Por Andrés de Bedout Jaramillo
Estamos hablando de un presupuesto para 2023
de siete billones quinientos setenta y cinco mil trece millones ochocientos
diez y siete mil cuatrocientos treinta y ocho pesos ($7.575.013.817.438). Es
tanto dinero, que no se justifica el descuido, el desgreño y la politiquería en
que nos encontramos.
Esta plata proviene principalmente de los impuestos
de predial, industria y comercio y otros impuestos, tasas, multas y
contribuciones, las transferencias de EPM y de la nación (sistema general de
participaciones) con énfasis en educación, salud, saneamiento básico y medio
ambiente; estos recursos se incrementarán en 2024 por el carácter de distrito especial
de ciencia, tecnología e innovación.
Estos 7.5 billones se gastan en
inversión física y social, funcionamiento y servicio de la deuda.
La racionalización y
optimización de estos dineros debe pasar por la planeación, administración y
control de estos. Es muchísimo dinero, el presupuesto tiene 219 páginas, pero
es necesario:
1. Racionalizar las nóminas y
contratos de prestación de servicios, horas extras, viáticos y gastos de
representación.
2. Racionalizar y disminuir sustancialmente la
compra de vehículos, portátiles, celulares y mobiliario para los altos
funcionarios del municipio, entidades descentralizadas y organismos de
vigilancia y control.
3. Contratar
firmas interventoras, muy serias y capaces, que garanticen obras públicas y
servicios de calidad y duración en el tiempo.
4. Racionalizar y disminuir sustancialmente
los viajes, impresos y publicaciones, gastos de publicidad y representación no
requeridos.
5. Los pliegos de condiciones para la
contratación de obras, bienes y servicios deben ser transparentes, completos y
suficientes, permitiendo la sana competencia entre oferentes.
6. Evitar la contratación directa, que no
permite el mayor beneficio para el Municipio y sus habitantes, con obras de
calidad y justo precio.
7. Evitar la construcción de elefantes blancos
y obras de mala calidad y corta duración.
8. Vigilar con lupa todas las compras y gastos
para evitar despilfarros y malas utilizaciones.
9. Concientizar a todos los empleados
públicos, trabajadores oficiales y contratistas de que se deben a los
ciudadanos que son los que pagan los impuestos y los servicios.
10. Los empleados públicos, trabajadores
oficiales y contratistas del municipio y sus entidades descentralizadas, deben
cuidar con el mayor esmero y responsabilidad todos los activos municipales.
Si logramos cumplir estos 10
objetivos, los recursos de todas las entidades municipales rendirán para la
satisfacción de las necesidades colectivas, la mejor prestación de los
servicios públicos esenciales y la atención de las necesidades básicas
insatisfechas de los más vulnerables.
En este plan de austeridad
total, se incluyen las entidades de vigilancia y control municipales, Contraloría
y Personería de Medellín, de quienes demandamos la mayor eficiencia en su
actuar, justo y oportuno.
Queremos un Medellín que
trabaje con las fundaciones y entidades privadas que dedican sus esfuerzos a la
atención de los más vulnerables.
Queremos un alcalde que
restablezca inmediatamente relaciones con los sectores generadores de empleo,
productores de bienes y servicios, contribuyentes de los impuestos municipales
de predial e industria y comercio.
Queremos una Medellín que se
sirva de los buenos oficios de empresarios privados (grandes, medianos y
pequeños), gremios, cajas de compensación, cámaras de comercio y de la academia
(pública y privada), para lograr la mayor eficiencia posible en su actuar.
Queremos un alcalde, unos
concejales, unos secretarios de despacho y unos gerentes de entidades
descentralizadas, un contralor, un personero, concentrados en su trabajo,
llenos de humildad, de sencillez, de amor por Medellín, conciliadores, justos,
sin egos, sin mañas, con principios y valores, con experiencia y conocimiento,
que no se dejen sobornar ni comprar, dispuestos a “molerse” por la recuperación
de Medellín.
Demandamos de toda la comunidad
ese buen comportamiento y sentido de pertenencia que nos ha distinguido, para
cuidar y hacer respetar lo público y que velemos para que siempre esté por
encima el interés general sobre el interés particular.
Medellín volverá a ser la Tacita
de Plata, la ciudad de la Eterna Primavera, la más educada, la ciudad de las
flores; todos pondremos nuestro empeño y lo más importante, nuestro Señor
Jesucristo nos va a ayudar a lograrlo.
Si le parece útil este artículo
de opinión, compártalo. Gracias.