Por: Epicteto, el opinador*
Cuando las mayorías
silenciosas de un país se levantan indignadas para manifestar su rechazo al
régimen que las subyuga, como está ocurriendo ahora en Colombia, el papel del
opinador se limita a constatar el hecho y dar fe del mismo ante propios y
extraños.
En el escaso
período de un semestre develó la extrema izquierda sus depredadores propósitos,
así como su absoluta incompetencia para gobernar, desencadenando una
incontenible ola de manifestaciones en contra de la camarilla castrochavista
instalada fraudulentamente en el solio de Bolívar.
Calles, plazas y
espacios públicos, testigos en el pasado de toda clase de desmanes
protagonizados por las violentas hordas izquierdistas, son ahora el escenario
de múltiples marchas de protesta contra el cambio populista que proponen Aureliano,
el guerrillero-presidente, y sus camaradas. https://www.france24.com/es/minuto-a-minuto/20230215-miles-protestan-en-colombia-contra-reformas-del-presidente-gustavo-petro
No obstante, las
presiones gubernamentales de todo tipo, las encuestas arrojan cada vez una
menor popularidad del tiránico régimen y falta de apoyo a sus irracionales
propuestas. https://www.infobae.com/colombia/2023/02/28/gustavo-petro-tiene-una-desaprobacion-de-casi-la-mitad-de-los-colombianos/
El descontento no
se limita al ciudadano de a pie. Hasta al propio gobierno ha llegado la crisis
con la salida de tres ministros, forzada por la terquedad del camarada Aureliano
en imponer la destrucción del sistema de salud, catalogado como uno de los más eficaces
del mundo.
El país se ha
lanzado desde el 7 de agosto por el despeñadero de la más grave catástrofe
económica de toda su historia. Las cifras hablan por sí solas: El peso
colombiano ha perdido la cuarta parte de su valor frente al dólar desde la
elección de Aureliano. El desempleo se situó en el 13.7% y seguirá su
espiral de crecimiento gracias a las absurdas políticas de eliminar la
exportación de petróleo, disparar el gasto público con gastos innecesarios y
perseguir a la propiedad. Con una inflación del 13,25%, máximo que no se
conocía desde 1999, el pueblo colombiano será cada día más pobre. Se calcula un
crecimiento del 2,2% para el primer trimestre de este año y del 1% para el consolidado
anual. Con estas perspectivas, se ha iniciado el éxodo de compatriotas en busca
de nuevas oportunidades en el exterior y la desviación de inversiones hacia
otros países.
Hoy más que nunca,
pese a la cacareada “paz total” con la que Aureliano pretende disfrazar
la impunidad total para narcotraficantes y terroristas, los colombianos temen
por sus vidas, por su patrimonio y por sus derechos fundamentales. No se
explican cómo puede garantizarse la seguridad separando de un tajo a 70 generales
de la cúpula militar, mientras se arma un colectivo, pagado por el Estado, con
los vándalos de la “primera línea”, responsables de las tomas guerrilleras a
las ciudades en el gobierno de Duque.
Ni se entiende cómo
puede rebajar la criminalidad simplemente borrando del código penal conductas
que hoy son tipificadas como delitos.
Ni aprueban los
colombianos que el presidente, desconociendo la separación de los poderes, uno
de los pilares de la democracia, exija la libertad de los vándalos de la
“Primera Línea”.
La obcecación del
gobierno populista por estatizar el sistema de salud, regresar al fracasado
Seguro Social, dejar el manejo de los presupuestos de salud en manos de
alcaldes y gobernadores, y destruir todo lo que hemos avanzado en atención de
la población, ha conducido a una monolítica oposición del pueblo colombiano
contra semejante despropósito.
Como si los
anteriores motivos no fueran suficientes, claman los colombianos contra la dura
reforma tributaria que colocará al país a la zaga de América Latina y sumirá al
pueblo en la miseria; se alzan contra la corrupción rampante que involucra al
hermano y al hijo del presidente y a varios de sus áulicos; se rebelan contra
el infame favorecimiento que se otorga a los narcotraficantes, librándolos de
órdenes de captura y de extradición, cesando de un tajo la erradicación de
matas de coca, y ordenando el cese al fuego contra terroristas y narcos.
En diferentes
puntos de la geografía nacional, se presentan bloqueos de vías y paros cívicos
que evidencian el descontento general de la población. https://www.portafolio.co/economia/bloqueos-en-las-vias-de-colombia-81-bloqueos-en-los-31-dias-de-enero-578013
Rechazan los
colombianos la violencia, alentada por la impunidad promovida desde la Casa de
Nariño, que se ha enseñoreado del país. Masacres, asesinatos de líderes
sociales, secuestros de integrantes de la fuerza pública, ataques a la empresa
privada, invasiones de propiedades particulares, incremento de la criminalidad,
están colmando la paciencia de los colombianos de bien.
Mientras tanto, la
presión indebida de la dictadura comunistoide de Aureliano impide
a los medios masivos de comunicación informar sobre el real panorama del país. La
orden es: ¡Tapen todos los errores del Gobierno!, ¡Tapen la verdadera magnitud
de las protestas!, ¡Sigan satanizando a la oposición!
Con la complicidad
de los gobiernos social-comunistas del orbe y organizaciones criminales como el
Foro de Sao Paulo, se procura mantener una aceptable imagen del régimen de
Aureliano, algo en lo que es experta la mamertería internacional.
Ya el descontento empieza
a ser canalizado y racionalizado a través de grupos activos en las redes que se
encargan de la promoción de un paro nacional que conduzca a la paralización del
país y la caída del espurio régimen.
Por otra parte, se
ha estructurado un colectivo de abogados que viene trabajando en las soluciones
judiciales para la hecatombe que viene causando la extrema izquierda en la
conducción del Estado.
La unidad, de la
que tanto se habla, se empieza a gestar, no en los pasillos del Congreso
plagados de politiqueros que venden su conciencia al sátrapa, sino en el seno
de todos los grupos de resistencia civil al oprobioso sistema comunista. Es una
unión de la gente, no de los politiqueros de oficio. En una gran confederación
se consolidarán todas las organizaciones, movimientos y grupos que ahora
trabajan por reconstruir al país y devolver a los colombianos la seguridad, la
garantía de sus derechos fundamentales, el libre ejercicio de la democracia y
el respeto por la integridad de la familia tradicional, la vida desde la
concepción hasta la muerte natural y los valores esenciales de nuestra
civilización cristiana que sirven de sustento a nuestra nacionalidad. https://alianzareconstruccioncolombia.org/la-poderosa-reaccion-pendular-contra-petro-apenas-comienza/
Si nos sentimos en
ocasiones solos en esta lucha, recordemos estas palabras de Thomas S. Monson:
“Tus
problemas no son tan pequeños como para que Él (Dios, Nuestro Señor) no los
escuche, ni tan grandes como para que Él no conteste tu oración de fe”.