viernes, 24 de marzo de 2023

¿Y cómo va esa cuaresma?

Por José Leonardo Rincón, S.J.

José Leonardo Rincón, S.J.

A una semana de la semana mayor, como la han denominado tradicionalmente, ¿Cómo va esa cuaresma?

Me imagino las caras… “hola, de veras que estamos en cuaresma, mmmm ¡se me había olvidado! Yo aquí viendo para dónde me voy a pasear, los tiquetes están tan caros, ha subido tanto todo, la comida está por las nubes, no sé. De pronto me quedo en casa descansando”.

Las cosas han cambiado. A duras penas algo se alude en las iglesias y templos con el color morado de los ornamentos y con prédicas alusivas al tema. Hasta el año pasado todavía alguna cuña radial hablaba de comer pescado. Ya ni eso. El cuento del ayuno y la abstinencia quedó atrás. La secularización es un hecho, la indiferencia religiosa crece. Los escándalos de algunos clérigos en muchas partes han contribuido al desencanto. Desde la pandemia y como uno de sus efectos, la gente va menos a misa de modo presencial, más cómoda verla por televisión acostado en casa. De los famosos sermones de las siete palabras con oradores eximios ya no se habla; hay series en Netflix con mejor rating de sintonía. Adiós, pues, a procesiones y otras manifestaciones.  Algo queda por ahí a nivel popular.

Claro, el asunto no es tanto de cuestiones externas, expresiones y signos que no dejan de ser importantes sino, sobre todo, de un trabajo interior que puede estar pendiente, que se sabe es relevante, que apunta más al fondo que a la forma y que requerimos con urgencia si se anhela que las cosas sean mejores en nuestro entorno. Ahí está el quid del asunto. Y, qué pena, pero eso no ha pasado de moda, es un asunto necesario, pertinente, si se quiere, urgente.

No es hora pues de echar por la borda lo esencial e importante. Mejor, es hora de resignificar el sentido de este tiempo y de lo que celebramos. Creo que lo dijimos ya. Así como anualmente le hacemos mantenimiento a muchas cosas en casa y en el lugar de trabajo, con mayor razón deberíamos atender nuestra propia persona, hacer un diagnóstico de nuestro actual estado espiritual y meterle mano a esos puntos que requieren especial atención y cuidado. La vida no se nos puede pasar haciendo buenos propósitos. Creo que la gente busca ahora más trabajar su interioridad que solo cumplir con preceptos.

A esas búsquedas y a esa sed de espiritualidad que muchos experimentan y sienten, deberíamos ponerle atención. Vale la pena. La vida se pasa muy rápido y podría ser mejor de lo que es actualmente si en vez de pasárnosla durmiendo o pegados del televisor y el celular, en la próxima Semana Santa nos regalamos un tiempo para la reflexión y oración encontrándonos con Jesús, como lo hizo la samaritana, para calmar esa sed que tenemos y encontrar la felicidad auténtica. Muy invitados a hacerlo.