Por Antonio Montoya H.
Nosotros, los seres humanos, somos increíbles,
todos sin excepción alguna, tenemos desarrollada la capacidad de adaptarnos hasta
en las peores condiciones; logramos superar los obstáculos, o en muchos casos,
aguantarlos con resignación, haciéndonos creer a nosotros mismos que las
situaciones son temporales y que todo cambiará, diciéndonos que pronto todo
volverá a la normalidad.
Sin embargo, los últimos tres años de mi vida,
me han demostrado que muchas veces los hechos nos pueden desbordar y que la
capacidad de adaptabilidad o al menos su rezago, que es la resignación, no
parecen ser nuestros mejores aliados en todo momento, llegando muchas veces al
final de nuestras vidas sin haber obtenido la tan anhelada solución a aquello
que nos aquejaba en vida.
Con esta introducción no quiero más que
preparar a la ciudadanía colombiana para la posible lucha legal a la que nos
debamos enfrentar, a una posible confrontación en aras de defender la
democracia que con tanta sangre, sudor y lágrimas se levantó para cobijarnos en
un sistema imperfecto pero tendiente a la inclusión de todo el pueblo que
conforma nuestro amado Estado colombiano.
Mientras redactaba este escrito, me llamó Luis
Javier Piedrahita, conocido por todos como Fausto, intérprete colombiano, al
cual, brevemente le conté sobre mis pensamientos e instantáneamente me comentó
acerca del gran poeta argentino Pedro Bonifacio Palacio. De inmediato le pedí
que me enviara el texto que me había recitado, pues encajaba totalmente con la
invitación que pretendo hacer por medio del presente artículo de no
rendirnos jamás; el texto es el siguiente:
“Piu avanti”
No te des por vencido,
ni aun vencido
no te sientas esclavo, ni aun esclavo;
trémulo de pavor, piénsate bravo,
y arremete feroz, ya mal herido.
Ten el tesón del clavo
enmohecido
que ya viejo y ruin, vuelve a ser clavo;
no la cobarde intrepidez del pavo
que amaina su plumaje al primer ruido.
Procede como Dios que nunca
llora;
o como Lucifer, que nunca reza;
o como el robledal, cuya grandeza
necesita del agua y no la implora…
¡Que muerda y vocifere vengadora,
ya rodando en el polvo tu cabeza
Pedro Bonifacio Palacio
Hoy pretendo recordarles este poema del cual estoy
seguro, todos o casi todos, en algún momento de sus vidas, han leído o
escuchado, pues con él no busco más que nos pongamos en una actitud vencedora
frente a los problemas personales, familiares, económicos, sociales y demás que
nos aquejan, y que tras haber ganado la batalla contra nuestros propios
problemas, podamos unirnos en aras de defender juntos la democracia, los
principios y valores que ella sustenta; que batallemos al igual contra las
reformas en contra de nuestros derechos adquiridos (pensión, laboral, salud, etc.),
y pongamos en alto el nombre de Colombia.
Espero llegar a ustedes con un mensaje esperanzador, de unión entre hermanos colombianos, y recordándoles que nunca estaremos solos; pero lo más importante de todo, que sea cual sea el obstáculo por el que estemos atravesando, que rendirse nunca será una opción.