gobierno que sólo busca perpetuarse en el poder y arruinar a toda la sociedad colombiana.

Tengamos como bandera el juicio político contra quienes fueron elegidos presidente y vicepresidente, de manera fraudulenta, violando la normatividad electoral y la prohibición legal de elegir como presidente a quien fuera condenado por la comisión de un delito intencional. Como si ello fuera poco, han sido indignos en el ejercicio de sus cargos, omitiendo el cumplimiento de los deberes constitucionales que les competen.

Pasemos a la acción y dejemos la actitud de tolerancia o de inercia, mientras el país se nos va desmoronando. No pasemos por la historia como “momias en sarcófagos de buenos pensamientos”.[1]



[1] Jacques Maritain