miércoles, 8 de marzo de 2023

Indignación general contra Aureliano

Epicteto, el opinador
Por: Epicteto, el opinador*

Cuando las mayorías silenciosas de un país se levantan indignadas para manifestar su rechazo al régimen que las subyuga, como está ocurriendo ahora en Colombia, el papel del opinador se limita a constatar el hecho y dar fe del mismo ante propios y extraños.

En el escaso período de un semestre develó la extrema izquierda sus depredadores propósitos, así como su absoluta incompetencia para gobernar, desencadenando una incontenible ola de manifestaciones en contra de la camarilla castrochavista instalada fraudulentamente en el solio de Bolívar.

Calles, plazas y espacios públicos, testigos en el pasado de toda clase de desmanes protagonizados por las violentas hordas izquierdistas, son ahora el escenario de múltiples marchas de protesta contra el cambio populista que proponen Aureliano, el guerrillero-presidente, y sus camaradas. https://www.france24.com/es/minuto-a-minuto/20230215-miles-protestan-en-colombia-contra-reformas-del-presidente-gustavo-petro

No obstante, las presiones gubernamentales de todo tipo, las encuestas arrojan cada vez una menor popularidad del tiránico régimen y falta de apoyo a sus irracionales propuestas. https://www.infobae.com/colombia/2023/02/28/gustavo-petro-tiene-una-desaprobacion-de-casi-la-mitad-de-los-colombianos/

El descontento no se limita al ciudadano de a pie. Hasta al propio gobierno ha llegado la crisis con la salida de tres ministros, forzada por la terquedad del camarada Aureliano en imponer la destrucción del sistema de salud, catalogado como uno de los más eficaces del mundo.

El país se ha lanzado desde el 7 de agosto por el despeñadero de la más grave catástrofe económica de toda su historia. Las cifras hablan por sí solas: El peso colombiano ha perdido la cuarta parte de su valor frente al dólar desde la elección de Aureliano. El desempleo se situó en el 13.7% y seguirá su espiral de crecimiento gracias a las absurdas políticas de eliminar la exportación de petróleo, disparar el gasto público con gastos innecesarios y perseguir a la propiedad. Con una inflación del 13,25%, máximo que no se conocía desde 1999, el pueblo colombiano será cada día más pobre. Se calcula un crecimiento del 2,2% para el primer trimestre de este año y del 1% para el consolidado anual. Con estas perspectivas, se ha iniciado el éxodo de compatriotas en busca de nuevas oportunidades en el exterior y la desviación de inversiones hacia otros países.

Hoy más que nunca, pese a la cacareada “paz total” con la que Aureliano pretende disfrazar la impunidad total para narcotraficantes y terroristas, los colombianos temen por sus vidas, por su patrimonio y por sus derechos fundamentales. No se explican cómo puede garantizarse la seguridad separando de un tajo a 70 generales de la cúpula militar, mientras se arma un colectivo, pagado por el Estado, con los vándalos de la “primera línea”, responsables de las tomas guerrilleras a las ciudades en el gobierno de Duque.

Ni se entiende cómo puede rebajar la criminalidad simplemente borrando del código penal conductas que hoy son tipificadas como delitos.

Ni aprueban los colombianos que el presidente, desconociendo la separación de los poderes, uno de los pilares de la democracia, exija la libertad de los vándalos de la “Primera Línea”.

La obcecación del gobierno populista por estatizar el sistema de salud, regresar al fracasado Seguro Social, dejar el manejo de los presupuestos de salud en manos de alcaldes y gobernadores, y destruir todo lo que hemos avanzado en atención de la población, ha conducido a una monolítica oposición del pueblo colombiano contra semejante despropósito.

Como si los anteriores motivos no fueran suficientes, claman los colombianos contra la dura reforma tributaria que colocará al país a la zaga de América Latina y sumirá al pueblo en la miseria; se alzan contra la corrupción rampante que involucra al hermano y al hijo del presidente y a varios de sus áulicos; se rebelan contra el infame favorecimiento que se otorga a los narcotraficantes, librándolos de órdenes de captura y de extradición, cesando de un tajo la erradicación de matas de coca, y ordenando el cese al fuego contra terroristas y narcos.

En diferentes puntos de la geografía nacional, se presentan bloqueos de vías y paros cívicos que evidencian el descontento general de la población. https://www.portafolio.co/economia/bloqueos-en-las-vias-de-colombia-81-bloqueos-en-los-31-dias-de-enero-578013

Rechazan los colombianos la violencia, alentada por la impunidad promovida desde la Casa de Nariño, que se ha enseñoreado del país. Masacres, asesinatos de líderes sociales, secuestros de integrantes de la fuerza pública, ataques a la empresa privada, invasiones de propiedades particulares, incremento de la criminalidad, están colmando la paciencia de los colombianos de bien.

Mientras tanto, la presión indebida de la dictadura comunistoide de Aureliano impide a los medios masivos de comunicación informar sobre el real panorama del país. La orden es: ¡Tapen todos los errores del Gobierno!, ¡Tapen la verdadera magnitud de las protestas!, ¡Sigan satanizando a la oposición!

Con la complicidad de los gobiernos social-comunistas del orbe y organizaciones criminales como el Foro de Sao Paulo, se procura mantener una aceptable imagen del régimen de Aureliano, algo en lo que es experta la mamertería internacional.

Ya el descontento empieza a ser canalizado y racionalizado a través de grupos activos en las redes que se encargan de la promoción de un paro nacional que conduzca a la paralización del país y la caída del espurio régimen.

Por otra parte, se ha estructurado un colectivo de abogados que viene trabajando en las soluciones judiciales para la hecatombe que viene causando la extrema izquierda en la conducción del Estado.

La unidad, de la que tanto se habla, se empieza a gestar, no en los pasillos del Congreso plagados de politiqueros que venden su conciencia al sátrapa, sino en el seno de todos los grupos de resistencia civil al oprobioso sistema comunista. Es una unión de la gente, no de los politiqueros de oficio. En una gran confederación se consolidarán todas las organizaciones, movimientos y grupos que ahora trabajan por reconstruir al país y devolver a los colombianos la seguridad, la garantía de sus derechos fundamentales, el libre ejercicio de la democracia y el respeto por la integridad de la familia tradicional, la vida desde la concepción hasta la muerte natural y los valores esenciales de nuestra civilización cristiana que sirven de sustento a nuestra nacionalidad. https://alianzareconstruccioncolombia.org/la-poderosa-reaccion-pendular-contra-petro-apenas-comienza/

Si nos sentimos en ocasiones solos en esta lucha, recordemos estas palabras de Thomas S. Monson: “Tus problemas no son tan pequeños como para que Él (Dios, Nuestro Señor) no los escuche, ni tan grandes como para que Él no conteste tu oración de fe”.