Por: Epicteto, el opinador
Además de las
celebraciones a las que nos llama no sólo la tradición occidental, sino también
el consumismo y la mediática manipulación de las mentes, vale la pena dedicar
algo de nuestro tiempo a la reflexión y a la planeación de nuestro inmediato
futuro.
No cabe duda de que
para los colombianos el 2022 representó una tragedia de proporciones hasta
ahora no sopesadas en su total dimensión. Cada día las más absurdas e inconvenientes
decisiones gubernamentales y los más descabellados anuncios sumen a la
población en la incertidumbre, la desesperación y la impotencia. Vamos a
completar 6 meses, desde la elección del actual régimen, sin recibir una sola
noticia alentadora para el futuro del país.
Muchos se dedican a
manifestar su descontento, a sabiendas de que con ello nada cambiará pues la
totalidad del control está en las manos del sátrapa: la fuerza pública, la
administración de justicia, el presupuesto del Estado, el Congreso sobornado,
los organismos de control, la prensa silenciada, y las masas resignadas y sin
una elemental organización. Otros pretenden ingenuamente hacer una oposición
constructiva, respaldando aquello que pueda ser de utilidad, como si de un árbol
malo se pudiera esperar buenos frutos.
No todo está
perdido. Subyace en la conciencia de los colombianos un profundo amor por la patria,
y la gran mayoría de nuestros compatriotas comparte los valores éticos y
morales emanados de la civilización judeocristiana. Muchos fueron engañados con
falsas promesas y halagados con dádivas para comprar sus conciencias, pero
ahora comienzan a despertar ante la triste realidad que estamos padeciendo.
Estamos en
presencia de un golpe al Estado de derecho, pues el asalto al poder se cumplió
a través del más vergonzoso tinglado de fraude electoral y de compra masiva de
conciencias. Y el ejercicio del poder, desde el comienzo, ha confirmado lo que
habíamos anunciado: la toma del poder para cumplir a rajatabla los funestos
planes del Foro de Sao Paulo.
No puede ser
nuestro propósito para 2023 nada distinto al rescate de Colombia de las garras
del marxismo-leninismo que comienza su labor depredadora para conculcar los
derechos de los ciudadanos; repartir impunidad entre narcotraficantes,
políticos corruptos, vándalos e invasores de la propiedad privada; perseguir a
la libre empresa; generar un monstruoso déficit fiscal; llevar a la población a
la miseria absoluta a través de la inflación que comenzó el pasado 19 de junio
y, en fin, destruir la Nación que con tanto esfuerzo hemos construido.
Ese rescate no
puede cumplirse, queridos contertulios, desde el sistema corrupto que nos
condujo a esta ignominiosa situación. No podemos acabar con la corrupción
mientras el sistema mismo sea el más corrupto. Debemos iniciar una contrarrevolución
a través de las marchas escalonadas hasta llegar al paro nacional y la desobediencia
civil y pacífica.
Todos los que nos
sentimos víctimas de este ominoso y tiránico sistema debemos organizarnos como
sociedad civil, independiente y cívica, agrupándonos de acuerdo con nuestras
principales actividades en cada una de las regiones: los obreros por sectores,
los profesionales, los estudiantes, las amas de casa, los jubilados, los
militares en retiro, los agricultores, los artesanos, etc.
Distinguidos
juristas, a quienes respaldamos, están complementando esta propuesta con
precisas y fundamentadas demandas contra los inválidos actos con los que se
pretende “legalizar” el fraude.
Y tú, estimado
compatriota, ¿cómo vas a participar en esta avasalladora cruzada para la
defensa de nuestra amada Colombia?