viernes, 27 de enero de 2023

Fragilidad

José Leonardo Rincón Contreras
Por José Leonardo Rincón Contreras S. J.

Escribo este artículo de viernes a la 1:30 de la mañana, en la puerta de urgencias del Hospital de San Ignacio. He venido con otros dos jóvenes jesuitas a acompañar un hermano mayor con problemas cardiacos. La sensación de agobio es muy fuerte, más que por la hora, o por el traumatismo de traerlo, porque, como recordarán, hace 15 días estábamos de tragedia. La racha de males no solo con estos hermanos sino con varios amigos que en estos días han muerto o están desahuciados, de facto le agachan el moco a uno para recordarle que uno es finito, lábil, enormemente frágil.

Cuando éramos jóvenes, llenos de energía y con salud plena, miramos con cierto desdén y autosuficiencia a nuestro alrededor. Nos sentimos dueños del mundo y de la vida misma. Para saber que nuestra vida es tan corta y que todas las vanidades del mundo son absolutamente pasajeras, efímeras.

Por estos días, precisamente, me gustó ver un texto que decía, palabras más, palabras menos: que no se olvide que el rey y el peón, al final del juego, van a parar juntos como fichas a la misma caja. Es decir, en este partido de la vida, los roles nos hacen sentir a veces más, a veces menos. Y nos hacen olvidar que hoy somos, mañana no. Podrás haber sido Rey, podrás haber sido mendigo, no eres más, no eres menos. Somos lo mismo. Solo el disfraz es el que enmascara realmente nuestra pobre y limitada condición. Humanos somos, barro somos y a esa realidad volveremos.

Doy gracias a Dios por estas lecciones de vida, si se quiere un poco intensas y fuertes, pero que nos ubican en el lugar correcto, con los pies puestos sobre la tierra, como para que bajemos los humos y caigamos en cuenta de nuestra fragilidad. Nuestras vidas penden de un hilo, este tesoro como diría el Apóstol lo llevamos en vasijas de barro. Pongámonos en las manos de Dios y cuidemos lo que nos quede de vida, vivamos intensamente nuestra existencia, gocemos cada instante, disfrutemos nuestros seres queridos, hagamos las cosas bien. Así, solo al final, podremos estar satisfechos y tranquilos y podremos también descansar en paz.