domingo, 29 de enero de 2023

No rendirnos jamás

Antonio Montoya H.
Por Antonio Montoya H.

Nosotros, los seres humanos, somos increíbles, todos sin excepción alguna, tenemos desarrollada la capacidad de adaptarnos hasta en las peores condiciones; logramos superar los obstáculos, o en muchos casos, aguantarlos con resignación, haciéndonos creer a nosotros mismos que las situaciones son temporales y que todo cambiará, diciéndonos que pronto todo volverá a la normalidad.

Sin embargo, los últimos tres años de mi vida, me han demostrado que muchas veces los hechos nos pueden desbordar y que la capacidad de adaptabilidad o al menos su rezago, que es la resignación, no parecen ser nuestros mejores aliados en todo momento, llegando muchas veces al final de nuestras vidas sin haber obtenido la tan anhelada solución a aquello que nos aquejaba en vida.

Con esta introducción no quiero más que preparar a la ciudadanía colombiana para la posible lucha legal a la que nos debamos enfrentar, a una posible confrontación en aras de defender la democracia que con tanta sangre, sudor y lágrimas se levantó para cobijarnos en un sistema imperfecto pero tendiente a la inclusión de todo el pueblo que conforma nuestro amado Estado colombiano.

Mientras redactaba este escrito, me llamó Luis Javier Piedrahita, conocido por todos como Fausto, intérprete colombiano, al cual, brevemente le conté sobre mis pensamientos e instantáneamente me comentó acerca del gran poeta argentino Pedro Bonifacio Palacio. De inmediato le pedí que me enviara el texto que me había recitado, pues encajaba totalmente con la invitación que pretendo hacer por medio del presente artículo de no rendirnos jamás; el texto es el siguiente:

“Piu avanti”

No te des por vencido, ni aun vencido
no te sientas esclavo, ni aun esclavo;
trémulo de pavor, piénsate bravo,
y arremete feroz, ya mal herido.

Ten el tesón del clavo enmohecido
que ya viejo y ruin, vuelve a ser clavo;
no la cobarde intrepidez del pavo
que amaina su plumaje al primer ruido.

Procede como Dios que nunca llora;
o como Lucifer, que nunca reza;
o como el robledal, cuya grandeza
necesita del agua y no la implora…

¡Que muerda y vocifere vengadora,
ya rodando en el polvo tu cabeza

Pedro Bonifacio Palacio

Hoy pretendo recordarles este poema del cual estoy seguro, todos o casi todos, en algún momento de sus vidas, han leído o escuchado, pues con él no busco más que nos pongamos en una actitud vencedora frente a los problemas personales, familiares, económicos, sociales y demás que nos aquejan, y que tras haber ganado la batalla contra nuestros propios problemas, podamos unirnos en aras de defender juntos la democracia, los principios y valores que ella sustenta; que batallemos al igual contra las reformas en contra de nuestros derechos adquiridos (pensión, laboral, salud, etc.), y pongamos en alto el nombre de Colombia.

Espero llegar a ustedes con un mensaje esperanzador, de unión entre hermanos colombianos, y recordándoles que nunca estaremos solos; pero lo más importante de todo, que sea cual sea el obstáculo por el que estemos atravesando, que rendirse nunca será una opción.