domingo, 26 de febrero de 2023

Pregunto

Antonio Montoya H.
Por Antonio Montoya H.

No logro entender, por más que lo intento, qué motivo conduce a las personas a actuar en contravía del deber ser, es decir, de aquella norma moral “que orienta nuestras acciones de tal forma que sean buenas acciones constitutivas de vida buena”. De ello hablan filósofos como Immanuel Kant, lo cual en el fondo no es otra cosa que actuar bien, y en beneficio de la comunidad pequeña o grande que nos rodee.

Dicen que es fácil ser bueno o malo, dependiendo de cómo nos desarrollamos en nuestra vida, en el ámbito familiar y social en el que crecemos, de cómo nos educamos, los valores inculcados y objetivos de vida. Calificar el comportamiento humano se vuelve complejo desde esta perspectiva y por consiguiente que se logre una adecuada forma de actuar en la vida depende de muchos factores, hasta de los amigos, los cuales sin duda alguna tienen influencia positiva o negativa que luego se trasmite a sus propios y directos familiares, esposa e hijos, y así, sucesivamente, todos son afectados por los demás y posteriormente se refleja en su propio actuar.

No logramos aprender de la experiencia, eso es verdad, y apostamos por el error, ya que aunque sabemos desde el inicio cómo será el comportamiento de una persona, caemos una y otra vez, en forma repetitiva, en su poder. Eso ocurrió con el presidente Gustavo Petro, sabíamos que hizo parte de un grupo guerrillero, que secuestró, maltrató, que se tomaron el Palacio de Justicia, se aliaron con la mafia, atacaron y destruyeron la justicia, y aunque se amnistiaron legalmente, moralmente siguen teniendo el mismo comportamiento: él no concilia, no escucha, es terco, obsesivo, intolerante, ambicioso y destructivo. Ese es el hombre que conocíamos desde hace muchos años, que sabemos que es inteligente, que maneja bien el lenguaje y en general la palabra, y que con ello logró cambiar el pensamiento de miles de personas que hoy empiezan a reconocer que se equivocaron y por las que tenemos serias y graves dificultades para mantener la democracia.

Ese comportamiento ya lo vivieron en Bogotá, durante el periodo de su alcaldía, que desde el primer día se desarrolló en conflictos en temas como el de basuras, huecos, infraestructura, seguridad y empleo. Fue suspendido del cargo, se reintegró y terminó su mandato dejando a la ciudad en un peor estado del que ya venía con administraciones iguales de nefastas lideradas por la izquierda.

No tenemos memoria, no analizamos la historia y por ello nos convencen fácilmente.

Pero, les digo con claridad y sin titubear, el presidente y su grupo quiere destruir el sistema, a la democracia, y convertirse en un dictador como Maduro, como lo quiso hacer Evo Morales, en Bolivia, y lo mismo lo hace Ortega en Nicaragua y quiere hacerlo Manuel López Obrador, en México. Y lo seguirán intentando en otros países hombres de características iguales o similares a los anteriores. Dictadores de pacotilla.

Si alguien se opone, si no se aprueban las reformas propuestas en su integridad, amenaza al Congreso e invita a la calle. No respetan la democracia. Pronto, si nos descuidamos, miles de personas perderán su nacionalidad y otros irán a la cárcel por ser, según ellos opositores del régimen, esto es viable, posible y cierto… sucederá.

Miremos todo a la luz de los acontecimientos:

* Invitó a la unidad nacional. Se diluye la unidad.

* Ministros de Hacienda, Agricultura y Educación, demócratas, hoy en conflicto con el Pacto Histórico y con el presidente. Piden a uno que renuncie y otros se retiran del Ministerio si se hace efectiva. Crisis segura.

* Paros nacionales en apoyo, y otros en la oposición.

* Taxistas que bloquean y al final acuerdan. Todo es bajo presión.

* Toma de la Alcaldía de Medellín.

* Intento de toma del Congreso de la República.

* Reforma al sistema de salud. No hay consenso.

* Reforma pensional. No se conoce el texto.

* Reforma política. En trámite y posiblemente en veremos.

* Repudiado en el Perú.

* No a la exploración de petróleo y de gas, productos que aseguran ingresos al a nación.

* Incrementos en casi todos los productos superiores al aumento del salario mínimo.

* Inseguridad creciente.

* Acuerdo de paz total en veremos.

* Gestores de paz. Bandidos reconocidos.

* incremento del costo de vida alto en enero de 2023.

* No existe confianza en los inversionistas extranjeros. se retiran capitales del país.

* No destrucción de cultivos ilícitos. Narco estado

* Ciudadanos colombianos que no regresaron en el año 2022, la no despreciable suma de 547 mil colombianos, ¿dónde están? Regados por todo el mundo buscando una mejor calidad de vida.

* Deserción universitaria en niveles nunca esperados.

* Inexistencia de aplicabilidad de justicia pronta y rápida.

* Cortes corrompidas desde antes, caso típico cartel de la toga.

* Extorsión, secuestro, asesinatos en incremento.

* Desempleo informal en alza.

Si sigo enunciando todos estas dificultades y problemáticas, podríamos llegar a la conclusión que Colombia nuevamente es inviable. Por ello, invocando el título de este artículo me pregunto si vale la pena a que repensemos nuestro país, a lo cual respondo que sí lo creo, que es posible y por consiguiente los invito, los motivo, los invoco a que rompamos este ciclo terrible de nuestra vida, uniéndonos en la adversidad y torciéndole el pescuezo a la maldad, construyamos una mejor vida para nuestras familias y las generaciones futuras sin egoísmo, con fortaleza y grandeza.

Dios nos ilumine.