Al iniciar un nuevo año, pues es obvio que se generen expectativas y que,
en el fondo de los corazones, la mayoría de los humanos queramos que todas las
cosas cambien para mejor.
Mientras más años tengamos cargando en nuestras espaldas, pues el optimismo
será más prudente, pues el orden de las cosas y las tendencias, no muestran
horizontes halagüeños.
Este año, a nivel planetario, llega ensombrecido por el fantasma del Covid-19,
que lamentablemente sigue ahí. La Guerra entre Rusia y Ucrania está lejos de
resolverse, a no ser que las gestiones diplomáticas una vez finalizado el
invierno, sean contundentes y le permitan a Rusia una salida digna. Cada vez
está más cercana la posibilidad de que Taiwán sea invadida por China, poniendo
en jaque a todo Occidente. El ambiente macroeconómico sigue en un vaivén entre
la recesión, la recuperación, el crecimiento y la inflación, mientras la
pobreza crece en el mundo. De manera colateral, Irán muestra sus avances con el
armamento (drones) fabricado por ellos y empleado por Rusia contra Ucrania. Mención
especial se requiere con respecto al cambio climático, con lo que estamos viviendo
y con lo que podría venir.
A nivel local, pues el “Gobierno del cambio” como es obvio, quiere cambiar
cosas, y si lo quiere hacer, debe comenzar por organizarse a su interior y
ajustar las tuercas para mejorar la comunicación interna y externa del equipo
de gobierno, ya que hasta el momento se ha generado demasiado ruido, se han
sentado las bases de la incertidumbre y los buenos propósitos se ven
desdibujados por simples errores de gerencia básica, proyectando cierta imagen
de improvisación.
El reto es monumental: querer reformar todo al tiempo es bien complejo,
pero para eso se hizo elegir y para eso fue electo el presidente Petro. Para
enfrentar los problemas acumulados por casi 60 años y que los gobernantes
anteriores esquivaron con prudencia y/o irresponsabilidad. Temas como la justicia,
las pensiones, la educación, la salud, la transición energética, la paz total,
la continuidad de los proyectos para poder desatrasar nuestra infraestructura
de transporte multimodal, se pueden convertir en un pandemonium si las
cosas no se hacen correctamente.
Se aplica el pensamiento de Maquiavelo que sostiene que “No hay nada más
difícil de enfrentar, que tratar de cambiar el orden de las cosas, pues se
tendrá como enemigos gratuitos a todos aquellos que han triunfado con las
actuales condiciones y como defensores tibios a aquellos que no tienen nada que
perder”.
Sabe el presidente Petro que si quiere que sus proyectos de ley avancen en
el Congreso, lo debe hacer este año. Lo que no logre adelantar este año, ya no
se hará. Además, el calendario electoral presenta un panorama incierto tanto en
el ámbito departamental y municipal, tanto para el ejecutivo como para el legislativo,
lo cual traerá los consuetudinarios ruidos de si se interviene o no en política
y el manejo serio o no de la cacareada Ley de Garantías Electorales.
Mientras tanto, como en todos los gobiernos anteriores, siguen matando
líderes sociales, policías y militares. Continúa la problemática con las
comunidades indígenas. Sigue muy campante la figura del Para-Estado y de la
Para-Economía de la droga y de la corrupción, mientras crece la percepción y la
sensación de inseguridad generalizada.
Le corresponderá a este Gobierno recibir los fallos de la Corte
Internacional de La Haya con respecto a la problemática con Nicaragua y
mantener unas relaciones muy complejas con los vecinos, incluyendo a México.
Pero, sobre todo, al actual Gobierno le corresponde, si quiere tener un
poco más de gobernabilidad, generar confianza con los ciudadanos y entre los
ciudadanos y las instituciones. De no hacerse, a este Gobierno de izquierda le
corresponderá enfrentar una protesta social en la que se tiene experiencia como
promotor, pero no como contraparte.
Pero bueno, la suerte está echada.
Vendrá el sainete planteado por los calendarios, con festividades,
celebraciones, eventos, y no faltarán las tragedias, los triunfos, las alegrías
y los desazones que trae cada día. La noria de la existencia sigue su inercia.
Recordemos que nada le es más favorable a los extremismos de derecha que un
mal gobierno de izquierda, así como no hay nada más beneficioso para los
extremos de izquierda, que un mal gobierno de la derecha.
¡Amanecerá y veremos!